"Es importante creer en Dios", afirma Richard Bergenheim, maestro y practicista de la Christian Science. Pero dice que creer en Dios — creer lo que la Deidad continuamente afirma acerca de la salud, perfección y bondad de cada persona— es lo que sana.
La familia de Richard Bergenheim conoció la Christian Science a fines del siglo XIX por medio de la obra sanadora de James Neal, uno de los primeros estudiantes de Mary Baker Eddy. Posteriormente, la bisabuela de Bergenheim trabajó por un año en Pleasant View, la residencia de la Sra. Eddy en New Hampshire. En 1889, su bisabuelo asistió a la última instrucción en Clase Primaria que dio la Sra. Eddy sobre la curación espiritual.
Estando en la universidad Bergenheim se interesó seriamente en la religión de su familia. Después de obtener su maestría en inglés del Instituto Shakesperiano, de la Universidad de Birmingham, Gran Bretaña, y enseñar inglés durante dos años a nivel secundario, dejó ese trabajo en 1974 para dedicarse por completo a la labor de practicista de la Christian Science. En 1982, se recibió de maestro en esta Ciencia. Desde entonces ha sido miembro de La Junta de Educación de la Christian Science, de La Junta Directiva de La Iglesia Madre y Redactor en Jefe de las revistas de la Sociedad Editora. Actualmente es redactor del diario The Christian Science Monitor.
Hoy, Richard vive en Ottsville, Pennsylvania, en una hacienda del siglo XIX, y tiene su oficina en Nueva York. Al concluir nuestra entrevista, me dijo: "Hoy tengo una expectativa más elevada de la curación que cuando empecé en la práctica sanadora. Pero la curación no deja de maravillarme. Sé que hay practicistas experimentados que probablemente digan: '¿Cómo puedes practicar sin tener una absoluta expectativa del bien?' "
¿Qué les responderia?
!Que tienen razón! Pero, ¿cómo podríamos dejar de maravillarnos al ver cómo se manifiesta la bondad de Dios o cómo sana?
Implícito en esto, está el hecho de que no se trata de un poder personal. Es realmente Dios dándose a conocer a Sí Mismo. Durante los primeros casos que tuve, cuando hablaba con la gente, he admitido que me sorprendía mucho cuando el paciente me llamaba para decirme que se había sanado por completo. Yo esperaba una mejoría, no una curación total. De modo que tuve que examinar un poco mi manera de pensar.
Muchas dudas e incertidumbre desaparecieron cuando me di cuenta de que la curación no es un poder o habilidad personal. Es de Dios y Él imparte lo que necesitamos. En esos casos, yo oraba lo mejor que podía, pero no lo hacía tanto para que mis pacientes mejoraran, sino para escuchar lo que Dios me estaba diciendo. Comprendí que si yo estaba en armonía con eso, sería una ventana a través de la cual Su verdad y amor me llegarían a mí y a las personas que estaban pidiendo ayuda. De manera que la oración consiste realmente en escuchar a Dios que dice: "Yo tengo el control. Todo lo que he creado es bueno y perfecto... para siempre. Esta situación ha sido perfecta, es perfecta, y continuará siendo perfecta".
Después de años de estar en la práctica, he aprendido dos cosas fundamentales. Primero, que es el poder de Dios lo que sana. Y segundo, que uno tiene que aprender a creer en Dios.
¿Cómo hacerlo?
Si usted está orando por alguien que tiene dolores, puede recurrir a Dios y decir: "Yo quiero ayudar a esta persona que está dolorida". Pero no obtiene mucha respuesta porque esa afirmación no es compatible con lo que está diciendo Dios: "Puesto que Yo lo he creado todo, y amo todo lo que he creado, mi creación sólo manifiesta Mi amor". Nadie cree que el dolor pueda ser la manifestación del amor. Son totalmente incompatibles. Así que ahora tengo que preguntar: "¿Acaso Dios produce el dolor? ¿Puede existir el dolor en este universo gobernado por Dios?" ¡De ninguna manera! Y si yo creo en la declaración del Apóstol Pablo de que "en él [Dios] vivimos, y nos movemos, y somos", Hechos 17:28. quiere decir que el paciente vive y se mueve en un lugar donde no existe el dolor.
Dios dice en esencia: "He mirado por todas partes, y aquí no hay dolor alguno". Confiar en esto lo lleva a uno a admitir que el dolor no existe. Sólo el amor, el orden, la autoridad de Dios están presentes. Pero, si una vez que uno ha orado de ese modo, se vuelve atrás y dice: "Espero que esta persona ya no tenga dolores", entonces se desdice, porque no cree en el mensaje de Dios que afirma: "Sólo Mi amor, Mi verdad, Mi ley están allí presentes".
El paciente vive y se mueve en un lugar donde no existe el dolor.
¿Recuerda algún caso especifico?
Un día una señora me llamó y me pidió que orara por ella porque sufría de un problema en los riñones y tenía muy fuertes dolores. Si uno es practicista, toda su vida está dedicada a ayudar a la gente a erradicar el dolor. Es algo que uno simplemente no puede aceptar, y desea ser útil. Así que oramos juntos durante una semana o algo así.
Luego una noche me llamó de nuevo, después de haberme llamado varias veces durante el día. Era ya tarde y se sentía con muchas molestias. Le di ánimos, me senté en el borde de mi cama y comencé a orar. Y me vino este pensamiento: "Ya te dije que el dolor no existe". Pero otra voz resonaba en mí diciendo: "Pero esta señora está llorando de dolor". Entonces continuó el primer pensamiento: "Has orado de arriba a abajo, de izquierda a derecha, y has descubierto que en Mi universo no existe nada que se llame dolor, de modo que no puede existir en uno de Mis hijos, a quien amo y valoro tanto". Entonces decidí creer lo que Dios decía. Me acosté y me volví a dormir.
Quince minutos más tarde me desperté y pensé: "¿Qué clase de cristiano eres? ¿Esta persona está con dolores y tú te das media vuelta y te pones a dormir? Empecé a levantarme, pero Dios dijo: "El dolor no existe". Y ése fue el fin. Creí en Su Palabra. Dormí el resto de la noche, ella durmió el resto de la noche, y uno o dos días más tarde esta señora salió del lugar donde la atendían y se fue a su casa. Fue entonces cuando aprendí a creer en Dios.
De modo que creer en Dios es aceptar, no sólo intelectualmente sino profunda y sinceramente, lo que Dios imparte sobre nuestra naturaleza espiritual y verdadera. Es decir, creer lo que Él/Ella está afirmando todo el tiempo sobre la realidad, que es en verdad buena y armoniosa, totalmente libre de discordia y dolor; y que tiene un efecto transformador y poderoso.
Así es. Creer en Dios anula toda percepción equivocada sobre la realidad y sana todo lo que sea discordante.
¿Cómo opera esto?
Veamos lo que ocurre en el pensamiento de una persona cuando se produce la curación. Voy a hablar sobre el Cristo, o sea, la naturaleza divina del hombre Jesús, Mary Baker Eddy dice: "El Cristo es la verdadera idea que proclama el bien, el divino mensaje de Dios a los hombres que habla a la consciencia humana".Ciencia y Salud, pág. 332. De modo que siempre que nos volvemos conscientes de las ideas que provienen de Dios, los ataques de dolor y enfermedad desaparecen. En el caso de un practicista que ora con un paciente, ambos son receptivos al amor y al cuidado de Dios. En un momento dado, uno o ambos se ponen en armonía con el hecho de que el paciente es en realidad perfecto en ese mismo instante. La certeza de que Dios mantiene a Su hijo en perfecta salud, disipa toda noción de dolor o enfermedad. Lo que han estado haciendo es orar para estar más conscientes de la actividad del Cristo.
Usted quiere decir que lo que la Sra. Eddy describe como "la curación física en la Christian Science" ibíd., pág. xi. es realmente mental. La luz divina del mensaje de Dios produce un cambio en la conciencia humana, y eso, a su vez, produce un cambio en el cuerpo humano, el cual es en definitiva una construcción mental también.
Correcto.
Esta idea de que creer en Dios es un elemento fundamental en la curación me recuerda la cita en Ciencia y Salud donde dice que "para valerse del poder del Espiritu, debe amarse a Dios supremamente". ibíd., pág. 167. Esto me hace ver que parte de amar a Dios supremamente, y por ende, valerse uno mismo del poder de Dios, es aceptar plenamente el mensaje de Su Cristo. ¿Pero cómo llego a eso?
A mi modo de ver, hay dos maneras de llegar a eso. Primero es esencial estudiar. Uno necesita investigar y descubrir. La Biblia es la historia de la humanidad en su descubrimiento de la naturaleza de Dios. Nosotros necesitamos participar de ese descubrimiento, de que Dios es Amor, que está en todas partes y es Todopoderoso. Y Ciencia y Salud es una guía sumamente esencial porque ayuda a comprender que estos conceptos tienen un impacto práctico, y cuando se comprenden cambian la vida. De manera que no se trata simplemente, como usted indicó, de aceptar la Omnipotencia de Dios. Ciencia Y Salud lo ayuda a uno a comprender que la declaración "Dios es omnipotente", es poderosa y práctica.
Tengo que comprender que la curación no depende de mi.
Ahora bien, un ave necesita dos alas para volar. Del mismo modo, para elevarse espiritualmente, uno necesita estudiar, pero también necesita una segunda ala, que es la práctica en la vida. Considero que una de las cualidades esenciales para la práctica es estar dispuesto a hacerlo. Con esto quiero decir que uno esté dispuesto a responder a otros, y dejar de lado, a veces, todos los planes y obligaciones, porque es más importante interesarnos en el bien de los demás. Como dice Ciencia y Salud: "El amor a Dios y al hombre es el verdadero incentivo en la curación y en la enseñanza". ibíd., pág. 454. El amor desinteresado es sumamente importante. La primera frase en el capítulo llamado "La oración", en Ciencia y Salud, explica lo fundamental que es para la curación. "La oración que reforma al pecador y sana al enfermo es una fe absoluta en que todas las cosas son posibles para Dios — una comprensión espiritual de Él, un amor desinteresado". ibíd., pág. 1.
El estudio y oración pueden darnos los primeros dos requisitos — una fe absoluta y una comprensión espiritual de Dios. Pero sólo el hacer algo, al cuidar del bienestar de los demás y ayudarlos, practicando y viviendo lo que sabemos, expresa el tipo de amor del que escribe la Sra. Eddy.
Pienso que es un acto humano sumamente natural, afectuoso y benevolente, que usted o cualquier sanador sienta compasión por otra persona, así como cuando Jesús tuvo compasión por las multitudes. Pero ese amor no surge del corazón humano solamente, sino que surge de Dios. En otras palabras, la compasión humana es la punta del témpano de hielo. Lo que sostiene el afecto y la compasión humanos, lo que les da la fortaleza y el poder sanador, es su fuente, el Amor divino mismo. Y utilizar esa fuente es lo que sana.
Así es. Pero permítame preguntarle esto: Si alguien lo llama y le dice: "Mi madre hace varios años que no camina, ¿podría venir a sanarla?" ¿Qué es lo primero que usted pensaría?
Supongo que sería natural preguntarme: "¿Podré hacerlo? ¿Tengo suficiente entendimiento?" Pienso que es volver a esas dos alas de las que usted hablaba: estudiar y estar dispuesto. Porque por más que uno estudie mucho, también tiene que estar dispuesto a aceptar la llamada telefónica y decir: "Claro que si, yo la voy a ayudar". Pienso que si más gente sintiera que lo puede hacer, lo haría.
Es por eso que le pregunté qué haría usted si recibiera esa llamada. Ciencia y Salud dice: "No consintáis que ni el temor ni la duda oscurezcan vuestro claro sentido y serena confianza..." ibíd., pág. 495. Pero la mayoría de nosotros lo primero que siente es temor y duda. Así que si yo tengo miedo y duda en mí mismo, es porque pienso que esta curación depende de mí. Si creo que para resolver esto yo soy importante, soy responsable, o necesito cierta capacidad, voy a estar en apuros. Pero cuando uno está dispuesto, Dios es un estupendo maestro.
Si uno está listo para mantenerse firme en el hecho de que Dios es el único poder que existe, uno está listo para sanar. Y si se da cuenta al mismo tiempo de que el Cristo es una ayuda siempre presente, para guiarlo, dirigirlo, inspirarlo, limpiar su frente de sudor, lo que sea necesario, no hay razón para dudar o temer.
Hay un relato maravilloso en el que pienso a menudo. A una señora le pidieron que visitara un paciente. Su maestro de la Christian Science la había recomendado a la familia, y ella aceptó el ella aceptó el caso. De modo que la estudiante iba en el tren diciéndose a sí misma: "No tengo suficiente experiencia". Ella tenía todas las dudas con las que usted y yo nos enfrentamos. Pero de pronto comprendió, y ésto es lo que me gusta, que el paciente no había pedido la ayuda de ella, el paciente pidió la Christian Science. Entonces se dio cuenta de que aunque tenía enormes dudas sobre su propia habilidad para sanar al paciente, ella no tenía dudas acerca de la Christian Science, y eso produjo un cambio en su perspectiva. Eso eliminó el yo de la situación, y ella comprobó que la Christian Science era muy eficaz. Véase Martha Harris Bogue, "Confidence", Journal, Marzo 1903, pág. 715.
Si Dios es el poder en la curación, si, como afirma Ciencia y Salud, "El Amor inspira el camino, lo ilumina, lo designa y va adelante en él",Ciencia y Salud, pág. 454. entonces sólo tenemos que preguntarnos: "¿Estoy dispuesto a creer que el Amor puede hacer esto aun con un cabeza dura como yo? ¿Soy tan testarudo o tan insensible que ni siquiera el Amor divino mismo me puede inspirar, iluminar, designar y guiar en el camino para dar el tratamiento que se necesita en este caso?"
De manera que para sanar espiritualmente es esencial ser lo suficientemente humilde como para reconocer que la llamada telefónica en realidad no está pidiendo que usted produzca la curación, sino que...
...ellos están pidiendo la Christian Science.
La Ciencia del Cristianismo está aquí para que la compartas.
Y luego, uno es llamado para...
... practicar la Christian Science.
¿Algún comentario final?
Pienso que se reduce al hecho de que con esta comprensión de la Ciencia del Cristianismo se nos ha dado algo muy valioso. Realmente, no tenemos ni la más mínima idea de lo valioso que es. Nos han confiado esta comprensión de Dios, y es una bendición acerca de la cual es incluso difícil hablar. Pero no nos la han dado para nuestro uso propio únicamente. Cuando la guardamos para nosotros mismos, en cierto grado se marchita, porque nos la dieron con el propósito de compartirla con los demás.
Este don llegó a nuestra vida, no sólo para bendecirnos y despertarnos, sino porque tenemos la capacidad de vivirlo. Tenemos un corazón que es lo suficientemente bueno como para interesarnos en los demás. Y esto significa que estamos en un momento de desarrollo espiritual en el que podemos ser una luz para el mundo. Como dijo Jesús: "Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa". Mateo 5:14, 15. Pero si escondemos nuestra luz debajo de un almud no nos ilumina tanto como quisiéramos, porque esa luz aumenta en intensidad cuando ilumina a los demás.
La demanda cristiana es que enfrentemos los rasgos de nuestro propio carácter que interfieren con nuestra capacidad de ser la expresión clara del Amor. De modo que si alguien es impaciente, o tiene la tendencia a enojarse, o es cínico, o está absorbido por el sensualismo, siempre que esta persona trata de orar, estos elementos causan interferencia. Pero es necesario que el sanador tenga la capacidad de escuchar lo que Dios le está diciendo, y ver a los demás de la manera que Él los ve. En mi caso, si cada vez que trato de orar descubro que se hace presente algún desaire o insensibilidad en mi corazón porque me niego a perdonar algo, o me siento que soy una víctima — cualquiera sea la situación— yo tengo que resolver estas cosas a fin de poder continuar sanando y cristianizando mi vida. Para que eso ocurra, es esencial tener como prioridad espiritualizar mi pensamiento y expulsar de él esos rasgos anticristianos.
Entonces puedo escuchar el mensaje del Cristo y probar lo que dice Mary Baker Eddy: "El Espíritu imparte la comprensión que eleva a la consciencia y conduce a toda la verdad".Ciencia y Salud, pág. 505. El Espíritu nos da la habilidad que necesitamos para sanar.
¿Puede uno orar para tener esa habilidad, para ser competente? ¿Puede uno orar para creer en Dios?
Sí. La Sra. Eddy dice: "El deseo es oración..." ibíd., pág. 1. ¿Qué mejor deseo, qué deseo más correcto puede uno tener que creer en Dios?
¿Y qué me dice de tener la habilidad y demostrar competencia?
Sí, yo pienso que este deseo es bendecido por nuestro Padre. Jesús les dijo a sus seguidores: "Si puedes creer, al que cree todo le es posible". Y el hombre respondió: "Creo; ayuda mi incredulidad". Marcos 9:23, 24. Y Jesús no desechó esa súplica. La usó como base para demostrarle al hombre el poder sanador de Dios.
