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El presente y usted

Del número de enero de 2006 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Estaría de acuerdo si le digo que lo que usted está ahora pensando es todo lo que ahora ocurre en su vida?

El presente es todo lo que tenemos. No tenemos más que mirar a nuestro alrededor. El sol ya no está donde brillaba hace unos instantes, esa brisa que acaba de pasar por su ventana ya está a unas 5 cuadras de distancia y el silbido que termina de oír de esa locomotora ya se perdió en el pueblo vecino. Todo eso ya pasó y no volverá.

En este instante lo que queda y está más cerca de usted es su pensamiento.

Considere al escultor que trabaja en su obra. Si usted lo observa, verá que lo que está haciendo es trasladar la imagen de lo que ahora piensa a la piedra. Cada golpe de cincel es un ahora de su pensamiento.

Lo mismo es con cada instante de nuestro día. Cada paso que damos, cada palabra que proferimos, es el ahora de lo que pensamos.

El ahora no es una acumulación de pasados. Cada instante es único, es una oportunidad original que no se va a repetir más. Se le atribuye al filósofo griego Heráclito haber dicho algo así como que "el agua que se lleva el río no pasa dos veces bajo el mismo puente."

Asimismo, el pensamiento es nuestro capital, ahora. Es todo con lo que contamos ahora. Pero, he aquí lo maravilloso: que no somos nosotros los que originamos esos pensamientos que nos hacen sentir en paz, con bienestar y seguridad. La fuente constante y permanente de esos pensamientos no reside dentro del cuerpo ni en el universo físico. Es infinitamente más grande que todo lo que jamás haya concebido o percibido la conciencia humana. Los pensamientos de bien son de origen divino.

Un pensador iluminado que vivió 500 años a.C., y que la Biblia presenta bajo el nombre de Isaías, interpretó a la conciencia divina, o deidad creadora, como diciendo: "Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. (Isa. 55:8)

Lo invito a que por unos instantes piense en el poder absoluto que Dios, o la inteligencia divina, tiene sobre toda Su creación, que lo incluye a usted y a todos los que lo rodean. Dios es el bien en su vida, el bien en su hogar, el bien de su salud. Lo invito a que Lo tenga bien presente a Él y a que mantenga la esperanza de ver buenos resultados.

Este número de El Heraldo trata el tema de la naturaleza de la deidad y de los efectos maravillosos que podemos ver en nuestra vida cuando nos sometemos a Su influencia o gobierno de abundancia y salud.

Con afecto,

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