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"La honradez es poder espiritual"

Del número de marzo de 2006 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Todo sucedió una noche mientras manejaba de París a Berlín. Había mucha niebla y mi automóvil comenzó a dar vueltas al patinar sobre una capa de hielo. Se estrelló contra la protección divisoria de la carretera y se detuvo. Mis tres amigos y yo pudimos salir rápidamente del auto y llegar a lugar seguro. Momentos después, otro coche se estrelló contra mi auto y ambos quedaron totalmente destruidos. Afortunadamente, todas las personas involucradas en el accidente habían salido ilesas, aunque los cinco ocupantes del otro auto no tenían puesto el cinturón de seguridad.

Cuando la policía tomó nota de nuestras declaraciones en el lugar del accidente, dijeron que el otro conductor me culpaba a mí porque yo no había indicado la presencia de mi auto encendiendo las luces de precaución intermitentes. Pero yo les dije que había encendido tanto las luces largas como las de precaución. El policía me recomendó que consiguiera un abogado en Berlín.

Así lo hice. El abogado me dijo que él no dudaba de mi honradez, aunque de nada me ayudaría porque en la audiencia sería mi palabra contra la del otro conductor. Esencialmente me dijo: "Esta es una situación muy desagradable. Si usted no puede probar que las luces de precaución estaban encendidas la va a pasar muy mal. Lo único que lo podría ayudar sería una evaluación técnica. Pero eso tampoco es seguro". Y para terminar agregó: "Puede que usted se sienta muy afligido de aquí al juicio, así que trate de no preocuparse mucho".

Hice que le efectuaran una evaluación técnica al coche, la cual no pudo probar ni desaprobar lo que yo decía. De manera que seguimos envueltos en las contradictorias declaraciones de los conductores. El abogado me dijo que había perdido la última posibilidad de probar mi inocencia.

De inmediato me di cuenta de que yo no compartía en lo más mínimo ese punto de vista. Tenía mi conciencia tranquila. Sabía que era honesto en lo que estaba diciendo. Y recordé la siguiente declaración de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: "La honradez es poder espiritual".Ciencia y Salud, pág. 453. Conocía este libro desde hacía muchos años y tenía la costumbre de tomar frases del mismo para guiarme en la vida. En varias ocasiones encontré rápidamente frases e ideas que me causaron una profunda impresión y llegaron a mostrarme durante semanas el rumbo que debía seguir. Esas ideas me han guiado, fortalecido e incluso consolado en momentos de necesidad.

Decidí mantener en mi conciencia esa frase sobre la honradez hasta que la situación se resolviera. Se esperaba que la audiencia tuviera lugar en diez meses y yo estaba dispuesto a hacer buen uso de ese tiempo. Quería comprender mejor lo que Mary Baker Eddy quiso decir al escribir que la honradez es poder espiritual.

En los meses que siguieron tuve muchas oportunidades de comprender mejor esa frase. En ocasiones, esperaba con alegría y optimismo el día en que se probaría mi inocencia ante la ley. ¡Qué gran expectativa! Pero también, en mi interior a veces escuchaba decir al abogado que mi honradez de ninguna manera me podría ayudar. Llegué a la conclusión de que él pensaba así por lo que había visto en su profesión. Pero también me decía a mí mismo que a través del estudio de Ciencia y Salud y de su aplicación en mi vida, había tenido experiencias que confirmaban las declaraciones de Mary Baker Eddy.

Yo había decidido apoyarme en el poder que respaldaba esa frase, y comprendí claramente que no era mi responsabilidad especular sobre cómo se manifestaría la verdad. Mi labor era confiar en que esa declaración, que para mí era cada vez más una ley divina, me protegería y revelaría la verdad a todos los involucrados.

Noté que esa frase está en un párrafo bajo el título marginal "Conocimiento y honradez". Yo sabía que era honrado. Así que me pregunté: "¿Qué sé yo de la presencia de Dios? ¿Acaso sé realmente que Dios tiene el poder de hacer que todos los involucrados sepan la verdad? ¿Sé verdaderamente que puedo pensar en el resultado del juicio con toda tranquilidad, sin temor y sin duda?"

A veces mi confianza en el bien aumentaba. E incluso había días en que no pensaba para nada en el asunto. Poco a poco la inquietud dio paso a la certeza de que con Dios todas las cosas son posibles. Sabía que no estaba en mis manos determinar cómo se solucionaría el problema. Cuando pensaba en el juicio, sentía alegría, tranquilidad y expectativa del bien. Tenía gran interés en ver cómo el Amor divino probaría mi inocencia.

Después de casi un año y medio, me informaron que el juicio tendría lugar en unos días. Yo no necesitaba estar presente; el abogado había dado todos los pasos necesarios y se llegaría muy pronto a un veredicto.

Pocos días después, el abogado me llamó y ni bien escuché su voz supe que todo había resultado muy diferente a lo que él había esperado. "Usted no va a creer lo que pasó", me dijo. El policía que preparó el informe en el lugar del accidente, había sido citado por la corte y reiterado que él no tenía nada nuevo que agregar. Pero mientras esperaba a que lo llamaran a declarar, se había encontrado con un colega que tenía que entrar después de él a presentar evidencias en otro caso de accidente. Al conversar, descubrieron que ambos habían ocurrido la misma noche a tan solo unos 100 metros de distancia, y casi al mismo tiempo. Este colega que venía manejando del otro lado de la carretera, había visto apenas unos segundos antes, un coche amarillo detenido del otro lado de la ruta con las luces largas encendidas y las de precaución intermitentes. Él había hecho una nota al respecto poco antes de preparar el informe de "su" propio accidente, aquel por el cual había sido llamado. Su colega, es decir "mi" policía, se dio cuenta de inmediato de que se trataba de mi coche Renault Simca amarillo y le pidió a su colega que se presentara a la audiencia con él e hiciera esta declaración. La corte la aceptó de inmediato y de esa forma fue demostrada mi inocencia.

"Usted no va a creer lo que pasó".

De acuerdo con el abogado, ésa fue una coincidencia increíble o un milagro difícil de concebir. En toda su carrera no había visto algo así. Terminó la conversación diciendo que verdaderamente era algo para celebrar y me felicitó por el veredicto.

La verdad que sí, era algo para celebrar. Me embargó una profunda paz, alegría y gratitud por haber experimentado en mí mismo el mensaje sanador de la declaración "La honradez es poder espiritual". Había percibido cómo el espíritu del mensaje de Ciencia y Salud, en una frase que hice mía, me había acompañado e inspirado durante meses. Usted también puede hacer suyas estas frases en su propia vida.

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