Aveces es difícil determinar qué ocurre en una relación para que ambos cónyuges lleguen a la conclusión de que están cansados y aburridos el uno del otro. Puede que la rutina y los desafíos lleven a que la relación se deteriore y surjan problemas.
Esto es justamente lo que nos ocurrió a mi esposo y a mí, tras casi 20 años de matrimonio y la crianza de cuatro hijos, ahora adolescentes.
La separación estaba fuera de toda consideración. Siempre he tenido la convicción de que el matrimonio es uno solo. Nunca había querido pensar en separarme o en divorciarme. Me acordaba mucho de la cita de la Biblia que dice: “Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”. Mateo 19:6.
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