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La curactión metafísica

Callada confianza

Del número de mayo de 2006 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La niña abre la puerta y dice: “Mamá no se encuentra”. Pero la recién llegada, quien ha venido en busca de una practicista de la Christian Science para encontrar curación, no se va con las manos vacías. La niña la invita a pasar. La visitante entra y al rato sale sintiéndose bien. La niña de seis años, cierra la puerta a sus espaldas y no puede evitar sonreír; conoce muy bien el poder que tiene la Christian Science para sanar. Y si bien ésta es la primera incursión en la práctica sanadora, se siente cómoda, es algo con lo que está muy familiarizada. Parece que el sentimiento del que hizo eco décadas después, estuvo siempre en su corazón: “No puedo recordar un momento en que no haya querido ser practicista”.

Debo insistir en la perfección del ser hasta que se produce la curación.

Dada la crianza que tuvo, quizás fuera natural que Dorothy Stoddart-Watson haya encontrado la práctica, o que la práctica la haya encontrado a ella. “Siempre supe de la Christian Science”, dice. “Mi madre y una de sus mejores amigas eran practicistas. Así que fui testigo de la curación — de muchas curaciones — y me pareció que sería algo hermoso en qué ocupar todos los momentos de mi vida”.

Anuque no fue sino hasta 1963, después de incursionar en el campo del derecho y del traductorado, que Dorothy se anunció como practicista en las páginas de la revista The Christian Science Journal, su niñez y juventud se caracterizan como una clara preparación para lo que sería su vida y obra. De hecho, esta practicista y maestra de la Christian Science de Oxford, Inglaterra, dice que esas lecciones — que aprendió de niña al orar por ella misma y por otras personas — fueron la base de su práctica de hoy.

Dorothy, a menudo la confianza surge al haber tenido éxito. No obstante, mucho antes de que tuviera experiencia como Cientifica Cristiana, usted sin temor alguno ocupó el lugar de su mamá. ¿De qué manera esa confianza a edad temprana modeló su idea de la práctica?

En cierta forma, parece que nuestra confianza aumenta al ver resultados. Yo vi las curaciones que realizaba mi madre y ciertamente eso me dio la confianza de que la curación es algo natural y que podemos esperar que se manifieste. Pero pienso que la confianza que realmente sana es aquella que encontramos al tener fe en Dios, porque ese confiar, ese apoyarse en Él, nos ayuda a ver que es la fuente misma de la curación. Cuando le confiamos a Él nuestras oraciones y deseos, percibimos que es el Pastor amoroso que nos encuentra y nos muestra lo que necesitamos saber.

Así que realmente consiste en una relación donde existe confianza.

Claro que sí. Al ir desarrollando mi relación con Dios, no sólo me he encontrado a mí misma en una comunión más constante con Él, sino que ha aumentado mi expectativa de que la ayuda va a estar allí y que siempre tendré lo que necesito.

En mi práctica, siempre recuerdo que la curación es reveladora. Cuando estaba en la universidad, vino un estudiante a nuestra organización de la Christian Science y preguntó si alguien le podía exponer esta Ciencia en pocas palabras. Bueno, me fui a casa y oré antes de irme a dormir. En medio de la noche me desperté con dos frases de Mary Baker Eddy en el pensamiento. La primera era: “...Dios perfecto y hombre perfecto; como base del pensamiento y de la demostración”. Véase Ciencia y Salud, pág. 259. Y la segunda era: “...no hay poder ni realidad en el mal”. Véase ibíd., pág. 186.

Desde ese entonces he apreciado mucho la respuesta que obtuve, porque siento que cuando damos un tratamiento en la Christian Science buscamos que nuestra consciencia perciba esas dos declaraciones. Y cuando lo logramos, la Verdad sana al paciente, porque llegamos a ver que la Verdad hace lo que siempre ha estado haciendo, es decir, revelar la armonía que jamás ha sido interrumpida.

La curación no consiste en cambiar las circunstancias o condiciones discordantes o problemáticas en circunstancias o condiciones armoniosas y libres de problemas. La curación consiste en revelar que la perfección de Dios y de Su universo, de la Mente y su manifestación, nunca ha cambiado y nunca puede cambiar. Cuando adoptamos esta actitud y nos aferramos a ella, el problema, el error, desaparece, porque no tiene de dónde aferrarse.

Nuestro punto de partida es la perfección porque sabemos que Dios es perfecto; Vida, Verdad, Amor perfectos, sin la más mínima parte de mal. “... un Principio perfecto y una idea perfecta”, ibíd., pág. 259. como dice M. B. Eddy en Ciencia y Salud.

Que ella más tarde explica con esta declaración categórica: “Dios es el creador del hombre, y permaneciendo perfecto el Principio divino del hombre, la idea divina o reflejo, el hombre, permanece perfecto”. ibíd., pág. 470. Eso da mucha confianza. El hombre permanece perfecto. Punto. Yo recurro a esta idea a menudo cuando me siento desalentada.

Hay una palabra que me gusta mucho: persistencia. Un Científico Cristiano necesita ser persistente porque algunas curaciones son instantáneas, pero hay otras que no lo son. No debemos preocuparnos ni tener temor cuando necesitamos orar un poco más, porque vale la pena persistir en la verdad, y estamos a salvo cuando nos aferramos a ella.

Esto es como cuando en la casa hay una ventana que no está limpia: uno toma un recipiente con agua y jabón, friega el vidrio, lo enjuaga y la ventana queda limpia. Pero si uno llega a una casa que ha estado deshabitada por 20 años, las ventanas van a estar sucias con hollín y grasa y va a necesitar más que un recipiente de agua y un suave frote para limpiarlas. Pero en ningún momento dirímos: “Van a quedar siempre sucias”. Vamos a fregar, raspar y lavar una y otra vez confiando en que debajo de esa suciedad hay una ventana perfectamente limpia, y vamos a insistir hasta que quede reluciente.

Me dijeron que con el tiempo me quedaría ciega, pero no tuve miedo.

Así que, el primer paso es confiar en que hay una ventana limpia allí debajo, confiar en esa perfección inalterable. Pero el segundo paso es eso maravilloso que sabemos en la Christian Science, y es el hecho de que el mal no tiene poder ni realidad. Es simplemente una neblina, un sentido equivocado de las cosas, y tenemos que ver más allá de eso, ver lo verdadero. Por más densa que parezca esa neblina, es importante recordar que no es más que una equivocación, un error, y que una declaración verdadera es lo suficientemente poderosa como para corregirlo.

Cuando recién comenzaba la práctica sanadora, alguien de mi iglesia me pidió ayuda. Habían recurrido a varios practicistas, así que cuando vinieron a mí pensé: “Soy una principiante, ¿tomo el caso o no?” Me pareció correcto aceptar, así que oré con persistencia, pero aún así parecía no haber progreso.

Finalmente me dirigí a Dios y dije: “Dios mío, necesito una respuesta”. El tema de la Lección Bíblica Se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Christian Science. de esa semana era “Adán y el hombre caído”, y tenía citas de los relatos de la creación en los capítulos 1 y 2 del Génesis. Una de las citas se refería al comienzo del segundo relato de la creación, diciendo: “Subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra”; Génesis 2:6. y Ciencia y Salud define este relato como “la historia del error”. Ciencia y Salud, pág. 521.

En ese momento me di cuenta de que el vapor que se menciona en el capítulo 2 no es nada más que un sentido equivocado de las cosas. De modo que, si uno tiene primero la Verdad y luego se le presenta un sentido equivocado de la Verdad, la manera de volver a la Verdad es eliminar ese concepto falso. Entonces me pregunté: “¿Qué elimina el vapor, o neblina?” El sol, por supuesto. Y Mary Baker Eddy da el sentido espiritual del sol en el Glosario de Ciencia y Salud, definiéndolo como “el símbolo del Alma gobernando al hombre...” ibíd., pág. 595. Entonces, si el Alma gobierna al hombre y todas las cosas, eso elimina por completo cualquier sentido equivocado de que el hombre pueda estar enfermo, ser un pecador o menos que perfecto. Me aferré a eso, y pronto percibí muy claramente que ese gobierno del Alma era una realidad. Como consecuencia, el paciente sanó.

Eso me recuerda otra palabra del relato de la creación: expansión (firmamento). M. B. Eddy capta muy bien el sentido inspirado de este término cuando lo llama: “Comprensión espiritual; la línea científica de demarcación entre la Verdad y el error, entre el Espíritu y la llamada materia”. ibíd., pág. 586.

Me encanta la idea de mantener clara esa demarcación. En otras palabras, no es suficiente ver la diferencia entre el error y la Verdad; debemos mantener una clara distinción entre ellos. Y esto es el paso adicional que a menudo produce la curación; porque cuando en una situación difícil mantenemos clara esa demarcación estamos distinguiendo entre la realidad y la irrealidad, y nos mantenemos del lado de la realidad porque verdaderamente la comprendemos, entonces se produce la curación.

La Christian Science consiste mayormente en percibir con claridad. Cuando era adolescente aprendí una hermosa lección sobre percepción y discernimiento a la que he recurrido muchas veces a través de los años. Resulta que tenía un grave problema en la vista y mis profesores insistían en que me hiciera ver por un doctor. Los médicos me dijeron que, con el tiempo, me quedaría ciega y que ellos no podían hacer nada. Pero yo no tenía miedo. Mi madre y yo pensamos: “¡Qué bien!, esto le deja el campo libre a la Christian Science”. Entonces decidí resolver las cosas por mi cuenta. (Consideré que me traería una buena experiencia en la práctica.)

Pensé mucho y obtuve muchas ideas al leer sobre las curaciones de ciegos que hizo Jesús, según relatan los Evangelios. Pero el momento decisivo se presentó una noche en Londres, en una Sala de Lectura de la Christian Science donde había entrado para protegerme de la lluvia. Allí me sentí impulsada a buscar los términos percibir y discernir en un diccionario. Mary Baker Eddy utilizó estas palabras en relación a la vista y los sentidos y quería saber cuáles serían las raíces de las mismas.

Vi que la raíz de la palabra percibir no sólo significaba ver a través, sino también ver a través de. Así que en mi caso significaba ver a través de algo. De manera que no era sólo cuestión de ver a través del error, sino de ver hacia la realidad de la creación de Dios.

También recordé que M. B. Eddy dijo: “Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto, que aparecía a él donde el hombre mortal y pecador aparece a los mortales”. ibíd., pág. 476. De modo que Jesús no miraba simplemente más allá del error; él veía más allá para ver al hombre perfecto, y de ese modo uno podría decir que nunca veía el error. Me di cuenta de que tenía que hacer eso por mi propio bien y el de la práctica. Tenía que ver más allá de todas las mentiras acerca del hombre creado por Dios y ver perfección, esa ininterrumpida perfección del ser. En eso consiste ver de verdad.

En cuanto a la palabra discernir también fue muy útil porque la raíz latina significa ver o comprender la diferencia entre dos opuestos y mantener una clara distinción entre ellos. Y ese es nuestro verdadero trabajo como Científicos Cristianos, ¿no es así?

Me imagino que esto también llevó a una completa curación.

Así es. Oré durante varios años, pero cuando llegó la curación, se produjo de repente. Un día se me había hecho tarde, y salí corriendo de la casa sin los anteojos. (Dentro de la casa nunca los usaba.) Entré al metro, cambié de trenes dos veces y cuando llegué a destino llovía a cántaros, pero la lluvia no me mojaba los anteojos. Allí me di cuenta de que no los tenía puestos, no obstante había podido leer todos los anuncios. A partir de ese momento no volví a usarlos.

Me encanta el hecho de que esos conceptos básicos de percibir y discernir fueron claves en esa experiencia. La Christian Science es algo simple, pero simple e inspirado, ¿no?

El Apóstol Pablo nos dijo que no perdiéramos “la sencillez y pureza que es en Cristo”. 2 Corintios 11:3, Versión Moderna. Me encanta pensar que la Ciencia es maravillosamente simple, y siempre será simplemente maravillosa. Por ejemplo, en la pintura, hay tres colores primarios: azul, rojo y amarillo. Pero con estos tres uno puede formar todos los colores que crearon las obras maravillosas de Miguel Ángel, Constable y todos los maestros. Pero cuando uno descompone esos colores, se queda con los tres primarios.

Así que en cualquier situación, podemos contar con esos colores básicos, esas verdades simples y básicas de las que usted estaba hablando. Y luego tenemos la inspiración que crea la obra maestra, lo que la Mente divina nos muestra en un caso dado. Eso es todo. Cualquiera sea la situación, la Mente es la que revela cómo podemos combinar esas ideas para responder a la necesidad del momento. La Mente divina sabe la respuesta y la revelará, y si mantenemos esa simplicidad, obtenemos los mejores resultados.

Una vez fui a comprar el diario y pasé por una calle donde todas las casas tenían su garaje a la calle. Un vecino había puesto un cartel que decía “Por favor, deje siempre este espacio libre”. Yo estaba luchando con dos casos difíciles y cuando leí el cartel fue como si lo hubieran escrito para mí. “Dorothy, por favor, manténte siempre libre”. Eso terminó con la lucha y la sensación mesmérica de que no estaba progresando. Fue algo muy simple que me ayudó a aclarar mis pensamientos.

De modo que la práctica no consiste tan solo en desarrollar la disposición de escuchar y de ser receptivos a los mensajes de Dios, no importa cómo vengan. Sino también consiste en confiar en que esos pensamientos inspirados están presentes y los podemos escuchar.

Sí, es tener confianza en que tendremos lo que necesitamos. Por eso es importante estar preparado todos los días, llenando nuestros pensamientos con la verdad del ser, la verdad acerca de Dios y Su idea. Y si hacemos esto, llegamos a ser una “luz en el mundo”. Mateo 5:14.

Cuando yo era muy pequeña, tenía dos tíos que cuidaban un faro en el Norte de Inglaterra. En una ocasión fuimos a visitarlos, y mi tío George me llevó al faro. Él era un cristiano muy fiel, y me dijo: “Dorothy, te voy a mostrar cómo ser una buena luz para el Señor”.

Y me enseñó cómo ser una buena luz mostrándome lo bien que cuidaba del faro. Cada día se aseguraba de tener todo el aceite necesario. Limpiaba la mecha para que la luz pudiera permanecer encendida y mantenía concienzudamente limpias las ventanas para que la luz pudiera brillar a través de ellas.

Como faros del Amor, necesitamos mantener viva nuestra luz.

Así fue que aprendí que ser una luz para el mundo significa llenar nuestros pensamientos de amor, caridad e inspiración, eliminando todo pensamiento malvado, todas las cosas negativas, todos los temores, y luego expresar amor a todo el mundo. Y he descubierto que cuando uno hace eso, cualquier barco que pase — cualquier persona que uno encuentre — será bendecido por su luz. Y en eso consiste la práctica. En brillar, brillar con esa comprensión del Amor divino. Entonces uno puede sanar.

Me gusta lo que dice Mary Baker Eddy en el Manual: “Yo recomiendo que cada miembro de esta Iglesia se esfuerce por demostrar con su práctica que la Ciencia Cristiana sana al enfermo rápida y completamente, probando así que esta Ciencia es todo lo que afirmamos que es”. Manual de La Iglesia Madre, pág. 92. Ella tenía confianza en todos nosotros. No le estaba hablando a una pequeña elite — a practicistas y maestros de la Christian Science— sino a cada miembro. Ella esperaba que fuéramos sanadores. ¿Por qué? Ella nos lo dice bien claro: porque “la Ciencia Cristiana sana al enfermo rápida y completamente”.

Eso es lo que está haciendo la Christian Science. Y cuando ponemos nuestra fe en ello, en Dios y en Su amor infinito, es increíble lo que puede suceder. Entonces no tendremos en nuestras iglesias tan solo miembros que concurren a los servicios, sino Científicos Cristianos activos que demuestran con sus vidas y obras que “...'Dios es Todo en todo'”, como dice M. B. Eddy: “y la luz del Amor siempre presente ilumina el universo”. Ciencia y Salud, pág. 503.

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