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La curactión metafísica

La base de la curación espiritual

Del número de mayo de 2006 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


y de la redacción de El Heraldo conversaron con maestra y practicista de la Christian Science de San Diego, California. Esta conversación aparece en su totalidad en uno de los programas radiales de El Heraldo que se transmiten por emisoras locales.

La curación espiritual ha sido fundamental en mi vida. Para mí ha sido más que fe; ha sido el resultado del entendimiento de la relación que existe entre Dios y el hombre. Todos mis pensamientos, todas mis acciones, todo mi ser, están basados en esa relación. Es lo que me mantiene segura y a salvo. Por eso, cuando algo no marcha bien, lo primero que hago es recurrir a Dios.

Mi relación con Él se basa en el amor. No tanto en mi amor por Dios, sino en el amor que Él siente por mí. La Biblia dice: “Dios es amor”. 1° de Juan 4:16. Y ¿qué tipo de amor es ése? Es un amor infinito, eterno, es un amor que no viene con condiciones. No tiene las limitaciones del amor humano, que siempre viene acompañado del miedo a perderlo.

Enrique: Tal vez, percibir ese amor te hace sentir gratitud.

Olga: Más que gratitud, porque si bien estoy agradecida, también comprendo que ese amor es el reflejo del Amor que es Dios y que es imposible guardárselo para uno mismo. Hay que compartirlo. Si veo alguna situación o a un ser querido con una necesidad, no lo tengo que pensar dos veces. Recurro a ese Amor que está siempre presente.

Es de enorme ayuda recordar el Padre Nuestro, donde dice: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Mary Baker Eddy da el sentido espiritual de esa frase: “Capacítanos para saber que — como en el cielo, así también en la tierra — Dios es omnipotente, supremo”. Ciencia y Salud, pág. 17.

Enrique: Ahí mencionaste otro elemento fundamental en la curación espiritual: la oración.

Olga: Sí, la oración es básica, y no es tanto una petición a Dios para que sea bueno, que me salve, que me oiga, sino una oración que me pone en contacto con la Verdad, con el hecho de que Dios está siempre presente. No es que Él esté consciente de que alguno de Sus hijos tenga una necesidad, sino que esa oración mantiene el pensamiento tranquilo, claro, y nos permite ver cuál es la realidad de la situación.

Enrique: Patricia, ¿qué has encontrado en la Biblia sobre el tema?

Patricia: Como sabemos la curación espiritual no es algo nuevo. Lo encontramos en muchos pasajes de la Biblia. De hecho, en Éxodo dice: “Yo soy Jehová tu sanador”. Éxodo 15:26. Pero pienso que tal vez para muchos la curación espiritual parezca algo milagroso, o que está fuera de nuestro alcance y que sólo alguien tan puro como Cristo Jesús puede lograr. Pero el estudio de la Christian Science pone a nuestro alcance la curación espiritual en el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Cuando uno lo estudia llega a cambiar nuestra vida y vemos la posibilidad de sanar enfermedades o armonizar situaciones mediante la oración.

Esta oración no es una fe ciega, sino científica, que requiere conocer mejor a Dios y a nosotros mismos como Sus hijos. Requiere expresar mayor humildad y gratitud, y ser persistentes. M. B. Eddy afirma que “las oraciones de Jesús eran profundas y concienzudas declaraciones de la Verdad”, Ciencia y Salud, pág. 12. o sea de la unidad del hombre con la Verdad y el Amor.

También ella dice que es necesario superar los aspectos negativos de nuestro carácter. Escribe: “En paciente obediencia a un Dios paciente, laboremos por disolver con el solvente universal del Amor la dureza adamantina del error — la obstinación, la justificación propia y el amor propio — que lucha contra la espiritualidad y es la ley del pecado y la muerte”. ibíd., pág. 242.

En la Biblia hay un relato que ilustra lo que ella dice. Se trata de la historia de Naamán, general del ejército sirio. Él era un hombre muy valiente, aunque leproso. Entonces una cautiva de la tierra de Israel que asistía a su esposa, le comentó que si él fuera a ver al profeta Eliseo que estaba en Samaria seguramente sanaría. Naamán fue con un ejército a ver al profeta, pero cuando llegó a la puerta de su casa, Eliseo envió un mensajero a decirle: “Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio”. 2º de Reyes 5:1-14. Naamán se puso furioso porque el profeta no salió a recibirlo y por enviarlo a lavarse en un río de Israel. Pero sus siervos le dijeron: “Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? Cuanto más diciéndote lávate y serás limpio”. Entonces Naamán se lavó en el Jordán y quedó limpio de su enfermedad. Esto prueba que al dejar de lado su orgullo y mostrar sincera humildad la curación fue inevitable.

De modo que se trata básicamente de orar con firmeza, reconociendo que lo que estamos tratando de cambiar no es un cuerpo físico, sino el pensamiento que tenemos acerca de nosotros mismos, y al hacerlo se produce la curación.

Enrique: Olga, ¿qué dirías que quisiera interponerse para que lográramos la curación? ¿Tal vez, un sentido de culpabilidad que nos dice que merecemos estar enfermos?

Olga: Sí, no sólo ese sentimiento de culpabilidad, sino otras cosas que yo pongo en la categoría de “pero”. Uno piensa: “Estoy dispuesto a tornarme a Dios y a orar”, y seguidamente viene un pero: “Debes haber hecho o pensado algo malo y por eso ahora lo estás pagando”.

Una de las primeras cosas que se aprenden con el estudio de la Christian Science es que Dios es la única causa. Dios es bueno, es Amor, y no se contradice a Sí mismo. Es imposible que esa fuente de amor eterno, infinito, sin condiciones, pueda a la vez crear o mandar algo que cause sufrimiento, en lugar de enseñar y elevar. Pensar que el sufrimiento es necesario para pagar deudas es no comprender la naturaleza divina. En Ciencia y Salud leemos: “Nuestra ignorancia respecto a Dios, el Principio divino es lo que produce la aparente discordancia, y comprenderlo a Él correctamente, restaura la armonía”. Ciencia y Salud, pág. 390. Después continúa: “Cuando se presenten los primeros síntomas de enfermedad, combatid el testimonio de los sentidos materiales con la Ciencia divina”.

Y es justamente eso lo que hago. Cada vez que se me presenta alguno de esos “peros”, ni siquiera los contesto porque es tan solo una sugestión, no es la verdad. Entonces me mantengo firme y oro. La oración es importante porque me ayuda a mantenerme enfocada en la Verdad, en lo que Dios es y está haciendo, no en lo que el cuerpo o los sentidos materiales están gritando.

Enrique: También existe la tendencia a creer que algo tiene que cambiar en nuestro cuerpo.

Olga: Eso es muy mesmérico, como que quisiera hipnotizarnos. Por eso la oración es tan importante, porque no se basa en la información que viene del cuerpo, sino en la que viene de Dios. Consiste en pensar en qué es Dios, cuál es nuestra relación con Él, y mantener el pensamiento enfocado en eso, en lugar de aceptar lo que nos dicen los sentidos físicos.

M. B. Eddy se refiere a esto cuando dice: “Si buscamos placer en el cuerpo, encontramos dolor. Si buscamos Vida encontramos muerte. Si buscamos Verdad encontramos error. Si buscamos Espíritu encontramos su opuesto, la materia. Ahora bien, hágase lo contrario. Volved vuestra atención del cuerpo hacia la Verdad y el Amor, el Principio en que se basa toda felicidad, armonía e inmortalidad. Mantened vuestro pensamiento firmemente en lo perdurable, lo bueno y lo verdadero, y los experimentaréis en la medida en que ocupen vuestros pensamientos”. ibíd., pág. 260.

Dios es la única causa.

Eso no quiere decir que orar significa no hacer nada, o que ignoramos lo que le pasa al cuerpo, sino que encaramos el problema de una manera totalmente distinta. La experiencia nos enseña que hay que seguir adelante y no dejarse descorazonar ni dudar, porque ya sabemos cuál es la realidad. Cuando yo comienzo a orar ya sé que el resultado sólo puede ser el bien.

Enrique: Muchas veces se piensa que esta curación depende de nuestro esfuerzo personal. ¿Qué puedes decirnos sobre esto?

Olga: Podemos aprender del Maestro, Cristo Jesús, cuando dijo: "No puedo yo hacer nada por mí mismo". Es bueno cuidarnos de no caer en la trampa de creer que "yo soy la creadora o la responsable". Yo no soy responsable de que dos y dos sean cuatro, pero entiendo el principio de las matemáticas y no tengo duda de que cada vez que use dos y dos van a resultar en cuatro. Y si alguien se equivoca y me dice que son siete, es mi responsabilidad hacerle ver que eso no es así y demostrárselo.

Enrique: A veces puede que nos invada un sentimiento de autocompasión que nos hace pensar que somos víctimas indefensas.

Olga: Esa autocompasión de pensar en "pobrecito yo", tiende a frenarnos, a no dejarnos levantar la vista y ver la realidad acerca de la situación, a ver que no se trata de mí sino del infinito y eterno Amor que es Dios. Ese "pobrecito yo" es un pensamiento limitado, mezquino, que no va más allá del amor propio. Es el amor a Dios lo que nos saca la venda de los ojos y nos abre los cielos de par en par.

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