Cuando te sientas fatigado no desmayes,
detente y contempla el palpitante paisaje que te rodea.
Mira cómo las blancas nubes adornan el profundo azul del cielo
y riegan los campos, poblados de simientes y frutos.
Escucha el murmullo de la fuente que aunque parece solitaria,
con sus rítmicas notas a las almas cansadas aquieta.