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Una serie especial

Cinco conceptos Cristianos

Primera Parte: El sacramento

Del número de enero de 2007 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras fue publicado por primera vez en 1875. Cuatro años después, su autora, Mary Baker Eddy, fundó La Primera lglesia de Cristo, Cientifico, con el fin de difundir las enseñanzas de este libro. No obstante, muy pronto, ella se dio cuenta de que la personalidad y la politica —todo tipo de opiniones y prejuicios humanos— podian influenciar a los miembros de cualquier denominación religiosa. En consecuencia, en 1894, designó un pastor impersonal —único en su género, compuesto por dos libros, la Biblia y Ciencia y Salud— para que enseñara, mantuviera, guiara y apoyara la lglesia que ella fundó, para siempre.

Hoy en dia estos dos libros siguen ofreciendo a sus lectores, a cada instante, mensajes sanadores que nutren, consuelan, brindan energía y sanan a todo aquel que los estudia. Si se los considera juntos, estos dos libros ofrecen una ayuda práctica e inmediata, asi como respuestas espiritualmente satisfactorias que ningún pastor humano podria proporcionar. También dan respuestas cientificas sobre cómo sanar todos los problemas que enfrenta la humanidad. Estos libros son realmente un pastor universal, siempre al alcance de todo el mundo, las 24 horas del dia, ahora y por toda la eternidad.

Estos dos libros colaboran juntos. Ciencia y Salud "abre" las Escrituras a través de la revelación divina, y la Biblia apoya el fundamento y la existencia misma de Ciencia y Salud. Precisamente, debido a que este último ahonda en el significado espiritual de la Biblia, los Cientificos Cristianos han obtenido profundas vislumbres que amplían y enriquecen los conceptos cristianos tradicionales que han estado en práctica por miles de años.

Esta primera entrega de "Cinco conceptos cristianos" comienza con un articulo de Mary Trammell sobre el sacramento. Las siguientes cuatro entregas hablarán sobre otros conceptos religiosos desde la perspectiva de la Ciencia Cristiana: la comunión, el nuevo nacimiento, el bautismo y la resurrección. Después de siglos de tradiciones religiosas, tales como la comunión compartiendo el pan y el vino, el bautismo con agua, y la conmemoración anual de la resurrección de Jesús durante la Pascua, la Ciencia Cristiana dilucida los ritos religiosos y abraza sus significados más profundos. De modo que, lo invitamos a explorar lo que estos dos libros tienen que decir...

Una cosa es el símbolo... y otra lo que es verdadero. Un logotipo o lema puede que sea el símbolo internacional de cierta clase de refresco o automóvil, pero no puede de ningún modo saciar su sed ni transportarlo al lugar donde usted quiere ir. Quizás una bandera represente a su país de origen, pero no puede expresar el idioma, la cultura ni la belleza de su tierra. Y un anillo de casado es un símbolo del matrimonio, pero sólo representa el compromiso y el afecto perdurable que una pareja pueda sentir el uno por el otro.

Lo mismo ocurre con los símbolos del sacramento cristiano. A lo largo de los siglos se fue desarrollando toda una tradición en el uso de estos símbolos, pero el aspecto "genuino" del sacramento va mucho más allá de lo que cualquier señal o ritual visible pueda transmitir. El verdadero sacramento cristiano cambia la vida, transforma el mundo, es revolucionario. Se trata de nuestra unicidad con Dios. Nuestra continua y por siempre constante comunión con la Deidad. Nuestra conexión directa, inquebrantable e íntima con el divino Padre-Madre.

El sacramento que Jesús celebró

En la antigüedad, el sacramento era un juramento de lealtad que se hacía a un líder militar. No obstante, fue Cristo Jesús quien vivió más plenamente el sacramento como un pacto con Dios, y ayudó de la mejor manera al mundo a comprender lo que significa tener comunión, o sea, tener una sola mente, con Dios. Él explicó: "Yo y el Padre uno somos".
 Juan 10:30. Y cuando la gente quiso apedrearlo por decir eso, él habló de sus "obras" —de su increíble y sin precedente registro de curaciones del pecado, la enfermedad e incluso de la muerte— como prueba de su unidad con Dios. Dijo: "Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre".
 Juan 10:37, 38.

Los símbolos materiales pueden actuar en contra de la verdadera comunión.

Pero para Jesús no era suficiente que su vida estuviera unida a Dios, sino que oraba intensamente para que sus seguidores, por todos los tiempos, formaran parte de esa unidad con el Padre que el Cristo tenía: "para que todos sean uno, como tú, oh Padre en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros".
 Juan 17:21.

Para consagrar esta unicidad, en las últimas horas antes de su crucifixión, él reunió a sus discípulos más cercanos instándolos a que se unieran con el "cuerpo" y la "sangre" de la misión de su vida de salvar y sanar. Y como símbolo de ese nuevo compromiso con esta misión del Cristo, los invitó a partir el pan y a beber vino con él.

Se agregan prácticas rituales

Lamentablemente, con el paso de los siglos después de la crucifixión y resurrección de Jesús —y especialmente a medida que fue menguando el compromiso inicial de sus seguidores con la misión del Maestro de practicar la curación espiritual— en muchos casos, la forma del sacramento fue eclipsando cada vez más su sustancia, en la Iglesia cristiana. Modelos de adoración rutinarios y faltos de entusiasmo reemplazaron el fervor pentecostal original. Juan de Patmos criticó de manera contundente este enfoque insípido y dijo a los cristianos de Éfeso: "...has dejado tu primer amor".
 Apocalipsis 2:4.

De modo que el concepto de sacramento gradualmente se transformó en una institución en la cual las ceremonias, ritos y tradiciones litúrgicas a menudo tenían más preponderancia. El momento sacramental tan sencillo que Jesús había compartido con sus discípulos, de alguna manera se multiplicó y se transformó en un espectro de siete sacramentos: bautismo, confirmación, eucaristía, penitencia, extremaunción, ordenación y matrimonio. Cada uno de ellos era administrado por un intermediario, un miembro del clero. Mientras que la comunión o eucaristía, a menudo fue reducida al simple acto de comer pan y tomar vino bendecidos por una iglesia oficial.

Trágicamente, la idea de tener una comunión directa entre el creyente y Dios, pareció casi perdida.

Regreso al sacramento cristiano original

Uno de los aspectos más radicales de la teología que Mary Baker Eddy reveló en su libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, fue el regreso a la sencillez y pureza del sacramento original que Jesús dio al cristianismo. El libro explica: "Nuestra eucaristía es la comunión espiritual con el único Dios".
Ciencia y Salud, pág. 35. Sin intermediarios, sin clero, sin símbolos materiales. Tan sólo un corazón receptivo y agradecido en comunión humilde y directa con el Padre y Madre del universo. Este intercambio natural entre el Creador y la creación es enteramente espiritual, y está basado en la unidad del hombre con Dios. La verdad es que los símbolos materiales pueden actuar en contra de la verdadera comunión, amenazando su integridad misma. Ciencia y Salud declara con audacia: "El verdadero significado espiritual del sacramento se pierde si éste se limita al uso de pan y de vino".
 ibíd., pág. 32.

No es de sorprender que la Iglesia que fundó Mary Baker Eddy en 1879 refleje este concepto de sacramento radicalmente nuevo y antiguo a la vez. El Manual de la Iglesia que ella escribió, demanda un servicio de Comunión nuevo y maravilloso, una forma profundamente espiritualizada y significativa de adoración de la congregación. En ella no hay ninguno de los símbolos y ritos materiales tan tradicionales. El elemento fundamental del servicio religioso, que se celebra dos veces al año, es una Lección Bíblica sobre el "Sacramento" que incluye pasajes de Ciencia y Salud sobre el tema.

La innovación de la oración silenciosa en común

Para muchos concurrentes, lo más destacado del servicio de Comunión de la Ciencia Cristiana, es algo que no tiene precedente en la historia del sacramento cristiano: Una Comunión totalmente en silencio. Después de la lectura de la Lección Bíblica, explica el Manual de la Iglesia: "El Primer Lector invita brevemente a la congregación a arrodillarse en comunión silenciosa". Lo que sigue es una intensa y profunda experiencia cristiana. Cada persona callada y humildemente —de rodillas— tiene su comunión directamente con Dios, a su propia manera. Luego, aún de rodillas, la congregación repite en voz alta el Padre Nuestro.
Manual de la Iglesia, pág. 125—126.

¿Cuál era exactamente el propósito de esta oración silenciosa en el nuevo servicio de comunión? Esta explicación, publicada en el número de Agosto de 1889 de The Christian Science Journal, es una indicación de las grandes expectativas que Mary Baker Eddy tenía de ese momento profundamente personal de comunión individual con Dios. "El sacramento será observado... por cada miembro durante un corto intervalo de solemne y silencioso auto examen respecto a su aptitud para ser llamado seguidor de Cristo, la Verdad; respecto a su verdadero amor por el hombre, y su hermandad y comunión con Cristo; respecto a si está adquiriendo la comprensión y demostración de la Verdad y el Amor, saliendo del mundo y separándose del error; siendo cada vez menos egoísta, más caritativo y espiritual; sí, siendo merecedor de su elevado llamado. Este auto examen deberá realizarse mediante la oración en silencio que echa fuera el error y sana al enfermo, y con la sagrada resolución de compartir del pan que viene de los cielos, y beber de su copa de dolor y persecuciones mundanas, pacientemente por Cristo (por la Verdad), sabiendo que si sufrimos por la justicia, somos bendecidos por nuestro Padre".
The Christian Science Journal, Agosto 1889, pág. 259.

La mente carnal se opone a nuestro impulso natural de tener comunión con Dios.

Tomar la cruz y llevar la corona

Nadie podría leer el capítulo "Reconciliación y Eucaristía", que escribió Mary Baker Eddy, sin enfrentarse con el hecho de que, en la experiencia sacramental, un sincero examen personal y la regeneración son fundamentales. Simplemente realizar los movimientos de la Comunión no purifica el corazón ni produce una transformación interior. Ella escribe: "Los cristianos tienen que tomar las armas contra el error en casa y fuera de ella. Tienen que combatir el pecado en sí mismos y en los demás, y continuar esta milicia hasta que hayan acabado su carrera".
Ciencia y Salud, pág. 29. Sólo entonces pueden ser renovados a semejanza del divino, y reanudar su camino espiritual de la mano de Dios. Sólo entonces pueden participar de la misión que tuvo la vida del Maestro, y confiar en que llegarán a ser sanadores cristianos eficaces.

Ese capítulo continúa diciendo que el camino para espiritualizar el pensamiento y ser transformados no es necesariamente fácil de seguir. Como Jesús, los cristianos de hoy tienen que beber de la copa del sacrificio personal e incluso de la persecución. Deben llevar la cruz sobre sus hombros "todos los días", como hizo el Maestro, no sólo el domingo de Comunión.

No obstante, las recompensas traerán renovación a su vida, tanto para ellos mismos como para el mundo que los rodea. Los cristianos comenzarán a ver todo bajo la "nueva luz" del desayuno matinal que Jesús compartió con sus discípulos después de su resurrección.
 ibíd., pág. 35. Estarán ansiosos de "predicar el evangelio", de compartir la verdad que se les ha impartido, de alentar a otros a tener un renacimiento espiritual. Ellos lucirán la corona de verdaderos sanadores. Serán parte de algo mucho más grandioso y majestuoso de lo que la mente humana podría concebir, y traerán el milenio.

Esta es la "gloria Milenaria" que Mary Baker Eddy sabía que vendría una vez que la humanidad cambiara los símbolos por la realidad del sacramento. Ella escribió: "Si todos los que procuran conmemorarlo por medio de símbolos materiales tomaran la cruz, sanaran enfermos, echaran fuera males y anunciaran el Cristo, o la Verdad, a los pobres —los de pensamiento receptivo— traerían el milenio".
 ibíd., pág. 34.

Pasos de valor

La mente carnal, inevitablemente, se opone a nuestro impulso natural y saludable de tener comunión con Dios. Nos tienta a materializar, intelectualizar, transformar en tradición y complicar la sencilla belleza de nuestra unicidad con la Deidad. Esto mismo ocurrió a comienzos del siglo XX, cuando una serie de inquietantes tradiciones comenzó a establecerse furtivamente alrededor de los servicios de Comunión que se celebraban en los nuevos edificios de La Iglesia Madre. Miles de miembros recorrían grandes distancias para celebrar la "época de Comunión" allí. Finalmente, en 1908, la Sra. Eddy ordenó que se cancelaran.
 Véase Manual, pág. 61. Ella les escribió a los miembros para explicar la abolición de los servicios de comunión en La Iglesia Madre (aunque estos servicios podían continuar en las iglesias filiales en todo el mundo). Imploró a los Científicos Cristianos que alcanzaran una forma más pura, enaltecedora y espiritual de comunión con su Dios.

Ella escribió: "Tened ánimo. Dios os conduce hacia adelante y hacia arriba. El abandonar una forma material de comunión hace que la misma avance espiritualmente. La forma material es un 'consiente ahora', y se abandona tan pronto como el Mostrador del camino que envió Dios, el Cristo, señala el siguiente paso de progreso. Esto nos enseña a vivir humildemente y a tener abundancia".
The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 140.

Ése es el significado más importante y revolucionario sobre el sacramento. Se requiere valor para adorar con sencillez y desde el fondo del corazón; para abandonar las fórmulas y símbolos externos que nos impiden entrar en total hermandad con Cristo. Se necesita valor para mantener nuestro pensamiento en unidad con Dios, en todo momento. Pero si lo hacemos, nunca seremos los mismos; y nuestro mundo, tampoco.

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