Para la mayoría de la gente, el mundo parece indiscutiblemente físico. No obstante, algunos argumentarían que es necesario reconocer que el reino espiritual también existe. Y Mary Baker Eddy incluso fue aún más allá cuando escribió: "En la vasta eternidad, en la Ciencia y verdad del ser, las únicas realidades son el Espíritu y sus innumerables creaciones". Ciencia y Salud, pág. 479. Entonces, ¿qué tan espirituales somos?
Bea Rogge, practicista y maestra de la Ciencia Cristiana, dice: "Siento que todos intuitivamente sabemos que somos algo más que carne y huesos, algo más que materia. De hecho, cuando niños una de las primeras preguntas que hacemos es: '¿De dónde vine?' Que esencialmente quiere decir: '¿De qué estoy hecho?'"
Bea dice que la respuesta a esa pregunta es bíblica. "Somos la imagen y semejanza de Dios, quien es Espíritu. La materia, entonces, no es nada más que una ilusión, así como el sol que parece asomarse por el este y ponerse por el oeste. Pero todos sabemos que la tierra es la que gira y por eso parece que el sol nace y se pone".
Agrega que, de la misma forma, el hecho de que nuestro ser sea espiritual y no material, para nosotros no es simplemente una teoría, sino una verdad que podemos probar. Solo tenemos que recordar que somos los representantes completos del Espíritu, no de la materia.
Hace poco, conversé con Bea acerca de las consecuencias de cambiar de la materia al Espíritu.
Bea, es probable que para algunas personas la perspectiva de redefinir la realidad sea muy abrumadora. Pero creo que vale la pena el esfuerzo.
A veces, mirar más allá de lo que nos dicen nuestros sentidos materiales y encontrar la realidad espiritual, parece todo un desafío. Pero, sí, vale la pena el esfuerzo. Reconocer que Dios es Espíritu y que el Espíritu es Todo, nos trae una paz que no se puede encontrar de ninguna otra forma. Esa paz inalterable que brinda el conocimiento espiritual, constituye la base de nuestra propia salud y bienestar. Por eso, cuando oramos, nuestra meta nunca es la curación física. Pero cuando recurrimos al Espíritu como la fuente de nuestro bienestar espiritual, el cuerpo naturalmente responde y se restaura la armonía. Lo mejor de todo es que obtenemos la certeza inamovible de que no nos pueden quitar nuestra verdadera salud.
La curación espiritual eleva nuestro pensamiento por encima de la materia.
Entonces, es muy útil anteponer el deseo de crecer espiritualmente, al deseo de tener una curación, por más comprensible que sea este último.
Es cierto. Es esencial. A veces sorprendo a la gente que viene a pedirme ayuda, pero que sólo quiere lograr la curación física. Les digo: "Bueno, entonces, pienso que usted debería ir a ver a un médico, porque él trata con la curación física. Pero si está buscando ayuda mediante la Ciencia Cristiana, quiere decir que usted quiere una curación espiritual". La curación espiritual es permanente. Eleva nuestro pensamiento por encima de la materia. Y una vez que uno ha visto una verdad espiritual, ya no puede dejar de verla, porque la ha probado.
Sin embargo, dada la influencia que tiene en nuestra vida, la materia puede parecer demasiado convincente. ¿Cómo podemos lidiar con el pensamiento de que no podemos vivir sin ella?
Volvemos nuestro pensamiento al Espíritu, o Dios, como el único poder que existe, y tratamos de mantenerlo allí. A veces pensamos que no podemos vivir sin ciertas cosas, que son las que más escuchamos o vemos en los anuncios comerciales, en los cuales alguien intenta pensar por nosotros. Muchas veces se trata de algo que no nos conviene. Pero es probable que nos aferremos aún más a ello en ese momento, porque pensamos que no podemos vivir sin él. La realidad, es que la única cosa sin la cual no podemos vivir es el Espíritu. Y cuanto más sabemos del Espíritu, tanto más nos liberamos de todas esas tentaciones que tratan de apartarnos de Dios.
También es muy útil reconocer que esos pensamientos a los que nos queremos aferrar, o que nos quieren convencer de que necesitamos algo material, ni siquiera son nuestros. No son nada más que una forma de mesmerismo, también llamado magnetismo animal. El magnetismo animal es la creencia de que existe un poder opuesto al Espíritu, el bien, y que ese poder, agresivamente, puede tratar de convencernos de que la materia es real y el Espíritu no es supremo. Este mesmerismo incluye todo tipo de mentiras sobre la creación de Dios. Nos dice que somos materiales, que estamos sujetos al sufrimiento y a la enfermedad, que no podemos elevarnos por encima del pecado. Sin embargo, para luchar contra esta creencia llamada magnetismo animal, a mí me gusta usar sus mentiras en lugar de permitirles que me usen a mí.
En una ocasión, una practicista amiga me contó acerca de uno de sus pacientes que estaba luchando con el dolor. Cuando le venían los dolores, él, finalmente, tomó la decisión de decirle: "Oh, gracias por recordarme que tengo que declarar que soy espiritual". Y con el tiempo sanó por completo. En todos sus escritos, Mary Baker Eddy dice que el opuesto del error es la Verdad. De modo que cuando cualquier error de la materialidad nos viene al pensamiento, podemos usar esa mentira, encontrar su opuesto y afirmar que éste, y no el error material, es la realidad.
¿Qué podemos hacer para impedir que el mesmerismo influya en nuestros esfuerzos por vivir y pensar espiritualmente?
Cuando se trata de impulsos fuertes, realmente es bueno aplicar el viejo dicho y "consultarlo con la almohada". En otras palabras, no responda de inmediato, porque a menudo ése es el efecto mesmérico de los anuncios comerciales que tratan de convencernos de que necesitamos algo cuando en realidad no es así. Lo mismo ocurre con las opiniones muy arraigadas. Si notamos que tenemos alguna opinión fuerte sobre algo, siempre es conveniente analizarla y ver de dónde viene. ¿Representa al Espíritu o a la materia? Y también ver adónde nos lleva, hacia el bien o hacia el mal. Las opiniones personales intentan individualizarnos en la materia, nos hacen creer que estamos separados de la Mente única que es Espíritu.
En una ocasión, aprendí una lección muy valiosa sobre cómo dejar de concentrarme en mí misma y en mis opiniones o esfuerzos personales. Hacía poco que me anunciaba en el Journal como practicista, y tenía una paciente que sufría de fuertes ataques de asma. Ella me llamaba y yo le decía alguna verdad espiritual; una hora después, se liberaba de los síntomas. Pero esto ocurrió varias veces y yo me empecé a preguntar por qué no se sanaba de manera permanente. Entonces recordé que Mary Baker Eddy dijo que si tenemos algún poder con el hipnotismo, perdemos nuestro poder para sanar. Véase ibíd., pág. 181. Así que cuando esta paciente me volvió a llamar, le dije: "Yo no voy a hablar con usted; sólo voy a darle un tratamiento en la Ciencia Cristiana", y colgué el teléfono. Esto fue lo más difícil que he tenido que hacer en mi vida. Pero hice lo correcto, porque 45 minutos después me volvió a llamar para decirme que estaba libre de los síntomas. Tiempo después, me contó que había vuelto a tener los síntomas una vez más, pero cuando comenzó el ataque, se acordó y dijo: "No, la Verdad es Verdad. Es la Verdad —y no una persona— lo que me ha sanado". Los síntomas desaparecieron para siempre, nunca más volvió a tener un ataque de asma.
No puedo decirle lo que significó eso para mí. Existe la tentación de pensar que somos entidades materiales separadas que necesitamos informar a otros de nuestros propios pensamientos. Cuando le dije a esa mujer que le iba a dar un tratamiento en la Ciencia Cristiana, realmente le estaba diciendo "Yo no voy a aplicar mis mejores pensamientos humanos, sino que voy a ponerla en las manos del Espíritu, la Mente divina". Esto finalmente me permitió verla espiritual y perfecta. Ya no estaba tratando de cambiar los síntomas físicos.
Tenemos la capacidad de apartarnos de las opiniones personales, y eso es lo que más me conmueve. El magnetismo animal no es poder. Siempre va a ser una creencia, por más atractiva que parezca.
Tengo que asegurarme de que estoy viviendo en la "casa" o consciencia correcta.
¿Qué me puede decir de las atracciones de la época moderna que no siempre han existido? ¿Cómo lidiamos con ellas? Nadie puede negar que estamos viviendo en una cultura bastante materialista. Que hay muchas tentaciones —desde bienes de consumo y rápidas y fáciles soluciones médicas, al sexo— que apartan la atención del Espíritu y de la espiritualidad.
Pienso que la atracción del materialismo simplemente parece ser algo nuevo. En el jardín de Getsemaní, Jesús fue tentado a anteponer la carne al Espíritu. Pudo haberse escapado de toda esa ordalía, pero en cambio dijo: "No se haga mi voluntad, sino la tuya". Lucas 22:42. En Ciencia y Salud, en un párrafo que tiene el título marginal "Lucha santa", Mary Baker Eddy dice que las humildes palabras de Jesús quieren decir: "No sea la carne, sino el Espíritu, lo que esté representado en mí".Ciencia y Salud, pág. 33. Y eso era lo que Jesús quería alcanzar. Él estaba luchando en aquel entonces, y nosotros lo hacemos ahora. Tenemos que estar dispuestos a luchar y no permitir que la materia gobierne la situación. Pero se trata de una lucha santa. Debemos estar realmente dispuestos a esforzarnos por ver la realidad espiritual. Vale la pena dejar de sentirnos cómodos en la materia.
Entonces, si se supone que no debemos estar controlando ni concentrándonos en la materia, ¿hay algunas "señales espirituales" a las que podemos estar alertas? ¿Qué es lo que debemos esforzarnos por "ver"?
A mí me encanta la definición de Espíritu que está en Ciencia y Salud, la cual incluye "todo lo que es bueno". ibíd., pág. 594. Podemos comenzar a percibir cuándo el Espíritu está ocupando nuestra consciencia, con la ayuda de esta poderosa declaración de la Biblia, que la Sra. Eddy puso al final de su capítulo "El magnetismo animal desenmascarado": "...el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley". Gálatas 5:22 y Ciencia y Salud, pág. 106. Si tenemos estas cualidades en la consciencia, entonces estamos escuchando al Espíritu. No estamos siguiendo impulsos y tentaciones materiales.
Yo pienso mucho en la consciencia. Me encanta la interpretación que hace la Sra. Eddy del Salmo 23, donde compara la casa con la consciencia: "en la casa [la consciencia] del [Amor] moraré por largos días". Ciencia y Salud, pág. 578. Esto me ayuda a asegurarme de que estoy viviendo en la "casa" correcta. Dado que el Espíritu es la única consciencia verdadera que existe, podemos ver la unicidad del Espíritu y el bien del Espíritu en nuestra vida e impedir así que sigamos esas tentaciones materiales.
Se requiere de autodisciplina para hacerlo. Los sentidos materiales pueden parecer muy reales, pero en realidad son mentiras. Es mucho más fácil apartarse de la materia cuando uno conoce la verdad del Espíritu. Dejamos de mirar la evidencia material cuando comprendemos que la materia no puede hacer nada por nosotros, y ésa es una posición mental que podemos alcanzar. Mary Baker Eddy lo llamó "el gran logro".
Ella dijo: "Quitar del pensamiento confianzas equivocadas y testimonios materiales a fin de que aparezcan las verdades espirituales del ser, ése es el gran logro por el cual eliminaremos lo falso y daremos entrada a lo verdadero". ibíd., pág. 428. Es un gran logro, y por lo general se requiere de cierto razonamiento espiritual y desarrollo divino para alcanzarlo. Pero vale la pena el esfuerzo. Como consecuencia, ya no pondremos tan fácilmente nuestra confianza en algo que nos va a fallar, sino en Dios, el Espíritu, que nunca falla.
A medida que dejamos de confiar en que la materia pueda ayudarnos o definirnos, encontramos la realidad espiritual de nuestro ser, y descubrimos que somos totalmente buenos. Dios nos hizo buenos y nos mantiene así. Cuando alcanzamos esta comprensión, podemos ayudar a otros a desechar lo falso y a encontrar el bien en su vida.