Cuando llegué a Estados Unidos desde El Salvador me sentía muy mal del estómago y tenía síntomas que no conocía.
Al ver a un médico, tras mandarme a hacer unos análisis, me dijo que tenía colitis crónica aguda, que era muy difícil de sanar. Según él, ya era tarde para tratarla. Esto me causó un fuerte impacto. Me di por vencido y pensé que iba a morir.
Comencé a tomar las medicinas que el médico me había recetado, pero no me hacían sentir bien. Luego recurrí a la medicina natural, aunque sin resultado alguno.
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