Facturas de pago pendientes, acreedores impacientes, problemas económicos, un gran sentido de opresión. ¿Le resulta familiar? Así me sentía yo ante la situación que estaba viviendo. Las nubes de preocupación por mi negocio habían prácticamente ocultado el sol. No lograba encontrar una salida.
En mi necesidad, un día, estaba leyendo el libro Ciencia y Salud y encontré este pasaje: "En el Sagrado Santuario de la Verdad, hay voces de solemne significación, pero no les hacemos caso". Ciencia y Salud, pág. 232. Luego hallé otro que complementaba al primero: "La Mente manifiesta todo lo que existe en la infinitud de la Verdad". ibíd., pág. 258.
Me quedé quieta por un momento. Sentí como si me hubieran quitado una venda de los ojos. Yo había estado sufriendo todo ese tiempo, cuando en realidad tenía la ayuda de Dios a mi alcance. Entonces comencé a orar de todo corazón. Comprendí que esa preocupación era una imposición mental agresiva que no venía de Dios. Que el único enemigo que tenía que vencer se encontraba en mi propio pensamiento; en la creencia de que estaba abandonada, luchando sola contra todo ese sentido de escasez, cuando lo que necesitaba era entrar en el Sagrado Santuario de la Verdad, cerrar la puerta a todas las sugestiones de limitación que me estaban acosando, y escuchar lo que mi amado Padre me estaba diciendo. Recordé, como otras veces, que Dios es la fuente inagotable e infinita de todo el bien y que yo, en realidad, no podía carecer de nada.
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