HORTON FOOTE HABLA A RAZÓN DE 10 KM POR HORA. O por lo menos así parece en la Ciudad de Nueva York, donde la mayoría de nosotros habla más rápido que un taxi recorriendo la Avenida Broadway a las 3 de la mañana.
Esto no quiere decir que este dramaturgo y Científico Cristiano, oriundo de Wharton, Texas, y residente en Manhattan, hable despacio, sino que lo hace con mucha calidez. No obstante, al escucharlo, uno siente un empuje inconfundible. Llamémoslo la celeridad del encanto sureño, o el tempo de la vislumbre. Como en sus obras de teatro y cine, la sabiduría poética de Foote, tan única en su género, se va expresando durante la conversación a un ritmo pausado y lleno de gracia.
Foote es uno de los principales y más queridos dramaturgos de los Estados Unidos. Hace más de medio siglo que escribe introspectivas historias pueblerinas para cine, teatro y televisión. Estas historias captan algunos de los matices más complejos, angustias y triunfos imprevisibles, y la esperanza implícita propia de la vida cotidiana de mucha gente. Entre sus obras maestras, se destacan tres guiones para cine: Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird —1962) —Foote ganó un Premio de la Academia por este conmovedor e inolvidable guion, adaptado de la novela de Harper Lee. (Durante la realización de esta película, Foote se hizo muy amigo del actor Robert Duvall, quien desempeñó el papel de 'Boo" Radley). Gracias y Favores (Tender Mercies —1983) —una vez más, Foote ganó un Premio de la Academia, esta vez por el mejor guion cinematográfico original. Esta película fue protagonizada por Duvall, en el papel del arruinado Mac Sledge, una persona sin rumbo que va camino a la redención (Duvall también ganó el Premio de la Academia al mejor actor). Regreso a Bountiful (The Trip to Bountiful —1985) —escrito originalmente para televisión, la obra de teatro se estrenó en Broadway en 1953. La aclamada versión cinematográfica estaba protagonizada por Geraldine Page en el papel de una madre de edad avanzada, desesperada por volver a visitar el pueblo donde se crio. La obra de teatro hace poco tuvo un reestreno de cuatro meses fuera de Broadway. Entre las otras obras de Foote se encuentran los guiones para la trilogía fílmica 1918, On Valentine's Day y Courtship, protagonizadas por su hija Hallie Foote. Hace poco, transformó su obra de teatro The Widow Claire en un guion y espera verlo en producción muy pronto. Actualmente está escribiendo una nueva obra de teatro.
¡Y pensar que Foote nunca fue a la universidad! No obstante, nadie escribe con mayor conocimiento sobre el arte —el arte del ser humano. A la vez, tiernas y austeras, subestimadas y categóricas, sus historias sobre la búsqueda individual de identidad, seguridad y de un lugar donde encontrar paz, llegan al corazón de todos. Cuando uno las ve piensa: "Sí, la vida es así". Los dramas de Foote sirven de apremiantes metáforas para nuestra propia vida. Y si bien él mira el mundo a través de la lente metafísica de la Ciencia Cristiana, examina sin inmutarse los conflictos de carácter internos y externos y la inevitable combinación de la cruda verdad y la gracia.
Cuando conversé con Horton Foote hablamos de Nueva York y Texas, los dos lugares donde ha colgado su sombrero durante décadas, y le pregunté: "¿Dónde se encuentra su hogar?" Su respuesta pudo haber salido de las páginas de uno de sus guiones cinematográficos que invitan a la reflexión: "Bueno, nunca sé dónde está el hogar. A decir verdad, ahora mismo estoy tratando de deducirlo".
¿Y qué decir de los otros dos temas —tan importantes — de su vida: el teatro y la Ciencia Cristiana?
Fue el comienzo de una travesía espiritual.
Horton, ¿cómo llegaron a cruzarse y entrelazarse estas dos hebras de su vida?
Muy lentamente. Yo acostumbraba a salir a caminar con mis padres, y siempre pasábamos por una casa donde había un hombre de pelo blanco sentado en el porche. Mi padre lo saludaba con una inclinación de cabeza, y este hombre le respondía de la misma forma. Y un día, mi padre me dijo: "Ése es el Sr. Fulano de tal. Trabajaba en los campos de algodón en Mississippi, y recibió un llamado para que predicara. Está aquí para responder a ese llamado".
A mí me fascinó la palabra llamado. Así que hice un montón de preguntas, y me dijeron que cualquiera puede recibir ese llamado. Mi padre se puso bastante nervioso. Creo que debe de haber pensado que yo aceptaría el llamado para predicar.
La cuestión es que un año después, cuando yo tenía 13 años, recibí un llamado... para actuar. No sé de dónde vino ni cómo tuve el valor de escucharlo, pero lo hice. Entonces, al año siguiente, les dije a mis padres que no asistiría a la universidad porque quería dedicarme al teatro. Para ellos fue muy difícil. Mi padre nunca había salido de Texas y tenía las mismas preocupaciones que tiene cualquier padre. Pero por alguna razón, cuando me gradué del bachillerato —acababa de cumplir 16 años— me dijo: "Tienes que quedarte a trabajar aquí por un año para estar seguro de que realmente quieres ser actor. Sí es así, me voy a asegurar de que recibas ayuda". Era la época de la Depresión, y el dinero escaseaba. Él tenía una propiedad que vendió para mandarme a la escuela de arte dramático. Yo no lo supe hasta muchos años después, cuando ya era un hecho.
Así que ahí estaba yo, finalmente, en Nueva York, después de haber asistido a la Pasadena Playhouse en California. No obstante, no la estaba pasando muy bien. Quizás lo que le voy a decir suene muy superficial, pero es la verdad. Resulta que yo tenía un amigo que no era Científico Cristiano pero sabía algo de esta Ciencia, y un día me dijo: "Hay una frase que te puede resultar muy útil cuando no sabes qué hacer: 'El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana'".
Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud, pág. 494. Me dijo: "Úsala como si fuera una oración". Yo estuve de acuerdo y así lo hice. Esa tarde, me encontré un billete de 10 dólares en la vereda. Entonces pensé: "Bueno, de esto se trata. Voy a ser un hombre rico". Pero muy pronto aprendí que no se trataba de eso. No obstante, me interesó la Ciencia Cristiana. El camino ha sido largo, y despacioso su recorrido, pero me siento agradecido por aquel momento, por aquellos 10 dólares.
¿Fue una señal?
Para mí fue como una señal. Estaba en busca de ayuda, de guía. Así que empecé a ir a una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana. El proceso fue lento porque el ego se metía en el camino. Yo siempre estaba diciendo que necesitaba esto y aquello, y eso no es tan bueno, porque muchas veces lo que uno piensa que necesita, no siempre es lo que realmente necesita.
De modo que usted fue llamado a actuar en el teatro antes de comenzar a escribir. Y después, a través del poder de esa simple declaración de Ciencia y Salud, sintió el impulso de contestar el llamado de saber más de la Ciencia Cristiana.
Realmente, fue el comienzo de una travesía. Me casé, tuve hijos, y sentí la necesidad de usar la Ciencia Cristiana cada vez más. Luego tomé instrucción en clase sobre esta Ciencia. En aquel entonces vivía en Nyack, Nueva York, y me eligieron como Primer Lector en la Iglesia local. Recuerdo que estaba trabajando en el guion de Matar a un ruiseñor. Después enseñé en la Escuela Dominical. Cuando nos mudamos a New Hampshire me hice miembro de una iglesia allí.
Empecé a escribir casi sin saber lo que estaba haciendo. En aquel tiempo, yo trabajaba en un teatro que no era de Broadway, y estaba haciendo un proyecto con Agnes de Mille. Hacíamos improvisaciones como para conocernos mejor y saber de qué parte del país veníamos. Yo siempre hacía improvisaciones sobre Texas. Y un día Agnes me dijo, así muy al pasar: "¿Sabes una cosa?, yo creo que debes dedicarte a escribir. Tienes un material interesante". Y así lo hice. A partir de ese momento, me dediqué a escribir, y mi vida cambió por completo.
Hablemos de Gracias y favores. En el momento culminante, usted presenta la asombrosa convergencia de la victoria y la desesperación: Mac Sledge hace esa travesia increíble: está en el fondo del abismo y asciende, pero momentos después su mundo se viene abajo. En la escena de la resolución afuera en el jardín, él logra encontrar las palabras para decirle a su nueva esposa, Rosa Lee: "Lo que ocurre es que yo no confío en la felicidad. Nunca lo he hecho, y nunca lo haré".
A mí me encanta esa línea. La gente siempre me pregunta: "¿Cree usted realmente eso?" Y yo les contesto: "No, no creo eso, pero pienso que en aquella época, Mac si lo creía". Yo confío en la felicidad. Pero trato de no juzgar cuando escribo. Es difícil porque a menudo uno quiere tomar partido, pero siento que es mejor no hacerlo.
Siento mucha compasión al ver lo que la gente tiene que enfrentar.
No obstante, hay un rayo de esperanza que brilla al final en Grocios y favores.
Así es. Mac sale y juega al béisbol. Traté de encontrar la actividad más terrenal del mundo. Entonces sentí que tenía que hacer que Mac y su hijastro lanzaran esa pelota una y otra vez; y uno siente como si la carga fuera desapareciendo.
Si. Uno siente como si la vida se fuera fortaleciendo, como si el futuro fuera más brillante, no sólo para Mac, sino también para su hijastro. Pienso que sus obras son muy poderosas porque le quitan ingenuidad a la vida. Usted dice: Entra en la vida con tus ojos abiertos. Enfrentarás adversidad, pero cuando todo se haya dicho y hecho, sentirás el optimismo espiritual que irradia a través de ella.
Eso es una gran verdad. Es decir, no puedo negar que he visto la angustia de la gente. A menudo pienso en las cosas que muchos se ven obligados a enfrentar, y me pregunto: ¿Qué haría yo en ese caso? ¿Cómo reaccionaría? ¿Cómo trataría de resolverlo? Y uno tiene que tener compasión. Aun cuando fracasan, internamente uno quiere abrazarlos. He visto las cosas que la gente a veces tiene que hacer, y yo los aplaudo. No quiero degradar lo que se les pide que hagan, ni tampoco pensar mucho en ello. Pero quiero saber que pueden ocurrir cosas maravillosas e inesperadas. Como cuando Mac se siente desolado en esa sala de estar, y canta suavemente una canción de cuna, recordando cuando su hija era pequeña. En ese momento, él parecía estar en infierno. No tenía dinero, se sentía desarraigado, fuera de control, enojado, carente de amor, y allí estaba, redimido. Pero claro, conscientemente no planeé eso. Yo sólo planeé la historia, y es por eso que me interesa la gracia.
En Bountiful, la Sra. Watts tiene que hacer un viaje, y es un viaje que mucha gente está haciendo. Recientemente, reestrenaron esta obra de teatro, y tuvo una respuesta sorprendente, una expresión tal de aprecio como nunca vi. Y pienso que es porque mucha gente ha tenido una experiencia similar. De pronto, se han vuelto dependientes de otra persona en una época de su vida en que no quieren depender de nadie. Así que la Sra. Watts siente la necesidad de regresar adonde piensa que tenía una vida digna. Discute con el alguacil y le dice: "Sólo quiero saber por qué me he transformado en una vieja fea y peleadora. Quiero volver atrás y encontrar cierta dignidad en mi vida". Bueno, creo que la gente acepta ese argumento porque lo ha tenido que enfrentar personalmente.
¿De qué manera ha influido la Ciencia Cristiana en sus personajes e historias?
Realmente, no sé si lo debo decir porque puedo parecer anticuado. Pero la verdad es que yo tuve un llamado; y, sí, oro en busca de ideas.
No obstante, pienso que a veces los Científicos Cristianos se hacen una injusticia a sí mismos —y esto que digo es muy general — porque sólo quieren hablar de los buenos tiempos. Pero la vida no siempre es un momento de triunfo. Considero que también es muy valioso leer sobre situaciones que no son felices, porque relatan cosas que ocurrieron, ya sea que hayamos demostrado tener dominio sobre ellas o no. Es como un lugar maravilloso de alcanzar.
Yo leo Ciencia y Salud con frecuencia, y estoy asombrado de que esta señora, Mary Baker Eddy, en una época en que las mujeres no podían votar ni tener propiedades, haya encontrado la manera de seguir adelante. Y no solo eso, sino que pudo crecer y realizar todo lo que logró. Yo tengo presente eso en mi pensamiento porque todos encontramos obstáculos, y trato de no sentirme amedrentado por ellos, aunque a veces son muy difíciles. En una época pensé: "Dios mío, ¿cuánto tiempo más tendré que soportar esto?" Entonces me di cuenta de que es así como crecemos; por eso ya no me revelo. Trato de comprenderlo desde un punto de vista científico, y es muy enriquecedor. Hubo una época en que quería que las cosas fueran más fáciles. Pero al recordarlo, me doy cuenta de que realmente pude superar cada obstáculo, y encontré muchísimos a lo largo del camino. Por ejemplo, tuve que luchar mucho para que se filmara Gracias y favores.
Pero ¿sabe una cosa?, a menudo he descubierto que aquello que me parecía una adversidad, y que me había hecho sentir tan decepcionado, resultó ser el camino para que las cosas se resolvieran de una manera diferente; y la adversidad, tal vez, resultó ser una señal. Ya no me enojo cuando lo que creo que es una buena oportunidad no resulta. Simplemente trato de escuchar y no juzgar, y no permito que la desilusión se meta en el camino.
Considero que mi vida ha sido un milagro. Cuando empecé, yo nunca había visto una obra de teatro. Es decir, había presenciado algunas en la escuela, y nunca asistí a la universidad. De modo que es como si Nueva York se hubiera transformado en mi universidad. Aquí asistí a mi primer ballet, a mi primera ópera, a mi primera obra de teatro profesional. Y Nueva York ha seguido alimentándome en ese sentido. Pero yo no habría podido elegir el camino, no tenía la imaginación necesaria. Pienso que he sido obediente y tengo mucha gratitud.
¿Siente usted que Dios ha dirigido su camino?
En el fondo de mi corazón siento que así es, pero no se lo diría a cualquier revista porque no quiero que piensen que estoy vendiendo o predicando algo. Pero lo cierto es que me siento guiado por Dios.
Sé lo que quiere decir. Yo pienso a menudo en un pasaje de Éxodo que dice: "He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado". Éxodo 23:20. Veo cómo esa promesa se aplica a usted, y pienso que todos podríamos ver cómo esa promesa se aplica a cada uno de nosotros. Siento que fuerzas inteligentes inspiradas por Dios nos ofrecen a cada uno buenas oportunidades, nos llevan a desempeñarnos en lugares donde hay talento, laboriosidad y realización.
Claro que sí. Y yo atribuyo todo en mi vida al Principio, la Mente. Pero no quiero que la gente piense que es algo fácil, especialmente cuando uno tiene un montón de proyectos entre manos. También tenemos que estar alertas al hecho de que, en ocasiones, nuestro enemigo es la tendencia a describir exactamente cómo van a ser las cosas. Y yo me veo todo el tiempo forzado a humillarme, como cuando alguien me dice: "Vamos, Horton, no insistas, déjalo". Simplemente hay que recordar que las cosas se van manifestando de una manera que siempre nos sorprende.
En un momento dado en Matar a un ruiseñor, Ewell, el villano, le pregunta a Atticus Finch, el héroe: "¿Qué clase de hombre es usted?" Siento que esa pregunta profundamente espiritual es el aspecto principal de toda su obra: ¿Qué clase de hombre o mujer es cada uno?
Así es. ¿Cómo es posible que el hombre sea tan vulnerable? Yo siento enorme respeto por el ser humano, porque se le exige muchísimo, y no creo que haya soluciones fáciles. No obstante, pienso que finalmente uno debe sentirse satisfecho con la travesía que ha realizado, y no tener miedo de las lecciones que tiene que aprender. Estos últimos años, he llegado a sentirme en paz con esa idea porque en última instancia es la gracia que he recibido. Al principio no parece que lo sea, pero finalmente uno se da cuenta de que fue una gracia, fue una bendición. Y uno crece con ella y siempre encuentra la manera de seguir adelante.
A medida que uno estudia la Ciencia Cristiana tiene que enfrentar el hecho de que es espiritual, y es una lección difícil de aprender, porque se da cuenta de lo poco que ha logrado en ese sentido. Cuando uno se vuelve viejo, eso es casi lo más importante que tiene que lograr. Queremos —y después nos damos cuenta de que debemos— comprender que nunca hemos nacido. Hablo muy rara vez sobre esto, porque la gente piensa que soy un excéntrico. Pero estoy tratando de comprender cada vez mejor que la Vida nunca comenzó y nunca va a terminar, porque se trata, en realidad, de un desarrollo.
Ahora me resulta un poco difícil porque ya tengo 90 años. Nunca pensé que ello pudiera significar algo, pero la mente mortal se está dando un festín con eso de la edad. Entonces digamos que para mí lo que ha sido maravilloso sobre la Ciencia Cristiana es que he crecido como ser humano. Y cuando uno es artista, todo es un regalo. La Ciencia Cristiana ha sido una guía para mí como ser humano. No me gusta pensar que he trabajado alguna vez para obtener una idea. Mi trabajo consiste en tratar de crecer espiritualmente yo mismo.
Pienso a menudo en Mary Baker Eddy, y desearía ser tan firme como ella siempre lo fue. Enfrentó adversidades y se sintió angustiada muchas veces. Tuvo que enfrentar de todo.
Ahora, en relación a la Sra. Eddy, hay un guión...
Me han pedido que lo haga, pero pienso que es casi imposible porque siento que sería casi imposible representarla a ella.
He notado que, por lo general, sus personajes no se detienen a orar.
Bueno, escribo a menudo sobre personas que no son religiosas. Y trato de encontrar situaciones donde ellas descubren, o ven restaurado, su sentido de humanidad. Pienso que uno puede ser una buena persona en muchos sentidos. Y a menudo hay que tener cuidado de que la oración no parezca superficial, porque es muy complicado amar al prójimo como a uno mismo.
Es probable que mucha gente piense que estoy un poquito alejado de la realidad porque creo tan sinceramente que la oración puede ayudarnos y ser nuestra guía, protección e inspiración. Yo estoy maravillado. Deseo y espero ser un mejor Científico Cristiano, pero me maravilla el proceso y lo que puede hacer por las personas.
He comprendido que los desafíos muchas veces se transforman en gracia.
Le voy a decir algo: cada vez que tenemos el tema "El castigo eterno" en la Lección Bíblica semanal, Se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. escribo dos palabras que me recuerdan el propósito que tiene la lección. Y esas dos palabras son —y nunca las puedo escribir sin pensar en usted — tiernas misericordias [traducción literal de la película Gracias y favores en inglés]. Para mí, esa Lección realmente no habla del castigo eterno de Dios, sino de Su eterna misericordia.
Y de eso se trata, de la vislumbre que uno obtiene, y debo decir, que estoy muy agradecido por ella. Yo luché bastante y durante mucho tiempo con la palabra gracia. Y de pronto me resultó muy fácil usarla porque pienso que es la gracia de Dios. Es un don, un don de nuestro sagrado Padre. Y pienso que se nos manifiesta de muchas formas y maneras, y que a medida que crecemos, estamos cada vez más conscientes y agradecidos por ella.