Hace unas semanas visité el desierto de Sonora al sur de Arizona. El sol todavía no había salido y las estrellas eran dueñas de la noche.
De cuando en cuando, las estrellas fugaces dejaban breves pinceladas de luz sobre Orión, Casiopea y la Osa Menor. Éstas y otras constelaciones formaban un trasfondo de permanentes configuraciones estelares.
Los antiguos encontraban en esta permanencia del cielo estelar, ayuda para señalar rumbos en la tierra. Tal vez sea por eso que lo que el cielo representa nos infunde tanta admiración y respeto.