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¡Vive la vida, viaja con ella!

Del número de marzo de 2007 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Uno de los planes del gobierno Uribe Vélez en Colombia, que ha traído paz y un trato más justo para sus habitanies en medio de un ambiente de violencia, es el de las caravanas turísticas “¡VIVE COLOMBIA, VIAJA POR ELLA!"

Durante mucho tiempo no podíamos viajar por carretera por la amenaza de los secuestros masivos. Actualmente, el gobierno programa estas caravanas en las temporadas vacacionales hacia todas las regiones del país, con salidas a una hora determinada, vigiladas por aire y tierra y escoltadas por la fuerza pública.

La gente ha vuelto a sonreír ante la posibilidad de compartir y disfrutar en familia del paisaje espléndido del Valle del Cauca y Boyacá, del verde promisorio de abundancia en el Eje Cafetero, de la montaña bravía en los Santanderes y del mar verde azul de Cartagena y Santa Marta en la costa atlántica colombiana. La gente se siente más segura en sus viajes y son menos las posibilidades de que se pierdan por caminos desconocidos sin tener protección alguna.

Pero, siendo todos viajeros por los senderos del vivir, ¿quién podría decir que alguna vez no perdió su rumbo?

A menudo, puede que nos sintamos perdidos en este deambular, y por cierto que encontrarse perdido es una muy inquietante sensación. Precisamente eso es lo que me ocurrió durante una excursión por África, mientras visitaba el Museo Egipcio en El Cairo. Fatigada, después de mucho andar, me recosté oculta detrás de una columna para esperar la salida del resto del grupo con el que andaba. No vi cuando ellos salieron y me dejaron atrás. La sensación de impotencia fue grande; viéndome a tal distancia de mi casa y sin entender una sola palabra de árabe.

Qué fácil es caer en la tentación de sentirnos criaturas vulnerables si nos dejamos llevar por lo que vemos a nuestro alrededor, una creación material, creyendo que no podemos menos que estar sujetos a condiciones materiales.

Afortunadamente, hoy se ven muchas señales de un despertar a la espiritualidad, una tendencia a salir fuera de los marcos materiales para encontrar en el Espíritu, Dios, esa inspiración que nos da dirección y seguridad.

A medida que vamos viendo más claramente que Dios nos ama como a hijos, y que nos lleva siempre de la mano, comenzamos a encontrar el norte en nuestro andar, a recibir orientación, a discernir cómo obrar correctamente y a sentir estabilidad en el vivir. Vemos manifestarse seguridad, justicia, orden y más aspectos del bien que creíamos perdidos. Así vamos perdiendo esa sensación de que somos seres errantes.

Volviendo a mi visita a El Cairo, recurrir a Dios en oración, fue lo que hice cuando me sentí perdida. Oré con ideas que encontré en el libro Ciencia y Salud. Una de ellas dice así: “El Amor inspira el camino, lo ilumina, lo designa y va adelante en él”. Ciencia y Salud, pág. 454. Esta idea me llevó a ver que Dios, el Amor divino estaba conmigo en todo momento, lugar y circunstancia, y me trajo calma. Decidí no moverme de allí y muy pronto escuché la voz de mi esposo llamándome. Me habían encontrado.

Mi extravío e inquietud fueron momentáneos. Pero ¿qué decir de la pérdida de libertad por largo tiempo durante un secuestro, de la pérdida del gozo por sufrir una pobreza crónica o de la pérdida de una actividad productiva por invalidez física? Éstas y otras adversidades llevan a muchos a sentirse extraviados durante su viaje por la vida. Sin embargo, las mismas no ponen a ninguno fuera del alcance del amor de Dios. Nuestra relación como hijos de un Padre-Madre que es todo amor es inquebrantable. El Maestro Cristo Jesús dejó estas palabras que nos reconfortan: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.” Lucas 12:32.

Cristo Jesús es mostrador innegable en cuanto al bien que podemos alcanzar cuando nos apoyamos en la mano sostenedora del Amor divino. Aquellos que siguieron sus enseñanzas experimentaron la eficacia de su obra salvadora. Siempre que se sintieron perdidos en el pecado, extraviados del sano juicio, encerrados en enfermedades que parecían ser incurables, Jesús los ayudó a elevar su pensamiento y a cambiar de la dirección materialista errada a la guía divina. Así los liberó para que su andar fuera bendecido.

Viajeros por la vida, cuando parezca que las vías se estrechan, camino perfecto es el que Dios indica; y Su Cristo, o idea salvadora, es faro cercano pleno de luz y justicia infalibles.

Todos podemos despertar al bien que el Espíritu tiene para cada uno; podemos ubicarnos a Su diestra siempre extendida; podemos retomar la senda y avanzar con paso firme, unido nuestro carro a Su caravana de viajeros confiados y victoriosos, que lleva el lema: “¡Vive la Vida, Viaja con Ella!”

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