El sol no toca la tierra en el horizonte. Dos caminos paralelos nunca convergen para formar uno. Lo que en el desierto parece un oasis es en realidad un espejismo.
Todos estos son ejemplos muy conocidos de que la evidencia ante nuestros ojos es tan solo una ilusión. Mary Baker Eddy, descubridora de la Ciencia Cristiana, Christian Science (pronúnciese crischan sáiens). lo explica de la siguiente manera: “El foco óptico es otra prueba de la ilusión del sentido material. En la retina del ojo, el cielo y las copas de los árboles parecen juntarse; las nubes y el océano parecen encontrarse y mezclarse. El barómetro —ese pequeño profeta de tormenta y bonanza, que niega el testimonio de los sentidos— señala buen tiempo en medio de nubes oscuras y lluvias torrenciales. La existencia está llena de ejemplos de ilusiones similares, que todo pensador puede recordar por sí mismo”. Ciencia y Salud, pág. 122.
Entonces, ¿es posible ser engañado por algo que podríamos considerar más sustancial, como es nuestro propio cuerpo físico? ¿Acaso la materia o el cuerpo nos engañan alguna vez? ¿Pueden también ellos ser ilusiones? A través de mi estudio y práctica de la Ciencia Cristiana he aprendido que el mismo cuerpo físico es realmente ilusorio. No obstante, el entendimiento espiritual nos permite descubrir por qué no se puede confiar en los sentidos materiales. La oración nos da la fortaleza para enfrentar las perturbaciones materiales y ver claramente que la transformación y la curación son inevitables. A medida que aceptamos la verdad espiritual en el pensamiento, nuestra experiencia cambia para bien.
Cuando estudio para comprender mejor cómo nos engañan los sentidos materiales, muchas veces me acuerdo de un magnífico show al aire libre que vi en Disneylandia hace diez años. Varios proyectores pasaban una filmación contra una caída de agua de dos pisos de alto. Imágenes de dragones, brujas y otras caras pavorosas parecían moverse y saltar repentinamente de lugares inesperados, y aun así, mi familia y yo estábamos tan cerca de esa pantalla de agua que casi podíamos atravesarla con la mano y disolver las imágenes en un instante. Esto demostraba claramente que eran tan solo una ilusión.
De la misma manera nos engañan los sentidos materiales por medio del cuerpo, que es como una pantalla donde estos sentidos tratan de encontrar sustancia. Sin embargo, la enfermedad, el odio, la lujuria, la ira, son solamente proyecciones del pensamiento mortal, y no tienen más sustancia que aquel holograma en el agua. M. B. Eddy escribió lo siguiente respecto a la enfermedad física: “Siendo la enfermedad una creencia, una ilusión latente de la mente mortal, la sensación no aparecería si el error de la creencia fuese refutado y destruido por la verdad”. ibíd., pág. 168. La Ciencia Cristiana explica que la enfermedad es siempre una proyección errónea del pensamiento, disfrazada de realidad. Si creemos en esa proyección, esa ilusión, podemos ser engañados y pensar que es real y tangible. La verdad espiritual tiene el poder de demostrar que la ilusión no es más tangible que la pantalla de agua proyectando vívidas escenas de dragones y brujas.
Cuando enfrentamos cualquier mal sabiendo que es una ilusión, es fundamental pensar en la realidad, en la verdad. Y el único lugar donde podemos encontrar la realidad es en el Espíritu, Dios. Cuando apartamos la vista de la manifestación física para ver la verdad espiritual, encontramos lo que es real acerca de nuestra salud e inmortalidad. Esto no quiere decir que tengamos que ignorar las necesidades concretas. Pero no tenemos que permitir que una ilusión nos engañe. Y a medida que disciplinamos nuestro pensamiento para que se vuelva hacia la realidad de Dios, nuestra consciencia se renueva, y se produce la curación.
Estas palabras de la Sra. Eddy en Escritos Misceláneos ha inspirado a menudo mis oraciones: “Ninguna evidencia de los sentidos materiales puede cerrarme los ojos ante la prueba científica de que Dios, el bien, es supremo”.Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 277. Esto me fortalece porque veo que nada, absolutamente nada, de lo que enfrente —por más amenazador, horrible o permanente que parezca— puede impedirme percibir que Dios es supremo. Puedo estar confiada en que Él está aquí mismo, y que ahora mismo Su poder es permanente y activo. Puedo estar totalmente consciente aquí y ahora de que Dios es Dios en toda circunstancia y condición. Comprender esto espiritualmente nos da la fuerza necesaria para rebelarnos en contra de los errores de los sentidos y destruirlos.
No se puede confiar en los sentidos materiales.
Una vez más, la curación, que es la prueba científica de que el bien es supremo, se produce cuando cambiamos el pensamiento de una base material a una base espiritual. Esto lo he visto en la curación de huesos quebrados, malestares, intenso temor, fuertes dolores, accidentes, contagios, infecciones y muchos otros problemas.
Hace unos años tuve una curación que me recuerda a menudo la necesidad de apartar mi pensamiento de lo que los sentidos materiales nos indican y mantenerlo en lo que es real y proviene de Dios. La escuela donde asistía nuestra hija informó que había varios casos de conjuntivitis. Cuando ella contrajo los síntomas sanó muy rápido. Sin embargo, semanas después, yo experimenté los mismos síntomas, pero parecían mucho más graves y no podía ver por un ojo. No lograba hallar alivio a menos que me sentara la mayor parte del día en un cuarto con la luz muy tenue.
Cada vez que tenía que mirarme en el espejo, el problema se hacía muy evidente y sólo podía pensar en lo mal que me sentía y me veía. La condición parecía empeorar cada vez más. Como es normal, yo había estado orando, pero me resultaba difícil mantener mi pensamiento en lo que sabía que, según las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, era espiritualmente verdadero, y apartarme de los ataques que los cinco sentidos me lanzaban. Como me sentía totalmente discapacitada, mi pensamiento sólo se concentraba en la situación en lugar de elevarse por encima de ella.
Entonces un día me di cuenta de que era sumamente importante apartar mi vista por completo de la condición física y pensar exclusivamente en lo que Dios me estaba diciendo sobre mi salud y perfección por ser Su hija. Cada vez que tenía que estar frente al espejo me recordaba a mí misma que la evidencia espiritual de mi perfección se encontraba en mi comprensión espiritual, y que esa evidencia de la salud y bienestar que Dios me había dado tenía que manifestarse en mi apariencia física. Oré para sentir la presencia y el poder de Dios allí mismo donde la evidencia material estaba diciéndome a gritos que me sentía mal y me veía fea y enferma.
A medida que logré elevar mi pensamiento y mantenerlo firme en la verdad espiritual, comencé a sentirme mejor. Junto con este cambio mental, los síntomas de conjuntivitis desaparecieron rápida y completamente.
Sin embargo, es importante no juzgar la curación espiritual en lo que se refiere a un cambio inmediato en la evidencia física. Tal vez hayamos orado una y otra vez, y sentido que hemos progresado en nuestro entendimiento espiritual, y sin embargo, puede que todavía no haya un cambio físico. En momentos semejantes, es muy útil tener en cuenta declaraciones como éstas: “Cuando la ilusión de enfermedad o de pecado os tiente, aferraos firmemente a Dios y Su idea”.Ciencia y Salud, pág. 495. Es esencial saber que la Mente divina está hablándonos todo el tiempo, y que nada puede impedirnos escuchar la voz de Dios. Puesto que Él está siempre con nosotros podemos insistir en que sentimos Su presencia y sabemos que como resultado reinará la armonía. Cuando dejamos de tener miedo a la discordancia, sentimos la tranquila omnipresencia de Dios, del bien. Entonces el cuadro físico no tiene otra opción más que producir el cambio correspondiente, y debemos tener la confianza absoluta de que así será.
De modo que, si la enfermedad o cualquier otro problema tratan de desfilar ante tus ojos, recuerda que tu pensamiento está gobernado únicamente por la Mente divina, no por la materia. Al llegar mentalmente a la raíz del problema, dentro de los recintos de nuestra propia consciencia, cambiamos también el cuadro externo, porque la ley de Dios, el bien, lo gobierna todo, incluso aquello que parece ser una evidencia material. Los sentidos materiales no tienen la última palabra sobre tu salud, riqueza y felicidad. La única realidad es tu perfección, bienestar, salud y unicidad con Dios.
Nuestra sustancia es puramente espiritual, nunca ha sido tocada por la materialidad. Y siempre tenemos la suficiente comprensión espiritual como para responder a toda circunstancia con confianza y con la expectativa de que se producirá la curación.