Vivo en la ciudad de Riobamba, y hace unos años estalló el arsenal de las Fuerzas Armadas que se encuentra a 200 metros de mi casa. Ni bien se empezó a correr la voz que debíamos desocupar la ciudad se produjo la segunda explosión Con ella volaron los techos de muchas casas, incluso de la mía, y todo el mundo salió despavorido sin saber qué dirección tomar.
La confusión entre la gente era muy grande. Mi nuera y sus hijos se perdieron y mi hija no aparecía por ningún lado. Yo me quedé sola con mi hijo mayor y perdimos contacto con el resto de la familia. Entonces, empezamos a orar el Padre Nuestro, afirmando que estábamos todos bajo la protección de Dios. Cuando nos dimos cuenta de que el carro estaba intacto, salimos a buscarlos.
En el trayecto empezamos a cantar himnos del Himnario de la Ciencia Cristiana, especialmente el que comienza: “Ten mi vida que estará consagrada a ti Señor/... ten mis manos, que obrarán al impulso de Tu amor”. (N° 324)
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