Yo deseaba progresar en la vida y había descubierto que para lograrlo tenía que espiritualizar mi pensamiento. No obstante, superar las limitaciones y corregir mi carácter a veces parecía un desafío demasiado grande.
En mi búsqueda de progreso había leído muchas cosas sobre autoayuda, enseñanzas cristianas, etc. Pero aunque esas lecturas me aportaban ideas interesantes, no me ofrecían una solución eficaz, y yo seguía pensando que era un hombre imperfecto que debía convertirse en un ser espiritual y evolucionar para ser mejor. Esto me hacía ver la meta cada vez más lejos.
Cuando conocí las enseñanzas de la Biblia a través de la lente esclarecedora de la Ciencia Cristiana, se produjeron muchos cambios en mi vida. Mi forma de razonar comenzó a cambiar y algunas preguntas importantes que tenía en mi corazón comenzaron a encontrar respuesta.
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