Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

El Amor fortalece nuestros lazos

Del número de mayo de 2007 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Desde niño me resultó muy difícil llevarme bien con mi padre. A él le gustaba que yo fuera un gran deportista, aunque no tenía habilidad para los deportes. Nunca me distinguí en nada que fuera deportivo y esa contrariedad era motivo de desavenencias en la familia. A tal grado que eran muy pocas las ocasiones que yo disfrutaba de la compañía de mi padre. Es más, siempre que podía lo evitaba. Nuestra relación se fue enfriendo a tal punto, que casi no nos hablábamos.

Debido a la situación política en Cuba, mi país de origen, mis padres decidieron enviarnos a mi hermana y a mí a vivir a México con otros familiares y estuvimos separados de mi padre por casi 5 años. Finalmente, pudo salir de Cuba y se estableció en los Estados Unidos. Muy pronto llegó el momento de reencontrarnos.

Yo tenía mucha aprehensión pues pensaba que al volver a unirnos la misma relación fría y distante continuaría. Cual no sería mi sorpresa cuando en el aeropuerto mi padre se lanzó hacia mí y me dio un abrazo tan apretado que casi me ahoga. Su sonrisa denotaba un amor que trascendía cualquier explicación. A partir de ese momento nuestra relación siempre fue muy cordial.

Años después, cuando empecé a estudiar la Ciencia Cristiana, fui aprendiendo cómo el Cristo, la verdadera idea de Dios, el Amor divino, se manifiesta de innumerables maneras en nuestra vida. El Cristo nos muestra cómo el amor nos une en vez de separarnos, también nos enseña que existe unidad eterna entre Dios y Sus hijos.

El amor que Dios tiene por la humanidad se filtra inevitablemente a través de nubes de desacuerdos y malentendidos y nos alcanza a nosotros y a quienes tenemos presente en nuestro corazón. Este amor que muchas veces se ve en nuestros padres, familiares y amigos se manifiesta en armonía y generosidad. De esta manera nos da vislumbres de que tiene un origen inalterable de móviles más elevados.

Después de empezar a estudiar la Ciencia Cristiana, mi familia pasó a incluir a los miembros de la iglesia a la que concurría.

Tiempo después, tuve una experiencia que me permitió comprobar una vez más el poder del Amor divino para resolver discordias. Fui elegido para formar parte de la comisión directiva de mi iglesia. Allí, había una persona que nunca parecía estar de acuerdo con las ideas que yo presentaba a consideración. Siempre tenía objeciones a todo lo que yo dijera. Nuestra relación era tensa, a tal punto que consideré renunciar.

Pero el Cristo, ese camino de soluciones que nos presenta el Amor divino, vino nuevamente al rescate. Leyendo el libro Ciencia y Salud, encontré esta cita: "La manera de extraer el error de la mente mortal es verter en ella la verdad mediante inundaciones de Amor". Ciencia y Salud, pág. 201. Y eso fue lo que hice: la amé, viéndola como mi hermana en Cristo, como hija de Dios. Por ser ambos Sus hijos, nuestra relación tenía que ser armoniosa por naturaleza.

El cambio fue aparente y rápido. De pronto, comenzamos a estar de acuerdo en muchas cosas, y cuando no lo estábamos siempre encontrábamos la manera de resolverlo. En poco tiempo se transformó en una de mis mejores amigas en la iglesia, e incluso salimos a comer juntos en muchas ocasiones.

Cuando reconocemos que todos tenemos un solo Padre y Madre, o sea Dios, las tensiones en nuestras relaciones con seres allegados y amigos encuentran una solución armoniosa

Los lazos que unen a los hijos de Dios son permanentes, inquebrantables y armoniosos.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / mayo de 2007

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.