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La carrera que tenemos por delante

Del número de mayo de 2007 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Para mucha gente su ocupación es su carrera. Pero en realidad, nuestras diversas ocupaciones no constituyen nuestras verdaderas carreras.

Pienso que sería útil mencionar algunas definiciones. El diccionario Webster original define "carrera", entre otras cosas, como "competencia", y luego como "movimiento, o progreso de cualquier tipo". En la Biblia, el Apóstol Pablo se refiere a una carrera como la vida que vivimos, y dice: “Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante“. Hebreos 12:1.

¿Cuál es la carrera que se nos ha pedido correr? ¿Es acaso una carrera por dinero, poder y posición? Esas definiciones ofrecen una vislumbre sobre una perspectiva diferente del progreso y de cómo medir ese progreso.

Todos, ya sea individualmente o como familia, tenemos necesidades humanas muy válidas, y es correcto esperar que sean respondidas con comodidad. Pero como la mayoría de nosotros piensa que nuestra ocupación es fuente de las entradas que satisfacen esas necesidades, con frecuencia nos esforzamos principalmente por avanzar en nuestra ocupación a fin de obtener más dinero y vivir mejor.

Pablo, por otra parte, se refería a una carrera que se relaciona con el progreso espiritual, basado en las enseñanzas de Cristo Jesús. Aunque el Maestro reconoció que todos tenemos necesidades humanas específicas, estableció importantes prioridades para nosotros. Dijo: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia", y luego prometió "y todas estas cosas os serán añadidas". Mateo 6:33. Jesús dijo que nuestro "movimiento" primordial debería ser hacia el desarrollo espiritual. Si bien Jesús estaba muy consciente de la necesidad humana y se aseguraba de que fuera adecuadamente satisfecha, no obstante recomendó que no centráramos nuestra atención principal en nuestra ocupación humana.

Aunque muchos estarían de acuerdo con la opinión de Jesús, cumplir con esa demanda es otra cuestión. Cuando la sociedad afirma que uno debe concentrarse primero en el éxito de su carrera para avanzar en la vida, las exigencias de Jesús pueden parecer poco prácticas, si no imposibles de cumplir. Quizás algunos incluso tengan miedo de que la demanda de Jesús ponga en riesgo su éxito en la vida. Pero él dijo claramente que todo lo que necesitáramos a nivel humano sería añadido. Esto no excluye las entradas que necesitamos y que provienen de nuestras ocupaciones. Jesús sólo está pidiendo que primero valoremos y nos esforcemos por alcanzar el movimiento espiritual en pensamiento y en acción, y luego confiemos en que nuestras necesidades serán satisfechas.

En el Evangelio según Juan, Jesús afirma que vino al mundo para que la humanidad tuviera "vida, y para que la [tuviera] en abundancia". Juan 10:10. Dios nunca permitiría que nuestra existencia fuera estéril y sin realizaciones, sino una experiencia rica en profundos logros espirituales y las increíbles bendiciones que son resultado natural de ese progreso. Las pruebas de esta verdad impregnan la obra de la vida misma de Jesús.

Por ejemplo, cuando Jesús se encontró por primera vez con su discípulo Pedro, un pescador comercial, éste acababa de regresar de pescar sin ningún éxito. Jesús lo instó, a pesar de las objeciones de Pedro, a que saliera a pescar nuevamente. Esta vez, aunque estaban en las mismas aguas, la pesca fue tan generosa que rompió la red. Véase Lucas 5:4-6. ¿Acaso Pedro se había concentrado principalmente en su ocupación, y no había pescado nada porque no tenía un enfoque y un movimiento espiritual más específico? Jesús, al indicarle a Pedro que saliera a pescar otra vez, ya le estaba enseñando —a él y al resto de nosotros también— la importancia de tener prioridades espirituales y la de aspirar a anteponer las cosas del Espíritu a todas nuestras actividades. Su comentario final a Pedro fue: "No temas; desde ahora serás pescador de hombres". Lucas 5:10. Ahora la vida de Pedro incluiría mucho más que el mero intento de capturar peces.

Pon las cosas del Espíritu primero y grande será tu cosecha.

La misma verdad básica que Jesús enseñó a Pedro es de eterna importancia y se aplica a todas las épocas. Yo vi esto claramente cuando era niño. Éramos siete en mi familia; mi papá trabajaba duro y era un hombre muy responsable. No obstante, mis padres siempre estaban muy preocupados por nuestra situación económica, y por lo general, a fin de mes escaseaba el dinero. Papá le daba a mamá el cheque del sueldo que recibía cada dos semanas y ella hacía lo mejor que podía para cuidar de la familia hasta que llegara el siguiente cheque.

Un domingo por la mañana, íbamos de camino a la iglesia, y sucedió algo que cambió las prioridades de mi familia y nuestro sentido de seguridad. Parecía ser una cuestión de dinero, pero en realidad fue una lección sobre la verdadera naturaleza del empleo. Esa mañana mi madre estaba orando y sintió el fuerte impulso de poner todo lo que tenía en su cartera en la bolsa de la colecta. Sabiendo que rara vez tenía en su cartera más de uno o dos dólares, ella estuvo dispuesta de buena gana a obedecer esa indicación.

Cuando llegó el momento de la colecta, abrió su cartera y, para su sorpresa, vio que tenía todo el dinero en efectivo del cheque de pago más reciente de papá. Atormentada por su deseo de brindar lo necesario a su familia y responder a la instrucción divina que había recibido aquella mañana, cerró su cartera y dejó pasar la colecta. Sin embargo, como continuaba luchando con esa decisión, al término del servicio religioso, silenciosamente puso todo lo que tenía en la colecta.

Cuando papá se enteró de lo sucedido no se enojó, pero se preocupó mucho. La familia no tenía otros fondos evidentes disponibles. En la cocina sólo había la mínima cantidad de comida y el otro cheque no se recibiría hasta dos semanas después.

¿Qué estaba ocurriendo? Mis padres estaban aprendiendo a apoyarse en las enseñanzas de Jesús acerca de las prioridades espirituales. Al pensar en su deseo natural de proporcionar lo necesario a la familia, ellos, sin darse cuenta, pensaban que el trabajo de mi padre estaba brindando la entrada que necesitábamos para responder a ese deseo. Se había establecido en su vida por el cual consciente o inconscientemente ellos habían puesto más énfasis en el progreso de mi padre en su trabajo, que en el movimiento espiritual de nuestra familia. Esta era "la carrera", ese movimiento verdadero que, como Pablo dijo, está ante cada uno de nosotros, y que Jesús afirmó teníamos que anteponer a todo lo demás porque es el fundamento mismo de todo lo demás.

Haber puesto dos semanas de las entradas de la familia en la colecta de la iglesia nos había colocado donde Pedro estaba aquel día que no había pescado nada. Ahora no teníamos nada. Pero así como ocurrió con Pedro, el Cristo nos haría salir adelante nuevamente y aprender acerca de la capacidad del orden divino, no simplemente la habilidad de la demanda divina de proveer y responder a la necesidad humana, sino lo que es más importante, su habilidad para revelar la irrevocable e inmensurable majestad de la vida en el Espíritu. Nuestra familia estaba comenzando a confiar, valorar y concentrarse primero en las cosas de Dios y permitir que la ocupación de papá estuviera subordinada a servir esta demanda divina.

¿Qué ocurrió entonces? Resultó que la semana siguiente recibimos un cheque en el correo. Antes de casarse, papá le había prestado dinero a un conocido, y ahora, muchos años después, este señor le estaba devolviendo el dinero, de manera totalmente inesperada y sin habérselo solicitado. La cantidad que recibimos respondió perfectamente a nuestras necesidades. Para nosotros, cumplió la promesa de Jesús de que "todas estas cosas os serán añadidas".

Sin embargo, la verdadera bendición vino en los días y meses que siguieron. A partir de ese momento, mis padres vieron una notable transformación en su situación económica. Ellos aprendieron a buscar primero, cada vez más, "el reino de Dios y su justicia", y a poner cada vez menos énfasis en el plan que papá tenía de progresar en el trabajo para obtener más dinero. La ansiedad y la inseguridad desaparecieron. En lugar de falta de dinero, siempre podíamos responder con abundancia a cada necesidad que teníamos. Y más que nada, esta búsqueda espiritual continuamente revelaba algo más de la vida de abundancia que prometió Jesús.

Esta misma lección me guió cuando años después dejé mi exitoso negocio de venta de bienes raíces para dedicarme por completo a la práctica pública de la curación en la Ciencia Cristiana. Mi carrera había sido económicamente muy exitosa. Pero un día, asumió una dirección totalmente nueva cuando la siguiente línea de Ciencia y Salud tuvo un impacto en mí: "Seguir otras profesiones y progresar rápidamente en la demostración de esta Ciencia, es imposible". Ciencia y Salud, pág. 457. Aunque había leído esto muchas veces antes, ese día en particular fue como si le hubieran puesto un cartel luminoso.

Al día siguiente, di los pasos necesarios para cerrar mi negocio y dedicarme a la práctica de la Ciencia Cristiana. No puedo decir que no me preocupé un poco por mis finanzas, pero reconocí que esas sugestiones eran el argumento contrario a poner a Dios primero en mi vida. De hecho, a mi esposa y a mí nunca nos faltó dinero debido a esta decisión, y nuestras necesidades siempre han sido respondidas de una manera hermosa y abundante.

Después de la crucifixión de Jesús y antes de su ascensión, sus discípulos regresaron a su antigua carrera de pescadores, y una vez más, no lograron pescar nada. A pesar de todo lo que él les había enseñado y les había demostrado acerca de la naturaleza espiritual de su trabajo, lo primero que pensaron fue en volver de inmediato a lo que habían estado haciendo originalmente. Estaban buscando primero una forma de vivir, en lugar de esforzarse por aprender y vivir lo que Jesús les había mostrado.

Pero Jesús vino a la playa, se encontró con ellos en el nivel de pensamiento en que estaban, y con afecto los instruyó diciendo: "Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis". Juan 21:6. Obedientes a su mandato, descubrieron que sus redes se llenaron totalmente una vez más, y reconocieron que dicha instrucción había venido del Señor, el Cristo resucitado. Con esta percepción, ya no volverían a su antigua carrera, su antigua manera de pensar.

Como ellos, nosotros también podemos arrojar nuestro pensamiento sobre la carrera al lado derecho y descubrir las redes llenas de las vivencias espirituales que nos esperan a cada uno de nosotros. A medida que reconozcamos y nos esforcemos por honrar las enseñanzas de Jesús en nuestra forma tan única de hacerlo, seremos guiados a descubrir una vida mucho más espiritualmente satisfactoria y a encontrar que las cosas que necesitamos son añadidas sin duda, preocupación ni tardanza. Descubriremos en nuestras carreras que "...la superabundancia del ser está del lado de Dios, el bien".8 Ese es el lado de donde todos podemos recoger nuestras redes llenas.

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