Queridos hermanos de El Heraldo de la Ciencia Cristiana: Les escribo para agradecerles a todos por la delicadeza y el amor que tuvieron de comunicarse por teléfono conmigo. No se imaginan la alegría de mi esposo y mía al saber que tan lejos de nosotros hay hermanos cristianos que se preocupan por toda la humanidad y lo reflejan por medio de misivas, telegramas o Ilamados telefónicos.
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