MUCHOS CIENTÍFICOS CRISTIANOS EN EL MUNDO se han beneficiado con el cuidado tierno y desinteresado de los enfermeros de la Ciencia Cristiana, durante los últimos 100 años. En noviembre de 2008 se cumple el centenario del Estatuto del Manual de La Iglesia Madre estableciendo oficialmente los enfermeros de la Ciencia Cristiana como parte de las actividades sanadoras de la Iglesia. Este mes, El Heraldo de la Ciencia Cristiana comienza una serie para honrar a la profesión de enfermero de la Ciencia Cristiana y celebrar con gratitud el esmerado y afectuoso cuidado que estos enfermeros brindan constante e incansablemente a quienes lo necesitan.
Un padre en África Central estaba muy preocupado. Su hija mayor hacía una semana que estaba enferma. De acuerdo con los síntomas, parecía que tenía malaria. Un practicista de la ciencia cristiana le estaba dando a ella tratamiento mediante la oración, pero la mejoría era lenta, y estaba cada vez más débil. Entonces el padre se dio cuenta de que aunque su esposa la atendía con mucha devoción, también tenía miedo por su hija, y ese temor no ayudaba a que se produjera la curación. A pesar de las presiones que tenía en el trabajo, él se quedó en casa para atender a su hija.
El padre con paciencia alimentó a su hija, a cucharadas. También la alimentó con verdades espirituales acerca de su identidad como hija amada de Dios. En el libro Ciencia y Salud encontró la guía para cuidar de ella. Este pasaje le resultó sumamente útil: "El pobre corazón adolorido necesita de su legítimo nutrimento, tal como paz, paciencia en las tribulaciones y un inestimable sentido de la bondad del amado Padre". (pág. 365–366)
Aunque estaba consciente de que el problema de su hija era grave, se mantuvo tranquilo y Ileno de confianza. Él ya había tenido muchas curaciones mediante la oración como para dudar del poder del Amor divino para sanar. Permaneció junto a ella, confiando silenciosamente en el cuidado de Dios, asegurándole con ternura y expresando de manera tangible Su cuidado. Al día siguiente ella había mejorado bastante. Se había levantado y estaba comiendo normalmente. A los pocos días se había recuperado por completo.
Un nuevo Estatuto — ”Enfermeros de la Ciencia cristiana”
Hace cien años, algunos Científicos Cristianos cuidaban unos de otros de manera muy similar a como este padre en África ayudó a su hija. Tenemos entendido que no tenían ningún tipo de entrenamiento, más que sentido común, una naturaleza afectuosa y la certeza de que podían confiar en que el sistema de curación que explica Ciencia y Salud podía sanar cualquier enfermedad, por más grave que fuera.
En 1908, Mary Baker Eddy pidió que se agregara el siguiente Estatuto al Manual que gobierna la Iglesia: "Un miembro de La Iglesia Madre que se acredite como enfermero o enfermera de la Ciencia Cristiana, deberá tener un conocimiento demostrable de la práctica de la Ciencia Cristiana, comprender a fondo la sabiduría práctica necesaria respecto al cuarto de un enfermo, y que pueda cuidar bien del enfermo.
"Los nombres de tales personas pueden publicarse en The Christian Science Journal según las reglas establecidas por los editores". (Artículo VIII, Sección 31, pág. 49)
Los enfermeros de la Ciencia Cristiana no surgieron como resultado de este Estatuto; las personas ya estaban realizando este trabajo. No obstante, el mismo sí confirmó que las actividades de los enfermeros tenían un lugar dentro del ministerio sanador de la Ciencia Cristiana.
El Estatuto estableció la norma para los enfermeros. Durante el siglo que ha transcurrido desde entonces, teniendo esta norma como guía, los enfermeros de la Ciencia Cristiana han desarrollado su trabajo con profesionalismo y habilidad para cuidar al enfermo bajo las condiciones más difíciles, situaciones que los miembros de la familia quizás no podrían enfrentar solos. Los enfermeros de la Ciencia Cristiana suministran el cuidado necesario para mantener la limpieza, bañando al paciente cuando éste no puede permanecer de pie o caminar, o darse vuelta en la cama. Limpian heridas, preparan comidas especiales y alimentan a los pacientes que no pueden comer normalmente. En definitiva, los enfermeros de la Ciencia Cristiana ayudan a los pacientes que se apoyan en el tratamiento de la Ciencia Cristiana, haciendo lo que no pueden hacer por sí mismos, hasta que puedan hacerlo.
Ofrecer el cuidado de un enfermero significa nutrir
El arte de cuidar del prójimo es esencial en la práctica del cristianismo. Resplandece en los relatos de la vida de Jesús en los Evangelios. Se basa en el hecho de que Dios, el Amor, cuida de Sus hijos. La Biblia también compara a Dios con un águila madre que aletea sobre sus crías. (Véase Deuteronomio 32:11, 12) La palabra enfermero (en inglés nurse), proviene del verbo nutrir, y se relaciona con los conceptos de cuidar, valorar y alentar a otra persona. Por ser hijos de Dios, esta habilidad de nutrir es algo natural para todos nosotros.
Cuando reconocemos esto, no debe sorprendernos que el Estatuto "Enfermeros de la Ciencia Cristiana" aparezca en el Manual de la Iglesia como parte de la sección Ilamada "Instrucciones para Miembros". Es claro que esta actividad tiene que ver con el progreso espiritual de cada miembro de la iglesia, no simplemente de un grupo especial de miembros dedicados a cuidar de otros. Como Mary Baker Eddy escribió acerca del Manual mismo: "...cada Regla y Estatuto de este Manual aumentará la espiritualidad de aquel que lo obedece, y fortalecerá su capacidad para sanar al enfermo, consolar a los que Iloran y despertar al pecador". (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 230)
No todos los estudiantes de la Ciencia Cristiana sienten el Ilamado para ser enfermeros de la Ciencia Cristiana, sin embargo, cada uno de nosotros ha sido Ilamado para sanar. Es el Amor el que sana, y es el Amor lo que expresamos cuando nutrimos espiritualmente y cuidamos de los que nos rodean.
