Padecí de alergia durante muchos años. Salvo en el invierno que no hay perfumes en el aire, vivía ahogada, no podía respirar y siempre tenía bloqueado el sistema respiratorio. No había medicina ni nada que me aliviara. La condición era tan grave que hasta dejaba gotitas nasales en casa de gente amiga porque si me las olvidaba la pasaba muy mal.
Toda esta situación cambió cuando conocí la Ciencia Cristiana. Mary Baker Eddy escribe: "¡Qué desprecio a la hermosura de la naturaleza decir que una rosa, la sonrisa de Dios, pueda causar sufrimiento. El gozo de su presencia, su belleza y fragancia, debieran elevar el pensamiento y apartar toda sensación de temor o fiebre". (Ciencia y Salud, pág. 175) Ella afirma que es irreverente pensar que el perfume del trébol y del heno recién cortado pueda producir inflamación glandular, estornudos y punzadas nasales. Y eso era justamente lo que me pasaba a mí.
Con la lectura de Ciencia y Salud percibí que el sufrimiento no era una ley de Dios. Que Él no había establecido que la naturaleza con sus perfumes y fragancias estuviera en mi contra. Entonces decidí disfrutar de la naturaleza y continuar orando para sanar de esta condición. Recuerdo que cuando empezaban a aparecer los síntomas, me negaba a aceptarlos declarando: "Dios no lo creó ni me lo impuso, así que no puedo estar sufriendo de esto". Tuve que ser persistente en mi oración hasta que me liberé totalmente de la alergia. De esto hace ya más de 25 años.
Este estudio fue para mí toda una revelación porque siempre había pensado que Dios estaba lejos y que uno tenía que hacer algo para acercarse. Pero esa curación me demostró que Él está siempre con nosotros.
Esta comprensión me dio mucha fortaleza espiritual y me ayudó a enfrentar distintas cosas que fueron surgiendo. Por ejemplo, un día me agaché para levantar unas cosas y ya no me pude enderezar. Comencé a orar negándome a aceptar este problema de ciática, sabiendo que la ley de Dios estaba obrando en todos mis movimientos. No obstante, la condición persistía, a tal punto que no me podía sentar, caminar, ni darme vuelta en la cama. Por ello, resolví pedir ayuda a una practicista de la Ciencia Cristiana que son personas que se dedican a orar por otros. Ella insistió en que yo no tenía que aceptar ninguno de esos síntomas que me estaban limitando porque Dios no los había creado. Juntas recurrimos al pasaje del Génesis donde dice que el hombre fue hecho a imagen y semejanza del Creador. Mary Baker Eddy a su vez afirma que la materia no puede ser esa semejanza, porque nosotros somos espirituales y perfectos.
Siempre trato de comprender las enseñanzas de Jesús, especialmente donde promete que la verdad nos hará libres. Y esa verdad es que Dios nos creó y nos gobierna armoniosamente. Por ser Sus hijos, no podemos sufrir ninguna situación dolorosa. Yo sabía que si era receptiva a esa verdad podría liberarme del problema físico. Persistí en mi oración y, poco a poco, empecé a moverme y a retomar mis tareas normales. Tuve que ser muy persistente, pues me Ilevó alrededor de un mes recuperarme totalmente.
Me gusta reconocer que Dios está siempre con nosotros, como una madre que no se separa jamás de sus hijos. Cuando no sentimos Su presencia es que estamos mirando para otro lado, como que estamos de espaldas a la madre, y no la podemos ver. No obstante, ella nos está vigilando. Y eso me hace sentir muy bien y me ha ayudado en situaciones cuando me he encontrado lejos incluso de un teléfono como para pedir ayuda. Pero la idea de que Dios estaba conmigo brindándome protección, curación y fortaleza, me sacaba adelante.
No hace mucho, estaba cocinando y me cayó aceite hirviendo en la mano. De inmediato pensé que los accidentes son desconocidos para Dios como dice Ciencia y Salud, y me acordé de los tres hebreos en la Biblia que fueron arrojados a un horno de fuego, y no sufrieron ninguna quemadura. Me limpié el aceite y oré unos minutos con estas ideas. Luego seguí cocinando como si nada. No había quedado rastro alguno del incidente.
Hay muchas cosas que uno resuelve cuando se acostumbra a apoyarse en la oración en la Ciencia Cristiana. Estoy muy agradecida.
Buenos Aires, Argentina
