Un día, quise levantarme para hacer mis labores y un fuerte dolor de espalda me lo impidió. El dolor era tal que me resultó imposible salir de la cama. A la mañana siguiente, como no pude asistir al trabajo debido a que el dolor me impedía caminar, fui al hospital para que dieran un certificado de incapacidad para poder faltar al trabajo. Aproveché ese tiempo para orar.
En el hospital me diagnosticaron lumbalgia crónica, y me dijeron que no podría caminar mucho ni hacer ningún esfuerzo, y que debía guardar reposo.
El estudio de la Ciencia Cristiana me ha enseñado que para Dios nada es imposible, así que me dije: "Ponte a orar y a reconocer que tu Padre está contigo". Entonces comencé a leer el Salmo 121 donde dice: "Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra". Me esforcé por seguir el consejo que Mary Baker Eddy da en Ciencia y Salud: "Levantaos en la fuerza del Espíritu para resistir todo lo que sea desemejante al bien". (pág. 393)
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