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Su hijo no podía respirar

Del número de marzo de 2008 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando uno de mis hijos tenía trece años, yo trabajaba en la misma escuela donde él estudiaba. Un día estaba en mi salón de clase, cuando vino un estudiante corriendo y me dijo que subiera rápidamente a ver al director. Fui de inmediato y me encontré al director con mi hijo, quien se había tragado el capuchón (tapa) de un bolígrafo.

Ocurrió que el muchacho tenía el bolígrafo en la boca y un amigo le pegó en la espalda, y se tragó el capuchón. Esto había ocurrido hacía apenas unos minutos y mi hijo tenía dificultad para respirar. Además, era obvio que tenía algo trabado en la garganta.

Llamé de inmediato a un practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mi hijo, quien me dijo que lo haría ya mismo. Cuando colgué el teléfono, yo también estaba orando y hablándole a mi hijo. Un pensamiento que me ha ayudado en muchas ocasiones está en el libro de los Proverbios, y dice: "No tendrás temor de pavor repentino" (3:25). Esto me dio fortaleza para no tener temor.

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