Candace du Mars no tenía idea de que su vida cambiaria para siempre el día en que su hija, Alice, de edad preescolar, llegó a su casa después de asistir a la Escuela Dominical de la iglesia de una amiga. Alice le dijo que había encontrado una nueva Escuela Dominical, y Candace—o Candy como la llaman sus amigos—se contagió del entusiasmo de su hija y comenzó a asistir a una iglesia filial de la Ciencia Cristiana y a leer Ciencia y Salud, a consecuencia de lo cual sanó de eczema.
Después de dejar su carrera como maestra de estudios sociales e instructora de debates, Candy entró en la práctica pública de la curación mediante la Ciencia Cristiana en 1987, y se graduó de maestra de esta Ciencia en 1991. También fue conferenciante de la Ciencia Cristiana durante diez años y se desempeñó como Primera Lectora de La lglesia Madre en Boston, desde 2001 a 2004.
Candy ha vivido toda su vida en el estado de Washington, EE.UU., y desde su patio tiene una vista del Monte Rainier. Debido al clima lluvioso, a ella le encanta practicar juegos de mesa con su familia, y en sus escasos momentos de ocio juega bridge o resuelve palabras cruzadas. Hace poco hablé con Candy sobre cómo mantener una perspectiva espiritual de la vida, y cómo tener siempre presente que debemos vernos a nosotros mismos y a los demás en el cenit, ante la luz del mediodía.
Candace, me encantaría empezar preguntándote acerca de un pasaje de Ciencia y Salud que dice: "Por la magnitud de su vida humana demostró la Vida divina". Ciencia y Salud, pág. 54. A veces los Científicos Cristianos parece que exageramos un poco tratando de demostrar nuestra identidad espiritual, y en el proceso la importancia de la existencia humana es disminuida. ¿Qué piensas de este concepto?
Esa misma pregunta me hice yo cuando leí Ciencia y Salud por primera vez para ver si la Ciencia era algo que quería estudiar. Recuerdo que pensé: Yo no quiero dejar de ser quien soy. No quiero tener una vida aburrida.
¿Creías que tu vida perdería todo su colorido?
Sí, y yo no quería que pasara eso. Sin embargo, esta frase de Ciencia y Salud me dio la respuesta: "[El] concepto científico del ser, que abandona la materia por el Espíritu, de ningún modo sugiere la absorción del hombre en la Deidad y la pérdida de su identidad" —y creo que ese era mi temor, que pudiera perder mi identidad—"sino que confiere al hombre una individualidad más amplia, una esfera de pensamiento y acción más extensa, un amor más expansivo, una paz más elevada y más permanente". ibíd., pág. 246. Me di cuenta de que esta promesa me ofrecía una vida mucho mejor de la que tenía.
Así que pensaste que tendrías que dejar de lado toda la chispa y la diversión, todo lo que da color a la vida. Pero en esa cita que mencionaste Mary Baker Eddy asegura a sus lectores que una vida espiritualizada significa disfrutar de una individualidad aún más amplia.
Así es, porque una "individualidad más amplia" no significa tener un ego más grande o desarrollar una mayor personalidad. Cuando aprendí a dejar de pensar basándome en la materia y obtuve un sentido más espiritual de la vida, comenzó a haber mucha más armonía en todo lo que hacía. Si necesitaba tener más de algo, lo obtenía. Si debía tener menos, me ajustaba con toda naturalidad. Además, esa manera más espiritualizada de pensar trajo más gracia a mi vida. Y la gracia es una cualidad muy poderosa.
Entonces encontraste un equilibrio natural. No es que tu ego haya aumentado, sino que lograste tener una mayor confianza al conocer mejor tu identidad única.
Uno no tiene por qué enfrentar grandes problemas o situaciones extremas. Pienso que eso era lo que me ocurría a mí antes, a veces me sentía en la cima de la montaña y otras en el fondo del mar. Y esta nueva comprensión me trajo un sentido de dirección y como que me preparó para la aventura.
Cuando la experiencia humana coincide con las leyes espirituales, se produce la curación.
He descubierto que la experiencia humana da muy débiles indicios de lo que es la vida espiritual. Esto se debe a que el punto de vista material es limitado y depende de los cinco sentidos para regir todo, y esos sentidos no siempre son precisos. Mucha gente se siente desamparada porque piensa que la existencia humana está gobernada caprichosamente por el azar o la suerte. Pero en la Ciencia Cristiana estoy aprendiendo que, aunque somos creados espiritualmente en la imagen misma del Espíritu, puedo disfrutar de hacer un pastel, salir a ver una película, o divertirme con los placeres simples de la vida. También significa que siempre puedo elevar todo a un nivel más espiritual, y mirar más allá de la situación humana que pueda estar enfrentando.
Tal vez esa sea la razón por la cual la palabra magnitud, que Mary Baker Eddy emplea para describir la vida humana de Jesús, destaca la importancia de sus días aquí en la tierra, y por ende la importancia de nuestra propia experiencia humana.
Y parte de esa magnitud proviene del hecho de que Jesús vencía constantemente las leyes materiales e incluso desafiaba muchas de las reglas religiosas y sociales de su época. Por ejemplo, cuando caminó sobre el agua, él debe de haber sabido que algo lo estaba sosteniendo, algo que era más sustancial que la suposición universal de que se hundiría en el agua. Algo que tenía una base espiritual y que desafiaba la creencia humana de que la gravedad lo haría hundirse.
De manera que la magnitud de la vida de Jesús no fue simplemente que vivió una buena vida humana, sino que también llegó a percibir la realidad espiritual del universo. Ese conocimiento elevó su vida humana de tal manera que llegó a estar llena de nobleza. Y eso es lo que yo he visto en mi propia vida, cuando la experiencia humana coincide con las leyes espirituales, se produce la curación, las vidas cambian, las relaciones mejoran.
Hablemos de ese término, leyes espirituales. ¿Qué quiere decir?
Simplemente, que sólo existe un poder, Dios, Amor, Mente, Alma—como quiera que se llame—y las leyes que emanan de ese poder divino, ese Principio que es la base de todo.
Creo que la mayoría de la gente que contempla la naturaleza, con toda su complejidad y belleza, o los sorprendentes logros de la humanidad, percibe que hay algo poderoso que mantiene el orden del universo. Los estudios psicológicos y científicos tratan de descubrir qué es. ¿Qué hace que las cosas funcionen? ¿Qué lo creó todo? Yo entiendo que son leyes divinas y universales las que le dan sentido a todo. Leyes que están a nuestro alcance. Pero nosotros a menudo no nos damos cuenta de que estas leyes divinas pueden usarse en nuestra vida.
Al igual que ocurre con las leyes físicas—como es el caso de la gravedad que la gente acepta como un hecho natural de la vida y que ocurre en todo momento y en todo el mundo—,estas leyes espirituales más elevadas no desaparecen.
Las leyes espirituales están siempre presentes. Analicemos, por ejemplo, la ley espiritual que dice que el Amor está en todas partes. Aun así, hay gente que se siente abandonada u olvidada. Sin embargo, ésa es solo una creencia en la ausencia de amor. Pero el verdadero Amor—la ley espiritual del Amor divino siempre presente—nunca abandona a su creación ni deja de mantenerla. Dios cuida de cada uno de nosotros y nos ama por toda la eternidad.
Es cierto. A veces la gente siente que carece del amor humano, o, por lo menos, que no tiene lo suficiente. Pero como dijiste, el Amor divino llena cada centímetro del universo y eso incluye todos los momentos y días de nuestra vida. Y para mí esto indica que la vida humana es más que un penoso caminar por ella hasta que pasamos a lo verdadero, a la vida después de la muerte, a una vida mejor, o como quiera que se llame. Ahora mismo, la vida tiene un propósito y tiene su realización y posee todo el amor verdadero que podamos recibir.
Estoy de acuerdo. Considero que la existencia humana es como un laboratorio donde todo lo que hacemos nos brinda la oportunidad de amar y de ser honrados, de tener integridad, de elevar al Cristo, no de mantenernos a un nivel donde somos egocéntricos, tratando simplemente de pasar el tiempo. La vida es mucho más que ser un cuerpo de carne y hueso. Como dice Mary Baker Eddy, somos una idea compuesta formada de todas las ideas correctas.
Por esta razón trato de pensar que soy una idea espiritual única en su género, aunque parezca estar en un reino humano al tener fotos en las paredes y un aparato de televisión en una esquina del cuarto. Pienso que soy inteligente, saludable, fuerte, hermosa —todas esas ideas correctas que expreso por ser espiritual. Trato de manifestar esas ideas en mi interacción con los demás.
Si nos vemos a nosotros mismos y a todos los que nos rodean como hechos a imagen de Dios, estamos viendo algo más que a una persona de cierta edad, con un determinado coeficiente de inteligencia. Cuando mantenemos un punto de vista más elevado y vemos las ideas espiritualmente saludables que constituyen a cada persona y cuya fuente es Dios, traemos la verdad espiritual a cualquier situación que estemos contemplando.
Hablando de mantener un punto de vista espiritualizado de la vida, recuerdo algo que escribió Adam Dickey, uno de los primeros Científicos Cristianos. En el artículo "Posesión" él habla de un concepto muy interesante. Dice que detrás de cada concepto mortal existe una idea divina. Incluso aclara que no necesitamos saber cuál es esa idea divina. El simple hecho de reconocer que hay una idea divina produce la curación. ¿Qué podrías agregar a esto?
Bueno, tengo un ejemplo que puede ayudar a explicar lo que él dice. Comencemos por esta declaración de Ciencia y Salud: "El medir la vida por años solares roba a la juventud y afea la vejez. El sol radiante de la virtud y la verdad coexiste con el ser. El hombre es su eterno mediodía, jamás oscurecido por un sol declinante".2 Para mí, esta última idea significa que todos estamos siempre en el cenit de nuestro día, de nuestra experiencia, de nuestra vida infinita. Yo siempre lo he llamado "luz del mediodía", pero cuando lo busqué me sorprendí al ver que la cita en realidad dice "eterno mediodía".
No obstante, considero que es la misma idea. Así que creo que yo y todos los demás estamos siempre en el cenit. No somos oscurecidos por los años ni por la vejez, y no somos opacados, agotados ni hastiados por las experiencias que han ocurrido a través de los años. Nada puede alterar o deteriorar la expresión pura y única de Dios que nosotros traemos al mundo. Por lo general, no pienso mucho en la ley divina que respalda la idea de que siempre estamos en el cenit de nuestro día. Simplemente me pregunto ¿qué decisión tomaría si estuviera en ese cenit? ¿Sería diferente de la que tomo ahora con todas las creencias y opiniones humanas que me rodean? Entonces corrijo cualquier pensamiento limitado basado en el temor o la duda.
Ahora bien, detrás de ese recordatorio del cenit hay una ley espiritual, una idea divina; es la ley de la Vida que me asegura que soy eterna y que nada puede opacarme, que nada puede desvanecer mi identidad, propósito, energía, oportunidades ni vigor, ni los de ninguna otra persona.
Sin embargo, con frecuencia las opiniones mortales o leyes de salud que contradicen la realidad espiritual comienzan a afectar la comprensión que tenemos de nosotros mismos y a veces aceptamos esa influencia errónea. Es importante declarar lo que es verdad acerca de nosotros mismos, y decir: Un momentito, si yo tuviera 21 años ¿qué haría? ¿Tomaría una decisión diferente a la que estoy tomando ahora? ¿Estoy viendo a los demás en el cenit, o pienso que tienen un largo camino por recorrer? ¿Cuál es la ley aquí?
Esta simple declaración—que todos estamos en el punto exacto del cenit, nuestro eterno mediodía—revela una poderosa verdad, porque está basada en la ley divina, la ley de la Vida, de la perfección espiritual.
Mary Baker Eddy también habla de otra idea muy útil, que se refiere a la necesidad de resolver cosas en pensamientos. Pero esto presenta dificultades a muchos. Alguien puede que diga: "Necesito un coche nuevo. ¿Cómo resuelvo eso en un pensamiento?" ¿Podemos analizar este concepto para aclarar cómo funciona en la práctica?
A menudo transformamos palabras de uso corriente en conceptos que no son materiales. Un ejemplo simple es la palabra corazón, que a veces la transformamos en un término afectuoso, como cuando alguien llama a otro "mi corazón". Eso es cambiar una cosa en un pensamiento. Desde una perspectiva espiritual resolver cosas en pensamientos significa elevarse más allá de la materia. Necesitamos considerar el "objeto" y luego esforzarnos por obtener el sentido espiritual del mismo. Se requiere un poco de práctica. Es como aprender otro idioma.
Entonces veamos esta declaración: Yo necesito un auto. Y agreguemos, No tengo dinero. ¿Cómo voy a obtenerlo?
Bueno, tenemos que partir de la base de que un auto responde a una necesidad. Entonces transformas ese objeto—el auto—en ideas. La necesidad real es de transporte, de comodidad, de rapidez y eficiencia. Para mí un coche representa también la oportunidad de ayudar a los demás al ofrecerme a llevarlos a algún lado. Tener un auto te permite hacer las cosas más rápido y mejor. Pienso que salir a la carretera representa libertad y la posibilidad de ir de un lugar a otro. El auto también expresa progreso porque no te quedas estancada en un lugar.
Después de pensar en todas estas ideas, tienes que incorporarlas a tu pensamiento y a tu vida. Compartes lo que tienes, progresas, te levantas y sales. No te quedas varada allí, sino que te mueves, haces algo.
Todos estamos en el punto exacto del cenit, nuestro eterno mediodía.
Hablemos de algo más que podemos resolver en pensamientos. Por ejemplo, alguien dice: "No tengo trabajo y no tengo dinero. Pero tengo que pagar el alquiler".
Es importante aclarar que uno no cambia el problema en un pensamiento. Lo que cambia es la idea que tiene de sí mismo de que le pueda faltar algo. Es decir, cambias tu punto de vista de quién eres, y valoras eso. Ves sólo lo que Dios ve en ti. Y Dios nunca ve que algo en Su creación pueda sufrir escasez.
Si alguien está sufriendo porque está desempleado, puede cambiar el "empleo" (el objeto) en un pensamiento. Por ejemplo, puede pensar que somos siempre útiles y productivos porque expresamos los hechos de nuestra naturaleza espiritual.
Expresar amor es estar empleado. Si expresas amor en el transcurso del día, eso es parte del empleo de expresarte a ti misma. Y el empleo de amar a los demás no se acaba nunca, está siempre a mano.
De modo que se trata de cambiar el concepto que uno tiene de la situación y de sí mismo.
Sí, y no importa cuán grande o pequeña sea la necesidad o lo difícil o sencilla que parezca la situación, uno sigue enfrentándose con una creencia, no con una realidad. Ante situaciones así, a menudo me digo: "Tú crees que estás buscando provisión, pero la verdad es que tú eres la provisión. Expresas ahora mismo los talentos que Dios te ha dado. ¿Y sabes una cosa? Alguien necesita lo que tienes. Eres la idea de Dios y cada una de las ideas infinitas de Dios tiene un propósito, el de responder a alguna necesidad". Esto se debe a que nuestra provisión de Dios se manifiesta en forma de ideas, mientras que el dinero y el sueldo son "objetos". Pero necesitamos tomar cada idea que recibimos y transformarla en acción. Ese es realmente nuestro empleo.
La masculinidad y feminidad en cada uno de nosotros está en equilibrio.
Continuando con la idea de espiritualizar nuestro pensamiento, ¿cuáles son las ideas más sólidas a las que recurres cuando te sientes impresionada o como en un callejón sin salida por una condición? ¿Qué te hace volver al carril y lograr una rápida curación?
Es posible que ore de inmediato de distintas formas, pero yo diría que la oración más importante es el Padre Nuestro porque tranquiliza mi pensamiento de inmediato. De hecho, oro el Padre Nuestro todas las noches antes de irme a dormir. Es la oración que nos dio Jesús, y Mary Baker Eddy concluye con ella el capítulo sobre la oración en Ciencia y Salud y ofrece su interpretación espiritual.
Sí, de hecho llama a Dios Padre-Madre, y esto me hace pensar en la conexión universal que tenemos todos. Entonces, ¿cómo podemos orar los Científicos Cristianos por las necesidades del mundo? ¿Cómo podemos traer curación, consuelo y aliento?
Pienso que necesitamos incluir las ideas correctas de masculinidad y feminidad en nuestras oraciones.
Para mí, entre las cualidades de la feminidad espiritual y verdadera que son importantes para sanar el mundo, se encuentran el amor, la ternura, el perdón, el valor para soportar la adversidad y la paciencia, inherentes a la mujer. Y entre las cualidades que asociamos con la verdadera masculinidad derivada de Dios se encuentra la fortaleza, la tenacidad, el valor moral. De modo que en cada problema mundial que queremos sanar podemos orar para ver la verdadera feminidad y masculinidad de todos. Y comprobaremos que esa afirmación y oración tienen como resultado un mundo más equilibrado y armonioso.
Hay muchas maneras de orar por el mundo. Y podemos confiar en que nuestras oraciones darán resultado, quizás incluso de formas que nunca habríamos podido anticipar.
Recuerdo que en una ocasión estaba orando por el tema de un artículo publicado en The Christian Science Monitor. El mismo trataba la contaminación y el daño producido por la lluvia ácida en Europa Oriental. Entonces me puse a orar con la idea del ambiente espiritual y prístino de Dios, lo que Ciencia y Salud describe como "la atmósfera del Alma".
Esa misma tarde, tres mujeres me llamaron o me vinieron a ver a mi oficina, atemorizadas porque sus ginecólogos les habían prescrito unos análisis para determinar si tenían cáncer de mama. Como es natural, todas ellas estaban sumamente preocupadas.
Me di cuenta de que la oración que había hecho ese día por la lluvia ácida —que realmente nunca voy a saber de manera concluyente si tuvo efecto o no— había hecho que estas personas recurrieran a mí en busca de consuelo y aliento. Yo había estado viendo la pureza misma, que es una ley de Dios, ya sea en el aire como en la gente. La creación de Dios es perfecta y, por lo tanto, siempre pura. No importa qué problema se presente que diga lo contrario. El hecho espiritual permanece: toda la creación de Dios es pura y perfecta.
¿O sea que afirmar ese hecho espiritual abrió tu pensamiento de tal manera que esas personas fueron guiadas a hablar contigo de sus temores?
Sí, y yo al orar supe que su pureza las había protegido y que nada podría perjudicar su ser prístino cuya fuente es Dios. Yo no les di tratamiento en la Ciencia Cristiana porque ellas estaban bajo supervisión médica. Pero sí declaré en mis oraciones que la pureza era parte de su identidad, y que por ser hijas de Dios cada una siempre estaba en su estado puro. Todas ellas me llamaron después para decirme que sus médicos no pudieron encontrar ni rastro del problema en los exámenes que les hicieron.
De manera que, aunque yo no supe los resultados de mi oración a escala internacional, mis oraciones aquella mañana habían guiado a esas personas a comunicarse conmigo basadas en el mismo principio, que en el universo de Dios no puede haber ningún perjuicio, ningún poder malvado, ni influencia destructiva.
Esa experiencia me ha dado confianza cuando oro por el mundo, porque sé que mi oración tendrá resultados y podré ver algunos de ellos de inmediato.
En nuestra oración afirmamos que Dios es todopoderoso, y presentamos esa promesa sanadora a la atmósfera mental del mundo. ¿Quiere decir eso que instantáneamente todo está bien? No siempre. Es por eso que tenemos que continuar orando y escuchar los mensajes de nuestro Padre y Madre que nos guían para que hagamos lo que es necesario hacer. Y siempre debemos empezar con la oración, resolviendo cosas en pensamientos y con eso bendecimos al mundo y llenamos de chispa y alegría nuestra propia vida.
Este es un extracto del artículo publicado en The Christian Science Journal de Febrero de 2008.
    