"Peregrino en la tierra,
tu morada es el cielo;
extranjero, eres el huésped de Dios".
Ciencia y Salud, pág. 254
"Tu morada es el cielo",
dondequiera que voy me sigue esa promesa;
en zonas familiares o extranjeras,
me siento a salvo al confiar en ella.
Atravieso los límites
que separan un suelo de otro suelo,
y en cada uno encuentro las palabras
"Tu morada es el cielo".
Siento cerca a mis hijos y a sus hijos,
aun cuando moren en lejanas tierras;
a salvo en el "hogar", por siempre a salvo
bajo el tierno poder de esa promesa.
"Tu morada es el cielo",
si Dios está conmigo dondequiera que vaya,
en mar o tierra, firmamento o playa,
¡jamás podré sentirme un extranjero!
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