Hoy en día, hay personas en todo el mundo que buscan alternativas a los procedimientos comúnmente aceptados, ya sea en lo que se refiere a la salud personal, los negocios, la política, el ambiente o a una simple guía para vivir. En parte, intuyen que debe haber algo mejor que lo que los métodos convencionales ofrecen; tienen la certeza de que aún queda otra dimensión por explorar.
Por supuesto, esta convicción no es exclusiva de la vida moderna. Pensadores en todas las épocas han tenido esta intuición e incluso a veces han actuado y cambiado el curso de la historia.
Uno de esos pensadores, Mary Baker Eddy, la descubridora de la Ciencia Cristiana, o la Ciencia del ser como ella la llama, se adhirió a convicciones similares respecto a la naturaleza de la vida. En su autobiografía escribió: "Desde muy niña, un hambre y sed por las cosas divinas—un deseo de algo más elevado y mejor que la materia y aparte de ella—me impelieron a esforzarme diligentemente por saber que Dios es el único grande y siempre presente alivio del dolor humano". Retrospección e Introspección, pág. 31.
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