Cuando conocí el libro Ciencia y Salud, hacía ya un tiempo que estaba tomando hormonas que los médicos me habían recetado para la tiroides. También sufría de fuertes dolores de cabeza. Sin embargo, poco después de comenzarlo a leer esos dolores desaparecieron y yo, al ver esta curación, decidí dejar todos los medicamentos que venía tomando.
La lectura de este libro junto con la Biblia me trajo un despertar espiritual. Sobre todo cuando empecé a comprender este pasaje del Génesis: “Vio Dios todo lo que había hecho y he aquí que era bueno en gran manera” (1:31). Esto significó para mí que la creación, incluso el hombre, ya es perfecta, porque estamos hechos a Su imagen y semejanza. Dios es Espíritu, por lo tanto, esa semejanza no puede ser corporal ni fisica, sino espiritual, y posee, por lógica, la naturaleza de su Creador.
Un pasaje de Ciencia y Salud me llamó mucho la atención. Dice así: “La ontología se define como 'la ciencia de los componentes y las relaciones necesarios de todos los seres', y es la base de toda práctica metafísica" (Pág. 460). Luego agrega: "Nuestro sistema de curación por la Mente descansa sobre la comprensión de la naturaleza y esencia de todo el ser". Esto me ayudó a ver que la Mente divina y Sus cualidades son la esencia de Su creación, y que el amor con que nos ha creado mantiene y sostiene nuestra existencia.
Todo este conocimiento espiritual de Dios y Su amor produjo un cambio fundamental en mi pensamiento porque me llevó a aplicar, frente a cada situación, una verdad espiritual que es única, inamovible y que no está sujeta a condiciones materiales.
De esta manera me fui librando de males que se consideran hereditarios. Por ejemplo, mi padre había sufrido de diabetes y mi madre de frecuentes dolores de garganta desde muy joven, y me habían dicho que yo también heredaría todo esto. Pero este nuevo conocimiento espiritual de la creación me enseñó a liberarme a mí y a mis hijos de esas creencias.
Me di cuenta de que las enfermedades que tuve antes de conocer la Ciencia Cristiana fueron el producto de creencias y temores que se cultivaban en mi casa. Comprender que Dios es la única causa que tiene efecto en nuestra vida, me ayudó a liberarme de esa carga y me ha dejado en libertad para educar a mis hijos sin temor a las enfermedades.
Estas enseñanzas cristianas se aplican en todos los aspectos de nuestra vida diaria y nos permiten ser testigos del gobierno infalible de Dios. Mary Baker Eddy nos muestra lo práctico de las reglas de la Ciencia Cristiana cuando afirma que "el hombre, así como los números, es gobernado por el Principio divino mismo" (ibíd., Pág. 318).
Hace unos años, mi esposo y yo tuvimos una experiencia que me permitió comprobar esto. Por diferentes razones, nos vimos obligados a cerrar el negocio que teníamos al público. Cuando comenzamos a orar para saber qué dirección tomar, nos dimos cuenta de que, contrario a lo que creíamos, para reiniciar el negocio no necesitábamos una gran cantidad de clientes, sino tan solo dos. Empezamos a trabajar con ellos y de esta relación fueron surgiendo más clientes, que ellos mismos nos fueron enviando. Hoy, seguimos manejando el negocio desde casa y todo marcha muy bien.
Todo esto nos enseñó que el proveedor verdadero es el Amor divino, que es la fuente de donde emanan todas las ideas correctas, y que bendice cada día nuestro negocio con fuentes de provisión muchas veces inesperadas. Hemos podido comprobar que en ocasiones los proyectos que uno pueda hacer resultan limitados, pero los proyectos que vienen de Dios son siempre abundantes.
Realmente, el Amor divino es el que nos libera de todas nuestras cargas. Mi corazón desborda de gratitud.
Bogotá, Colombia