pasante que trabajó durante el verano para El Heraldo de la Ciencia Cristiana, entrevistó a un Científico Cristiano de São Paulo, Brasil. Lea cómo Ricardo encontró su guía en Dios.
"¿Dejar a mis amigos y familia en Brasil para estudiar en otro país? Yo, no, de ninguna manera". Así pensaba yo.
A veces la vida presenta oportunidades que parecen más bien desafíos que uno quisiera evitar. Pero si buscas un equilibrio o propósito en la vida, la Ciencia Cristiana te puede ayudar a encontrar la manera de hacerlo. Te da la libertad de poder decir que eres espiritual, no material, y mantener una relación estrecha con Dios, te permite tener una relación estrecha con lo que tengas que enfrentar.
Recurro a la Ciencia Cristiana constantemente, esforzándome por hablar con Dios a diario. Le agradezco por el día de hoy, por los días pasados y por los por venir. Pienso que la Ciencia Cristiana es tan práctica que me permite hablar con Dios y escucharlo.
Si necesito tomar una decisión digo: "Dios mío, todo está en Tus manos. Yo no me voy a preocupar". Incluso cuando me siento abrumado por algo que realmente no es tan importante, me detengo y digo: "Muy bien, Tú estás a cargo". Le hablo muy abiertamente, agradeciéndole por todo lo que va a ser bueno.
¿Cómo puedes saber si estás tomando difícil. Recuerda que por ti mismo no puedes saber qué hacer. Yo acostumbraba a idear muchos planes en mi vida, y cuando ocurría algo fuera del plan, me sentía perdido. Así que dejé de hacerlo, y permití que Dios planeara mi vida por mí. De ese modo no tenía que preocuparme por las cosas que no podía prever.
Una de las decisiones más grandes de mi vida fue irme de Brasil para asistir a la universidad en los Estados Unidos. Cuando terminé el bachillerato no sabía qué hacer, así que decidí visitar a mi familia en los Estados Unidos y aprender inglés un año 2004, me fui de Brasil a Boston y me quedé con mi familia en Massachusetts y en California, durante diez meses; luego regresé a casa y empecé a pensar en lo que iba a hacer el resto de mi vida. Mi plan era empezar la universidad en Brasil, trabajando durante el día y tomando clases por la noche. Eso era lo que mis padres habían hecho, así que pensé que era lo que yo tenía que hacer. En febrero de 2005, empecé un curso preparatorio para la universidad.
Durante ese año, una de mis tías me sugirió que considerara la Universidad de Principia en los Estados Unidos. Había escuchado hablar de ella cuando me quedé en Boston y asistí a la Escuela Dominical de La Iglesia Madre. Entré al sitio en la Web y me gustó muchísimo esa universidad. Cuando hablé nuevamente con mi tía le conté que me había gustado lo que había visto en el Internet, y ella me preguntó si quería presentar una solicitud. Pero en ese entonces yo sólo veía limitaciones. "No sé suficiente inglés para asistir, no tengo suficiente dinero para pagar, y no quiero dejar a mis amigos y a mi familia en Brasil".
Sin embargo, después de conversar largo rato con mi padre y mi tía, me di cuenta de que tenía algunas opciones. "¿Por qué no mantienes abierta la posibilidad de asistir a la Universidad de Principia?", me preguntó mi tía. Entonces los dos estuvimos de acuerdo en que presentaría una solicitud en Principia y otra en una universidad de Brasil. Para llevar a cabo este plan, oré todo el tiempo y confié en que Dios me mostraría claramente cuál era la mejor opción para mí.
A fin de ese año, di los exámenes de admisión y fui aceptado en una buena universidad en São Paulo. También completé por Internet la solicitud de Principia, di las pruebas de TOFEL (para determinar mi conocimiento de inglés) y el SAT (examen de conocimientos).
En marzo de 2006, empecé un curso nocturno sobre administración de empresas en São Paulo, mientras trabajaba durante el día. Tenía muchos amigos y mi familia estaba conmigo. ¡Era tan linda la vida!
No obstante, tuve que tranquilizarme y escuchar la dirección de Dios a cada paso, y descubrí que todo se había ido resolviendo y estaba en su lugar correcto. Pocos meses después, me enteré de que había obtenido buenas calificaciones en el TOFEL y el SAT, me habían aceptado en Principia y me habían dado suficiente ayuda económica como para poder pagar la parte que me tocaba de la colegiatura con mis trabajos de verano.
Percibí cómo Dios había provisto todo lo que necesitaba. Yo ni siguiera fui el que tomó la decisión, porque Él se hizo cargo de todos los detalles perfectamente. Estoy muy contento de asistir a mi tercer año de universidad en Principia porque todo ha salido muy bien. Sé con todo mi corazón que fue la decisión correcta, y Dios continúa dándome señales de que así es.
Es muy reconfortante saber que cualquier persona, dondequiera que se encuentre, puede apoyarse completamente en Dios en busca de guía, y que Él está siempre ayudándonos a desarrollarnos y a aprovechar las posibilidades infinitas que existen.