Christiane West Little habla varios idiomas fluidamente. Nació en Ginebra, Suiza, lo que significa que habla francés. En su casa hablaba en alemán porque su abuela, que vivía con la familia, se comunicaba en alemán y español. Y siempre que los adultos empezaban a hablar en español, Christiane sabía que lo hacían para que ella y su hermana no entendieran lo que decían.
Cuando la familia se mudó a Argentina, las niñas lograron dominar el inglés en la escuela —y también el español— lo que les dio además la ventaja de ¡poder comprender cada palabra que decían los adultos!
La familia finalmente se estableció en la ciudad de Washington, Estados Unidos, donde Christiane obtuvo su título universitario con una especialidad en el idioma ruso. Años después, un colega del Cuerpo de Conferenciantes de la Ciencia Cristiana coronó su vida lingüística cuando le dijo: "¡Si hablas francés y español, también puedes aprender italiano y portugués!"
"Siempre tuve la sensación de que no tenía una lengua materna", dice Christiane riéndose. "Sentía que no pertenecía a ningún lugar, aunque me sentía como en casa en todos lados". Ese pensamiento desapareció por completo cuando se sintió inspirada por esta frase que encontró en un artículo del Christian Science Journal: "Jesús hablaba con fluidez su idioma Materno: el lenguaje del Espíritu". "Así que reclamé esa fluidez para mí", dice ella.
En la década de 1970, cuando trabajaba como traductora para el Departamento de Estado, Christiane se sintió guiada a cambiar de dirección y dedicar todo su tiempo a ayudar a los demás como practicista y, posteriormente, como maestra de la Ciencia Cristiana. Además ha sido por muchos años miembro del Cuerpo de Conferenciantes de la Ciencia Cristiana.
Christiane, con las experiencias que has tenido por haber vivido en distintos países y haber dado conferencias alrededor del mundo, ¿cómo entiendes la idea de la paz?
La paz es algo que se puede lograr. "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!"
Lucas 2:14. Ese fue el mensaje que anunció el nacimiento de Jesús a los pastores receptivos y los guió hasta el pesebre. Y es el mensaje cuyas palabras oímos cantar cada Navidad. Pero es mucho más que eso. Es el mensaje eterno de Dios a la humanidad. Y consta de dos partes. "Gloria a Dios" viene primero —reconociendo que Dios es la fuente de toda paz, de todo el bien— para luego ver y experimentar su efecto. La segunda parte: "en la tierra paz", proviene de Dios como la fuente de todas nuestras bendiciones aquí, ahora y para siempre.
La paz no es un sueño irreal o una promesa lejana, sino una realidad espiritual que ya está presente. Viene por siempre al corazón humano que anhela la paz. El ejemplo de mis padres nos inspiró a mi hermana y a mí. Ella también es practicista y maestra de la Ciencia Cristiana [Margarita Sandelmann Thatcher]. El tema de la paz —de la absoluta necesidad de que haya paz— inevitablemente formó parte de las conversaciones de sobremesa cuando éramos jóvenes. Así como el hecho de que el móvil correcto para trabajar por la paz, hace que se manifieste la paz suprema, la paz que el Cristo nos trae a cada uno de nosotros. El móvil correcto es, simplemente, como dice Mary Baker Eddy: "El amor a Dios y al hombre..."
Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 454.
Durante la Primera Guerra Mundial, hubo una batalla en la que, de cien soldados adolescentes alemanes, murieron todos y se salvaron sólo tres. Mi papá fue uno de los sobrevivientes. Él encontró refugio en una trinchera con un soldado británico tan joven como él, quien al día siguiente al despedirse le dio un ejemplar del Nuevo Testamento. Esta experiencia infundió en mi padre el apremiante deseo de trabajar en pro de la paz. Posteriormente, después que mis padres se casaron en Argentina —mi madre era originaria de ese país—se mudaron a Ginebra, sede de La Liga de las Naciones, para trabajar en pro de la paz. Fue allí donde conocieron la Ciencia Cristiana, la que les dio la paz interior que se obtiene al alcanzar una comprensión más clara de Dios. Ellos trajeron este punto de vista a nuestra vida familiar, de modo que fue algo muy natural pensar de esta manera desde muy joven.
¿Cómo podemos perpetuar el poder espiritual de la época de Navidad, ese mensaje de "paz, buena voluntad para con los hombres"?
Me gusta pensar que la paz es un regalo que ya nos ha sido dado. El mundo considera que la paz es algo que se da y luego se quita. Pero lo que Dios nos da es permanente; paz en lugar de odio, paz en lugar de disturbios. No tenemos que buscar la paz, ni pensar que tenemos que encontrarla. La paz ya está establecida en la consciencia.
Mary Baker Eddy dijo: "Ha llegado la hora de los pensadores".
ibíd., pág. vii. Ella escribió esta declaración hace más de 100 años, pero ese tiempo sigue siendo ahora. A medida que llegamos a ser pensadores radicales, comprendemos que la paz es una cualidad otorgada por Dios. La época de Navidad nos brinda la oportunidad de pensar más profundamente en la paz, no sólo individual, sino colectivamente para el mundo entero.
¿Cómo se traduce esta idea de la paz en una forma práctica, en tiempos en que la gente tiene tantas preocupaciones, incluso de carácter económico?
Las circunstancias que rodearon el nacimiento de Jesús hace más de 2000 años, nos demuestran lo práctico que es escuchar la guía divina. La sagrada familia —María, José y Jesús— y todos aquellos relacionados con la historia de la Navidad, los ángeles, los pastores, los Reyes Magos, siguieron la intuición espiritual que recibieron. Primero, María, la joven virgen, a quien se le dijo que tendría un bebé. Ella tenía el pensamiento tan espiritualizado que aceptó por completo esa noticia tan increíble. No se preguntó: "¿Por qué yo? ¿Qué va a pensar la gente de mí?" Ella estuvo de acuerdo con la guía de Dios.
Luego estaba José, quien expresó mucha bondad al no querer avergonzarla. Al principio, él quiso dejarla "privadamente", es decir, ocultarla de la vista del público. Pero en lugar de eso, fue guiado a comprender el significado espiritual de lo que estaba ocurriendo. De modo que podemos aprender de su ejemplo: escuchar a Dios siempre que estamos confundidos o inseguros.
Es decir que esta historia, aun antes del nacimiento de Jesús, es una guía espiritual para vivir.
Así es. En la narración a nadie se le impide que escuche el mensaje espiritual. Y luego nace Jesús y los pastores dejan sus ovejas porque los ángeles cantan: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz; buena voluntad para con los hombres!" Los pastores dejan a sus ovejas, pero no los distrae el temor de dejarlas, y después, por supuesto, regresan a cuidarlas. Lo mismo ocurrió con los Reyes Magos. Ellos estaban escuchando, guiados por Dios, por la estrella que seguían; y también fueron guiados a llevar al niño Jesús los regalos perfectos. El oro, el incienso y la mirra no eran regalos extravagantes, sino preciosos y significativos. En una ocasión alguien me comentó que se pensaba que el oro simbolizaba que Jesús sería rey, el incienso, que sería un profeta, y la mirra, que sería un sanador. Y los Reyes Magos al continuar escuchando la guía de Dios, no regresaron para ver al rey Herodes y decirle dónde estaba el recién nacido, lo que protegió a Jesús de una muerte segura.
Además, sucedió que cuando el rey Herodes proclamó la muerte de todos los bebés para poder librarse de Jesús, José escuchó el mensaje angelical de Dios y fue guiado a irse de Belén y buscar protección para su familia en Egipto. Éste es un ejemplo muy práctico. En lugar de tener que fijarnos en los pormenores de la vida y sentirnos abrumados, necesitamos tener la humildad de ser guiados divinamente en todas nuestras decisiones.
Todo esto nos muestra que podemos dejar de lado nuestras preocupaciones y escuchar a Dios. Así podremos sentir la paz interior que nos permite expresar sabiduría en nuestra vida diaria: cómo manejar nuestras finanzas o dónde encontrar empleo, o cómo podemos ayudar a nuestro semejante, o estar alerta para ver de qué forma específica podemos orar por el mundo.
¿Podrías darnos un ejemplo de tu propia vida sobre cómo escuchar la guía divina?
Hace años, me quedé sola criando a mis tres hijos y empecé a trabajar de nuevo. Compré una casa, y saqué una hipoteca en el banco a pagar en 30 años. Estaba contando con un dinero que alguien me debía para resolver las cosas. Pero los fondos no llegaban, y unos amigos me instaron a iniciar una demanda legal. Fue entonces que ocurrió algo muy importante en mi vida. Tomé instrucción en clase Primaria de la Ciencia Cristiana, y aprendí esta gran verdad que cambió totalmente mi manera de pensar: Yo necesitaba poner a Dios primero.
Esto me enseñó mucho acerca de la deuda que yo tenía con el banco. Comprendí que la verdadera deuda que tenía —mi deuda fundamental—no era con el banco, sino con Dios, por todo el amor que Él me había dado en la vida. Yo debía prestarle más atención, más reconocimiento y comprensión. Fui inspirada a escuchar Su guía y a comprender que Él es el único proveedor. Una vez que supe esta verdad, obtuve el dinero que necesitaba para la hipoteca. Pero nunca llegó de la fuente que pensaba. Puesto que la verdadera provisión tiene su origen en el Espíritu, los fondos llegaron de maneras que yo jamás hubiera imaginado. Junto con eso se manifestaron otras formas de cuidado que no tenían nada que con el dinero.
Esto es lo maravilloso del Cristo, pues, no apareció sólo una vez, con el nacimiento de Jesús. El Cristo, la Verdad, viene a nosotros una y otra vez para recordarnos la íntima y continua relación que tenemos con Dios.
¿Podrías hablar un poco más de este cuidado y guía constante en lo que se refiere a deudas? Ciertamente la frase del Padre Nuestro "perdónanos nuestras deudas" no indica que tenemos la libertad de hacer gastos excesivos o de acumular una abultada deuda en la tarjeta de crédito.
En varias traducciones de la Biblia, "Perdónanos nuestras deudas" es "Perdónanos nuestros pecados". En el original griego, la palabra traducida al español como "pecado" significa "errar la marca", como cuando uno dispara una flecha. La interpretación espiritual de esa línea en el Padre Nuestro que da Mary Baker Eddy dice mucho: "Y el Amor se refleja en amor".
ibíd., pág. 17. Esa interpretación es un profundo reconocimiento de que Dios nos da todo el amor y la sabiduría que necesitamos para manejar nuestras finanzas, aun cuando parecen estar en peligro. Si pensamos específicamente en los gastos de los regalos de Navidad, podríamos preguntarnos: "¿Qué estoy regalando? ¿Y por qué?" Un regalo debe dar tanta alegría al que da como al que recibe. Es decir que, si gastamos más de lo que tenemos y nos preocupa acumular deudas, esto de ninguna manera trae paz interior. No necesitamos tener todo lo que vemos. Al escuchar a Dios, tal vez seamos guiados a dar algo diferente, un gesto, alguna expresión afectuosa del bien. Algo que realmente valga la pena dar.
Como gesto de respeto por nuestro planeta, se nos está instando a todos a dejar menos "huellas" de nuestro paso por la tierra. ¿Qué piensas al respecto?
Me recuerda cuando Jesús alimentó a las multitudes. Además, de esa maravillosa demostración de la abundancia infinita de Dios —donde unos pocos panes y peces se transformaron en una cantidad suficiente para alimentar a 5000 personas— sobró alimento. Pero Jesús se aseguró de que no se desperdiciara nada, e instruyó a sus discípulos: "recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada".
Juan 6:12. Podemos aprender mucho de este ejemplo. Lo único que Jesús dejó fue el pensamiento que bendice a los demás.
Hablemos un poco de la palabra obediencia. Pienso que todos en el relato de la Navidad —María, José y los pastores— escucharon y obedecieron los mensajes divinos que recibieron individualmente. No obstante, el concepto de obediencia a menudo se ve como algo negativo y limitante. Pero este relato está lleno de alegría, y parece indicar que la alegría está relacionada con la obediencia.
Definitivamente. El aprendizaje de que toda intuición proviene de Dios es una labor llena de alegría, pero tenemos que estar dispuestos a reservar un lugar tranquilo en el pensamiento para poder escuchar de este modo. Jesús demostró al mundo la completa unidad que existe entre nuestro Padre-Madre Dios y cada uno de nosotros. Nos enseñó a ser oyentes divinos para poder escuchar las buenas nuevas.
Hace poco leí un artículo que decía que la Navidad produce mucho estrés; que la gente tiene ciertas expectativas que no siempre son satisfechas. No obstante, cuando Mary Baker Eddy escribió "la expectativa acelera nuestro progreso",Ciencia y Salud, pág. 426. ella estaba hablando de otro tipo de "expectativa".
Me encanta el pasaje de la Biblia al comienzo del Evangelio según Juan, donde se refiere a la venida de Jesús: "Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia".
Juan 1:16. Esta declaración nos dice que podemos tener absoluta gracia y paz en esta época, y siempre. De modo que, de la misma forma que reconocemos la necesidad de ser afectuosos, también podemos reconocer que no tenemos que sentirnos atados por un amor específico, u obligados a tener que "hacer" algo. Nosotros somos amor, porque somos la expresión misma del Amor divino. Como ideas de Dios, ya incluimos esta cualidad de amor, de la misma manera que ya incluimos paz.
Recuerdas cuando alguien le dijo a Jesús que su madre y sus hermanos querían verlo. Él respondió: "¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?" y luego señalando a sus discípulos dijo: "Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre".
Mateo 12:48, 50. Jesús nos estaba diciendo que todos tenemos el mismo Padre-Madre, que es Dios, de modo que todos estamos relacionados de la manera más sustancial. Los lazos sanguíneos son secundarios, y cuando comprendemos esto, experimentamos la "divinidad abrazando a la humanidad" como hizo Jesús.
Ciencia y Salud, pág. 561. El reconocimiento de este amor universal que nos abraza a todos, se extiende y va más allá de nuestra vida personal, más allá de los preparativos para la familia y la compra de regalos. Provee ese espacio tranquilo del que hablamos antes, donde escuchamos a Dios. Esto nos lleva más allá de cualquier lista de cosas por hacer para las fiestas. Va más allá de nosotros mismos, y puede que se manifieste guiándonos a invitar a alguien que está solo en esta época del año, o como una oración profunda y constante por aquellos que lo necesitan, en nuestro propio país y en otras partes del mundo.
Entiendo que se trata de desarrollar la capacidad de ir más allá de nuestra propia experiencia y percibir que este amor espiritual se extiende por el mundo para incluir lugares donde la gente está sufriendo a causa de la pobreza y la violencia.
Lo que ocurre es que vemos la totalidad del amor de Dios allí, ya presente donde están la pobreza y la violencia. La curación puede producirse al comprender que el cuidado de Dios es un derecho divino que nos pertenece a todos. Permíteme darte un ejemplo. Hace varios años, cuando fui al Congo, mi corazón se conmovió cuando me encontré con un señor africano, estudiante de la Ciencia Cristiana. Él me preguntó muy seriamente: "¿Por qué podemos sanarnos a nosotros mismos, pero no podemos sanar nuestra economía?"
Su pregunta siguió resonando en mis oídos hasta que regresé a los Estados Unidos. Cuando se lo conté a un colega, me dijo: "Bueno, tal vez tengamos que cambiar nuestro concepto de África". Eso tuvo un efecto profundo en mí. ¿Qué guardamos en el pensamiento? ¿Angustia y desesperanza? ¿La creencia de que hay partes del mundo que Dios deja desamparadas, o estamos sabiendo que la Mente divina llena todo el espacio y, por lo tanto, lo gobierna todo?
Entonces lo que dices es que al orar por el mundo tenemos que estar alertas al hecho de que no estamos tratando de hacer que Dios se manifieste en determinado lugar.
Exactamente. Orar es saber que el amor de Dios es poderoso y está tan presente y activo en todas partes del mundo, como lo afirmamos ahora para nosotros mismos. Orar es compartir un amor universal que Jesús reiteró para el mundo. En la Biblia, Elías vio que se avecinaba una época de sequía. Al escuchar la guía de Dios, hizo "conforme a la palabra de Jehová",
1 Reyes 17:5. y, tal como Dios había prometido, los cuervos le trajeron comida.
Durante esa visita al Congo, otro estudiante de la Ciencia Cristiana me dijo que durante la guerra civil él estaba en su aldea, y caían bombas por todas partes. Muy pronto se decidió que había que evacuar a toda la aldea, pero él se quedó. Después de unos días, a este hombre se le acabó la comida y estaba sufriendo casi de inanición. Notó que había dos o tres pollos por allí cerca y trató de atraparlos, pero no pudo. Entonces decidió entrar en su choza a orar. Oró para comprender que el amor de Dios está en todas partes, y eso significaba que la provisión debía estar presente. De pronto, unos ladridos interrumpieron su oración y salió para ver lo que ocurría. Los perros estaban persiguiendo a un pollo, lo atraparon, se lo trajeron a su puerta y se fueron corriendo. Él lo cocinó y obtuvo la comida que tanto necesitaba. Después de unos días, se fue de la aldea y llegó a un lugar donde había suministros. Para mí, esto se asemeja muchísimo a la experiencia de Elías. Estas historias bíblicas son muy importantes hoy en día.
En la Ciencia Cristiana siempre se tienne la "expectativa" del bien, no importa cómo se manifieste. Esta idea de no delinear por adelantado qué es el "bien", me recuerda una vez máz la historia de la Navidad. La mayoría de las personas piensan que como Jesús nació en un pesebre tuvo un comienzo muy humilde, porque era un lugar muy "modesto", ya que a María y José les dijeron que "no había lugar para ellos en el mesón".
Lucas 2:7. Pero, Pero, hace unos años, cuando estuve en Jerusalén dando conferencias sobre la Ciencia Cristiana, un amigo historiador me dijo que en la época de Jesús, una posada consistía en un salón grande donde todos vivían juntos —allí dormían, comían, se emborrachaban y festejaban. De manera que la voluntad de Dios fue no enviar a la sagrada familia a un lugar de baja reputación, sino proveer la simplicidad y quietud de un establo, el mejor lugar para que ocurriera el sagrado nacimiento. A veces, lo que para el mundo no parece ser tan "bueno", es realmente muy bueno.
Mary Baker Eddy escribió que cualquier sistema metafísico que se basa "tanto en los falsos testimonios de los sentidos materiales como en las realidades de la Mente" es "semimetafísico".Ciencia y Salud, pág. 268. Puesto que la Ciencia Cristiana se basa por completo en la Mente divina, ¿cómo podemos nosotros estar alertas para no sentirnos más espiritualmente receptivos que aquellos que piensan de manera diferente?
Hay un dicho magnífico: "Hay muchos caminos que van a la cima de la montaña, pero la vista es la misma para todos". Cada uno de nosotros, dondequiera que nos encontremos en el mundo, está en su propia travesía espiritual. Somos cada uno movidos por el Espíritu divino hacia una mayor comprensión de nuestra relación con Dios. Nadie es más santo que otro. Tenemos que tener cuidado de no adorar la Ciencia Cristiana en lugar de a Dios.
Como todo Científico Cristiano, yo leo la Lección Bíblica Semanal de la Ciencia Cristiana todos los días, asisto a los servicios religiosos y a las reuniones de testimonios de los miércoles. Pero me tengo que preguntar constantemente: ¿Estoy realmente manteniendo esa conexión con Dios?, porque cuando sentimos esta unidad con la Mente divina, cuando realmente la sentimos, jamás podemos sentirnos más santos que los demás. La Verdad divina nunca puede guiarnos a juzgar a los otros. La Verdad nos lleva a ese humilde y gozoso reconocimiento de que todos —cristianos, judíos, musulmanes, budistas, ateos, agnósticos, y demás— somos ideas de la Mente divina. Somos "Su familia universal, unidos en el evangelio del Amor".
ibíd., pág. 577. Cada uno de nosotros siempre ha sido y siempre será la idea de Dios. Las diferencias de familia, las nacionalidades, la situación económica o la educación, son conceptos humanos que parecen dividirnos. Pero en Dios, la única Mente infinita, toda división es imposible.
Eso me hace pensar en lo que estuvimos hablando antes, la alegría unida a la obediencia. Cuando adoramos una religión en lugar de a Dios, puede obediencia pero carece de alegría.
!Y la alegría es tan importante! Dios ya se regocija por nosotros. No tenemos que sentir esa responsabilidad personal de sostener la Ciencia Cristiana: "Tengo que ser más afectuosa; tengo que ser más esto y aquello". En lugar de eso, tenemos que aceptar el hecho de que "Soy el instrumento del amor de Dios, de la paz de Dios. Soy el instrumento mediante el cual Dios canta de alegría por Su creación".
Dios no nos ve como Científicos Cristianos, judíos o musulmanes. Trae mucha libertad saber esto. Muchos de mis familiares son de diversas religiones, filosofías y sistemas de pensamiento. Algunos son unitarios, otros católicos, uno de ellos encuentra paz en la espiritualidad de los indígenas de las Américas, y otros en la homeopatía y el yoga. Hace años, tuve una maravillosa revelación sobre todo esto. De pronto me sentí tan agradecida porque cada miembro de mi familia se estuviera acercando más a Dios, al Espíritu. Esa tendencia de pensar, "Cómo me gustaría que todos fueran Científicos Cristianos", desapareció por completo. Todos somos parte de la familia universal de Dios. No es que tengamos que tolerar que cada uno tenga su propia travesía espiritual sino que, más bien, debemos respetarla.
¡Qué hermoso! Qué bueno saber que la idea de que "la divinidad abraza a la humanidad", comienza en nuestro propio corazón.
En realidad, todos vivimos, nos movemos y somos, como dice la Biblia, en el Amor divino que abraza a la humanidad. Y a medida que prestamos atención a este mensaje, no podemos menos que expresar ese amor con el cual Dios nos ama. Dar la bienvenida al niño sanador de la Navidad en nuestro corazón, todos los días, no importa cuál sea la época del año, viene acompañado de mucha alegría.
