Quizás ya conozca este chiste: Un turista va por las calles de Nueva York, se detiene y le pregunta a alguien cómo llegar al Carnegie Hall, y la persona en lugar de indicarle le responde: "Con práctica, práctica, práctica".
Éste también es un buen consejo para encontrar la Iglesia. La Iglesia verdadera no se encuentra en una calle o avenida, sino en nuestro corazón, a medida que ponemos en práctica nuestro amor a Dios y a nuestro prójimo. La Iglesia verdadera vive en todo corazón humano, a la espera de ser descubierta.
Podemos pensar que la Iglesia representa la realidad universal porque la definición espiritual de IglesiaVéase Ciencia y Salud, pág. 583. no se apoya en denominaciones religiosas, dogmas ni rituales. El profeta Jeremías escribió en el Antiguo Testamento acerca de esa comprensión universal: "Éste es el pacto que haré con la casa de Isreal después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande". Jeremías 31:33, 34. La promesa de que todos "conocerán a Dios" se basa en el hecho de que en nuestro ser real, como hijos de Dios, todos conocemos al Señor, es decir, al Espíritu divino.
En el Nuevo Testamento, el Apóstol Pablo sintió que las buenas nuevas de Jesús y su Iglesia eran para todos. Demostrando que esta Iglesia incluía a cada uno, Pablo declaró a la comunidad cristiana en Roma: "A griegos y no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor". Romanos 1:14. Todos los escritos de Pablo indican que él pensaba que era deudor tanto de griegos como no griegos, de gente educada como ignorante, no porque él hubiera recibido algo de ellos, sino porque sentía que tenía el deber universal de compartir con los demás el mensaje del evangelio del amor que Dios tiene por todos. Alrededor de esa época, ciertos cristianos judíos, trataron de forzar a otros cristianos a seguir la ley judaica relacionada con la circuncisión. Véase Hechos 15:1-31. Pero Pablo se opuso enérgicamente a esa imposición y venció, haciendo que todos vieran que el cristanismo no es un rito externo, sino un desarrollo interno del amor hacia todo lo que es puro y verdadero, un desarrollo que es natural para todos.
Así como algunos trataron de restringir el cristianismo en la época de Pablo, ¿acaso el error—todo aquello que se opone a la armonía—no quisiera tratar de restringir a la Ciencia Cristiana para que sea una denominación más, o que esté limitada a unos pocos idiomas o culturas, o que incluso sea para cierta época, en lugar de que sea la ley universal de la bondad, que ya está escrita en nuestra "mente"? Por otra parte, el libro Hechos de los apóstoles Véase Hechos capítulo 2. cuenta que el Día de Pentecostés, el Espíritu Santo descendió y todos los presentes de muchas tierras escucharon a los discípulos hablar en su propio idioma. !Qué ilustración, no sólo del carácter público que tiene la Iglesia verdadera, sino de cómo incluye a todos los idiomas, tradiciones y culturas!
¿Pero cómo vemos a aquellos que tienen orígenes muy diferentes a los nuestros, aun los que son de distintas religiones? Si somos cristianos, ¿pensamos acaso que todos los hijos de Dios comprenden de manera innata qué es la Iglesia, sin que tengamos que imponer nuestros puntos de vista religiosos? No podemos alcanzar esta visión tratando de cubrir las diferencias teológicas ni diluyendo de tal manera la Cienca Cristiana como para encontrar puntos en común de poco significado. Más bien, tenemos que profundizar aún más en la teología de la Ciencia Cristiana misma. Como escribió Mary Baker Eddy: "Debiera entenderse a fondo que todos los hombres tienen una sola Mente, un solo Dios y Padre, una sola Vida, Verdad y Amor. El género humano se perfeccionará en la medida en que se evidencie ese hecho, cesarán las guerras y se establecerá la verdadera hermandad del hombre". Ciencia y Salud, pág. 467.
Pienso que tener una sola Mente significa apoyar a los demás para que expresen su espiritualidad en su sentido más elevado, y más aún, estar dispuesto a sentirme inspirado por dicha expresión. También significa saber que la Ciencia de la Mente está leudando otras teologías y otros enfoques de la ciencia y la medicina, tal como vemos en el relato del Día de Pentecostés, cuando el Divino se comunicó con todos en un lenguaje que les llegó y transformó individualmente.
Hablando de transformación, ¿no habría sido diferente la historia—y no podría el presente ser diferente—si desecháramos el impulso de atraer a la gente hacia el cristianismo y específicamente hacia nuestra denominación religiosa? Si en lugar de querer que todos se amolden a nuestras creencias, pudiéramos ver que la gente ya forma parte de la Iglesia universal y permitiéramos que nuestras acciones—incluso aquellas relacionadas con la institución de iglesia—fluyera de esta percepción, este enfoque nos elevaría e impediría que tratáramos de corregir y convertir a los demás, y empezaríamos a corregirnos a nosotros mismos y a sanar a otros, lo cual, por supuesto, es la manera más eficaz de predicar.
Después de la crucifixión de Jesús, sus discípulos se sintieron muy amedrentados y se reunían a puerta cerrada. Véase Juan 20:19. ¿Ocultamos hoy en día nuestro concepto de Iglesia a puerta cerrada, tanto material como mentalmente? ¿O tenemos un concepto de Iglesia posterior a la resurrección, elevado por el Cristo universal?
En realidad, todo muro que el error construya entre la Iglesia de Cristo, Científico, y otras iglesias, será artificial. Para usar el lenguaje bíblico, es el Cristo el que derriba "la pared intermedia de separación entre nosotros". Efesios 2:14, según versión King James. El Cristo, como la idea universal de la Verdad, disuelve la creencia en "los que tienen y los que no tienen"—aquellos que tienen una comprensión de la espiritualidad y aquellos que no la tienen—con la verdad espiritual de que todos tenemos una Mente que todo lo sabe. Cuando Jesús le dijo a su discípulo Pedro que él, Jesús, estaba fundando su iglesia, también declaró que las puertas del infierno no podían prevalecer contra ella. Véase Mateo 16:18. Podríamos ver, tal vez, que esas puertas son los límites o temores que nosotros mismos nos imponemos, la división de una denominación entre varios grupos, los puntos de vista estereotipados acerca de los demás e incluso el fariseísmo.
La lglesia verdadera incluye todo grupo de idiomas, culturas y tradiciones.
A lo largo de los años he tenido muchas experiencias sobre la naturaleza universal de la Iglesia. En una ocasión invité a un amigo, a su hijo y a su nuera, todos ellos musulmanes, a una reunión de testimonios de los miércoles en La Iglesia Madre. Casi un año después, él aún seguía hablando de esa reunión, dándome a entender que nunca olvidaría cómo sintió la presencia de Dios allí.
En otra oportunidad, cuando yo era Comité de Publicación en Canadá (este puesto de la iglesia tiene la función de aclarar la Ciencia Cristiana al público), recibí una llamada del médico jefe del ministerio más grande de Ontario. Aparentemente alguien que practicaba la Ciencia Cristiana había solicitado un pago del Ministerio. El procedimiento normal hubiera sido que la persona se sometiera a un diagnóstico médico, en base al cual se determinaría si la persona recibiría los fondos o no. Pero el médico me había llamado a mí para confirmar si un diagnóstico sería una imposición en la práctica religiosa de esa persona. Este médico estaba expresando el amor y la buena voluntad universales al respetar la práctica de la Ciencia Cristiana. Ese mismo doctor después leyó todo el libro Ciencia y Salud que yo le había dado. Y posteriormente, en una conferencia que reunía a profesionales, dijo públicamente cuánto le había ayudado en su práctica de la medicina un pasaje en particular.
En todas las épocas, ¿habrá acaso un concepto de Iglesia de carácter más público, más universal que el que presenta la teología de la Ciencia Cristiana? Ciertamente, mediante la gracia de Dios podemos tomar consciencia de esta teología. También es cierto que con la gracia de Dios nuestra expresión humana de Iglesia puede fluir de esta teología hacia el mundo, trayendo curación a toda la humanidad.
