Roja, lustrosa, se veía deliciosa. Sin duda la serpiente fue astuta y muy sutil, y sus promesas engañosas. "Les abrirá los ojos", le dijo a Eva. Y así ocurrió. Al comer la manzana sus ojos fueron abiertos y cuando en el jardín del Edén, el Creador lo llamó: "¿Dónde estás tú?", Adán le respondió: "Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí". Eran sentimientos de temor y vergüenza antes desconocidos para él.
Luego Dios le preguntó: "¿Quién te enseñó que estabas desnudo?" Génesis 3:1-11. Tal vez hoy en día podríamos hacernos esta pregunta. ¿Quién te dijo que dependes de las drogas? ¿Quién te convenció de que estás enfermo? ¿Quién te susurra que para ti no hay trabajo? ¿Quién te sugirió que no vale la pena recurrir a Dios?
Es bueno analizar y cuestionar los comentarios que oímos, ya sean de corrupción, temor, enfermedades, conflictos, y determinar de dónde provienen. ¿Vienen de Dios o de la serpiente?
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