A marás al Señor Tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas", Y "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Marcos 13:29-31. Cristo Jesús resumió el completo significado del Amor en estos dos mandamientos que sintetizan los Diez Mandamientos, y dio un ejemplo de ello en la parábola del buen Samaritano, en la que un total desconocido ayuda a un hombre que había sido atacado por ladrones. El Samari tano venda sus heridas y lo lleva a un mesón dejando dinero en caso de que el hombre herido necesitase algo más después de su partida. Véase Lucas 10:30-37.
Estas dos lecciones ilustran muy bien lo que el enfermero de la Ciencia Cristiana lleva a cabo en su labor, poniendo el amor de Dios en acción. Aún más, la piedra angular de este ministerio es el entendimiento de que nuestro Padre-Madre Dios nos ama con ternura y profundamente.
Mi propio despertar al amor de Dios comenzó con una curación que tuvo mi madre cuando yo tenía 10 años. Luego de que los rayos X determinaron que su brazo estaba quebrado, una querida amiga la puso en contacto con una practicista de la Ciencia Cristiana que oró por ella. Cuando al día siguiente le volvieron a sacar radiografías, las placas mostraban un brazo completamente sano. Esta curación impresionó tanto a mi madre que de inmediato inició el estudio del libro Ciencia y Salud.
Años después, yo estuve tan enfermo que mi madre tuvo que cuidar de mí, bañándome, cambiando mi ropa y alimentándome. Es esa oportunidad me preguntó si quería que una practicista de la Ciencia Cristiana me ayudara por medio de la oración. Recuerdo que la practicista me preguntaba con una voz que sonaba muy bajita y lejana: "¿Sabes que Dios te ama?" Ella me hizo esta misma pregunta tres veces, y la tercera vez me pareció como si mil trompetas hubiesen resonado al mismo tiempo. En ese momento yo le respondí gritando: "!Sí, lo sé! ¡Sí, yo sé que Dios me ama!" Inmediatamente me sentí bien y completamente sano.
En un mundo en busca de curación, es maravilloso saber que la curación espiritual es realmente posible, y que conforme tomamos consciencia de que Dios nos ama, el resultado totalmente natural es la curación física.
A medida que nos volvemos más conscientes del amor de Dios, nos nace el deseo de brindar alivio, comodidad y tierno cuidado al que lo necesita, como hizo el buen Samaritano. La enfermería de la Ciencia Cristiana es una manera de expressar este cuidado, asistiendo con ternura y destreza al dar un baño, preparar alimentos, limpiar y vendar heridas a quienes lo necesitan, incluso al leer en voz alta la Biblia y Ciencia y Salud, reafirmando y apoyando así la total confianza que tiene el paciente en la Ciencia Cristiana para su total curación.
Sabiendo la importancia que tiene este cuidado práctico, el enfermero de la Ciencia Cristiana avanza un paso más: se vuelve testigo del poder sanador del Cristo, orando para mantener su propio pensamiento en sintonía con lo que Dios ve acerca de Su hijo amado. Más que una profesión, este ilamado espiritual brinda la oportunidad de crecer espiritualmente y de seguir con total entrega el mandamiento que Dios nos ha dado de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Recuerdo un día que, conforme iba culminando el servicio religioso dominical en una iglesia de la Ciencia Cristiana y al tiempo que la concurrencia llena de inspiración cantaba un himno, me vino este pensamiento: "¿No sería maravilloso tener este sentimiento de gozo espiritual todos los días de tu vida y no sólo una hora a la semana?" Este pensamiento permaneció en mí por algún tiempo, y siento que esa pregunta fue respondida al abrirse el camino para llegar a ser enfermero de la Ciencia Cristiana.
La alegría, la paz y la gratitud que uno siente al ayudar a su prójimo en Cristo, es como estar cada día en un servicio dominical, expresando el amor de Dios por todos los que están a tu alrededor.
