Una mañana, hace unos años, me fui a afeitar y noté que tenía la mitad izquierda de la cara paralizada y el ojo un poco deformado. Durante el día, la condición parecía agravarse y una compañera de trabajo me dijo que tenía una parálisis facial y que debía ver a un médico.
La oración siempre había sido para mí una forma de recurrir a Dios en busca de ayuda y en esta oportunidad también oré. De modo que comencé a hacerlo reconociéndome a mí mismo como hijo de Dios, sabiendo que esa es mi identidad espiritual verdadera. Esta forma de pensar permite percibir al Dios perfecto y a Su creación perfecta. Asimismo, decidí llamar a una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí.
En esta Ciencia, uno aprende sobre la naturaleza mental de los problemas, y con el estudio de la Biblia se llega a ver que la causa de todo lo que es real es Dios mismo, la Verdad divina. Al leer Ciencia y Salud me impactó lo siguiente: "Los músculos, que se mueven rápida o lentamente y son movidos o paralizados por el pensamiento, representan la acción de todos los órganos del cuerpo humano, incluyendo el cerebro y las vísceras. Para destruir el error que produce el desorden, tenéis que calmar e instruir a la mente mortal con la Verdad inmortal" (pág. 415).
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!