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La curación metafísica

Siempre hay una respuesta

Del número de julio de 2009 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Michael Seek, practicista y maestro de la Ciencia Cristiana, ha estado toda su vida interesado en los asuntos mundiales, desde la política a la economía y los deportes.

Mientras otros niños leían cuentos, él leía los artículos de The Christian Science Monitor que su madre le traducía al alemán. De adolescente, estuvo suscrito a varios diarios, y en el bachillerato fue redactor de la revista de su escuela, además de ser cofundador de una revista para jóvenes Científicos Cristianos (que continuó redactando por más de 20 años). Posteriormente, cursó estudios en medios de comunicación en los Estados Unidos y Alemania, y actualmente es el redactor jefe del Heraldo en alemán, Der Herold der Christlichen Wissenscraft.

Michael comenzó contándome sobre un concepto espiritual que ha significado mucho para él desde temprana edad.

El Cristo me ha interesado desde que era niño. Mis maestros de la Escuela Dominical y mis padres, quienes eran practicistas tas de la Ciencia Cristiana, me dieron varias explicaciones. Hoy, me doy cuenta de que esas respuestas eran muy razonables, pero en aquella época no me sentía muy contento porque no entendía mucho y me parecían sólo lindas teorías.

Ocurrió que un día, cuando era adolescente, fui de mi casa en Berlín Occidental a Berlín Oriental. Cuando estaba el Muro que dividía la ciudad había que pasar por un puesto de control. Yo iba con un practicista de la Ciencia Cristiana para visitar a unos amigos de la iglesia. Él estaba delante de mí en la fila, y me di cuenta de que los guardias de Alemania Oriental le hacían preguntas de una manera muy hostil y agresiva. (Por supuesto teníamos que ocultar el motivo de la visita.) El practicista me susurró. "El Cristo te dirá qué decir". No sé por qué pero esas palabras fueron una revelación para mí. Todas mis dudas, todas las preguntas que tenía acerca de cómo se comunica el Cristo, desaparecieron. Sencillamente, me sentí feliz y seguro. Y me vino este pensamiento: "Aunque la situación en este puesto de control es muy tensa, me siento tranquilo y relajado, como si estuviera cómodamente sentado en mi casa". Luego pensé: "Me encantaría saber qué me va a decir el Cristo. Qué bueno que no depende de mí lo que tengo que decir".

Los guardias habían encontrado un ejemplar del Heraldo de la Ciencia Cristiana en alemán en el bolsillo de mi amigo, así que de inmediato le empezaron a hacer preguntas sobre la razón de nuestra visita. Y yo de alguna manera sentí (aunque casi no podía escucharlo) que él les estaba respondiendo correctamente, sin decir mentira alguna.

Cuando me llamaron para que entrara, estaba listo para cualquier cosa, pero no sabía qué decir. La primero que me dijeron fue: "Michael, qué linda camiseta tienes. ¿La compraste en Berlín Occidental?" Les dije que sí. Luego me hicieron otras pocas preguntas pero del mismo tenor. Nada más que eso, una conversación informal, y me dejaron ir. Ni siquiera vieron el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana que yo tenía en el bolsillo para dárselo a nuestros amigos.

Cuando nos reunimos, después de pasar por el puesto de control, le dije al practicista: "El Cristo tiene muy buen humor. No me esperaba esto. No me hicieron ninguna pregunta difícil que pudiera meternos en problemas". Y me respondió: "Veo que percibiste lo que es el Cristo: un fuerte mensaje para nuestras actividades diarias, que a veces dista mucho de lo que suponemos humanamente. Y, con frecuencia, está lleno de sorpresas".

A partir de entonces comencé a amar al Cristo. Vi que es un mensaje en el que siempre podemos confiar, muy preciso y adecuado para cada situación que se presente, y sí, también lleno de sorpresas. Siempre me gusta sorprender a mis amigos, colegas y familiares con regalitos, pues me encantan las sorpresas. Así que el Cristo se asemeja mucho a mi manera de pensar y actuar.

Hablemos un poco sobre la palabra Cristo. En términos laicos, ¿qué significa?

Bueno, tengo muchos amigos de otras denominaciones religiosas que toman su fe muy en serio. Así que, nos respetamos mutuamente lo que cada uno comprende. Pero quiero dejar claro que ninguno de ellos piensa que Dios es un anciano sabio sentado en una nube. Todos tienen una percepción importante y muy válida de Dios, y les gusta lo que les puedo decir de la definición que Mary Baker Eddy da de Dios como Alma, Vida, Espíritu, Verdad, Amor, Principio y Mente. Considero que hay una admiración mutua en la manera tan bella en que se puede explicar y comprender a Dios. Pero con frecuencia surge la pregunta: ¿De qué manera se relaciona con las decisiones que tengo que hacer a diario? ¿Qué tiene que ver Dios, que es Espíritu, con por ejemplo el dinero que gano y va a parar a mi billetera?

La Sra. Eddy dijo claramente que existe una comunicación que va de la Fuente divina a la comprensión humana. Ella afirma: "El Cristo es la verdadera idea que proclama al bien, el divino mensaje de Dios a los hombres que habla a la consciencia humana".Ciencia y Salud con clave de las Escrituras, pág. 332. Para mí, las ideas cruciales son la voz que "proclama" y "a la consciencia humana". Una voz, por definición, es algo que puedes escuchar. Si la voz fuera silenciosa, no sería voz, así que yo no oiría nada. Y "a la consciencia humana" significa que es algo personal y que está dirigido directamente a mí, en donde estoy feliz, activo, cansado, soy tímido, enérgico o tengo miedo. No importa si tengo una orientación religiosa o si he basado mi vida casi siempre en la materia. La voz es siempre alta y fuerte y lo suficientemente clara como para que yo la oiga. Si estoy enfrentando una situación desesperada y necesito tiernas palabras de aliento, esa voz me llegará de la manera adecuada. Y si necesito lo que la Biblia llama "disciplina", eso es lo que va a ocurrir. Y esta "voz" viene a mí con palabras que yo puedo entender. En realidad nunca voy a poder decir: "Lo siento, pero no entendí lo que Dios me decía". Si yo sólo hablara alemán, este mensaje divino no me llegaría en francés, y ninguna persona de habla inglesa debe tener miedo de perder el mensaje pensando que le podría llegar en español. Eso no va a ocurrir. No te imaginas qué regalo es para la humanidad que este mensaje divino pueda ser entendido consciencia humana.

Cuando leo los diarios y encuentro una historia que habla de dictadores, delincuentes o simplemente de personas que no realizan su trabajo, pienso que es bueno saber que, aunque algunas personas cercanas a ellos no se atrevan a señalarles el error, el Cristo sí lo hace, de manera directa y convincente, y durante tanto tiempo como sea necesario.

La voz de Dios es siempre alta y fuerte, y la escuchas en tu propio idioma.

Tal vez algunas personas estén leyendo esta revista por primera vez y sea su primer encuentro con la Ciencia Cristiana. ¿Podrías explicar el papel que tiene Jesús, es decir, la diferencia que Mary Baker Eddy hace entre Jesús y el Cristo, y por qué los Científicos Cristianos acostumbran llamarlo Cristo Jesús?

La gente que me conoce personalmente, algunos desde hace años, puede que crea lo que digo acerca del Cristo. Pero mi reputación se limita a un pequeño número de personas, parientes, amigos, pacientes, estudiantes, colegas. Esto es bueno, pero no es suficiente. Lo mismo le ocurre a la mayoría de la gente. Para demostrar que este mensaje divino es universal y que se traduce en las actividades y decisiones que tomamos a diario, tiene que haber un ejemplo indiscutible con el que millones de personas se puedan identificar. Tiene que ser alguien bien conocido, sumamente respetado y con un legajo de experiencias que haga de su vida un modelo para todos, y esta persona es Jesús.

Una de las cosas que podemos aprender de su vida y ministerio es que hay diferencia entre un hecho y una opinión. Por ejemplo, es un hecho que comprendo la identidad verdadera, eterna y pura que Dios ha otorgado al hombre. Sin embargo, la opinión interviene furtivamente siempre que yo, o alguien más, piensa que una persona es débil, enferma, vieja o está enojada. Podríamos decir que el Cristo nos dice los hechos acerca del hombre, a pesar de las opiniones de muchas personas. Por ejemplo, en el Evangelio según Mateo en la Biblia, encontramos el relato cuando Jesús sana a un hombre que tenía la mano seca. Imagínate la cantidad de opiniones que debe haber tenido a su alrededor: "Esa mano no tiene curación", "es demasiado tarde para que pueda sanar", "es probable que otros métodos de curación hayan fallado". Como si eso fuera poco, para confundir aún más a la gente que estaba presente, aquel era día de reposo y no se podía trabajar.

¿Acaso Jesús respondió a todas esas opiniones una por una? No. ¿Tuvo miedo de ofender la opinión de los demás? No. ¿Impuso su opinión sobre la de los otros? No. Él no prestó atención a ninguna de esas opiniones y simplemente restauró el hecho eterno y espiritual de la identidad y perfección del hombre diciendo: "Extiende tu mano". ¿Y qué ocurrió? "Le fue restaurada sana como la otra". Véase Mateo 12:13. En un sentido literal, Jesús demostró a todos los presentes el hecho: una mano sana, y, al mismo tiempo, demostró que todas las opiniones eran inútiles.

Jesús ejemplificó al Cristo, a menudo en total oposición a las opiniones reinantes, presentando en cambio los hechos divinos de cada situación. Y aún hoy, su ejemplo sigue siendo convincente. La Biblia pone al alcance de millones de personas la posibilidad de comprender esta unidad del hombre individual Jesús con su naturaleza divina, el Cristo. La Sra. Eddy señaló claramente que le debemos homenaje a las demostraciones de Jesús, y nos alienta a poner al Cristo en acción en nuestra propia vida. Y hacemos esto siempre que dejamos de lado todo tipo de opiniones—ya sea, sobre política, economía, incluso el cuerpo—y los reemplazamos con los hechos espirituales correctos.

El Cristo es una guía infalible que responde de inmediato en momentos de peligro.

Michael, volvamos a tu historia y a esa profunda vislumbre espiritual o manifestación que tuviste sobre el Cristo.

Bueno, durante ese incidente que tuve al cruzar a Berlín Oriental, vi que es muy importante establecer nuestras decisiones, y nuestra percepción, en el Cristo; lo que Mary Baker Eddy llama "la idea divina de Dios, afuera de la carne".Ciencia y Salud pág. 482. Esto puede ahorrarte mucho tiempo. Por ejemplo, ese día con los guardias, todas esas preguntas de "qué hago si pasa esto o aquello" o "qué va a ocurrir si...", desaparecieron. No obstante, me sentí seguro, sabía que habría una buena respuesta, una solución útil. Y yo cuento con esa confianza, me apoyo en esa percepción aún hoy.

Al comenzar mi práctica de curación, me invitaron para hablar dos jueves consecutivos con un grupo de jóvenes de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. El tema era la práctica de la Ciencia Cristiana. El primer jueves, me preguntaron: "¿Qué harías si un paciente te llama diciéndote que ha tenido un ataque al corazón? ¿Qué le dirías?"

Yo respondí francamente: "La verdad es que no sé. Nunca pensé en una pregunta así. Pero si llegara a ocurrir, yo me apoyaría en el Cristo". Al ver los rostros de esos jóvenes, me di cuenta de que se sentían decepcionados. Probablemente pensaron que me estaba guardando las mejores respuestas para el final. Uno comentó: "Esa respuesta no me parece muy sólida". Y yo le respondí: "Sin embargo, es muy sólida".

El sábado siguiente por la mañana recibí una llamada. Una señora me pidió que orara porque su esposo había sufrido un ataque al corazón. Me preguntó si podía ayudarlo, y acepté de de inmediato. Compartí con ella algunas ideas, pero mientras le hablaba, también escuchaba la voz que me venía al pensamiento. Lo que escuché fue muy reconfortante porque insistía en que Dios nos exige vivir, y sin duda tenía un fuerte mensaje sanador.

Ella me volvió a llamar dos veces ese día, y por la noche su esposo estaba levantado, se sentía mucho mejor y al día siguiente estaba totalmente recuperado.

De modo que el segundo jueves, cuando me reuní otra vez con los jóvenes, hice referencia a la pregunta que me habían hecho la semana anterior, y les conté lo que había sucedido. Se regocijaron mucho al ver que el Cristo verdaderamente nos brinda todo lo que necesitamos.

Este hecho es muy importante hoy en día. Con todos los desafíos económicos que hay en el mundo, el terrorismo, la opresión, la violencia y el concepto tan bajo que se tiene de la mujer en tantos países, es fácil sentirse perdido, impotente y frustrado. Sin embargo, el Cristo ofrece mucho más, y lo más importante es que se comunica con nosotros todo el tiempo, más de lo que percibimos con los sentidos físicos.

¿Qué puede hacer la gente para percibir al Cristo?

El Cristo puede responder a esta pregunta. No obstante, hay algunos conceptos básicos que nos ayudan a hacerlo más fácilmente:

Sé humilde. Al orar el Padre Nuestro aceptamos la premisa: "Hágase Tu voluntad". Y no podemos agregar: "Pero, por favor, sólo haz Tu voluntad si está de acuerdo con mis expectativas".

Guarda silencio. En una ocasión asistí a una reunión con siete personas en la que se tenía que tomar una decisión importante. Todos los participantes tenían su opinión tanto a favor como en contra. Fue interesante, hubo bastante confusión y llevó mucho tiempo. Tantas opciones, tantas consecuencias no muy claras. De pronto alguien dijo: "¿Podemos guardar silencio por un momento?" Así lo hicimos, y un minuto después yo dije: "Podemos posponer todo el asunto porque, aunque la idea es muy buena, éste no es el momento apropiado". Esa fue la solución, un año después el asunto se resolvió en menos tiempo, con menos preocupación y fue todo un éxito.

Tienes que estar preparado. A veces uno piensa: Este es un asunto importante, voy a tener que ser paciente y orar mucho hasta poder ver la luz al final del túnel. Y es probable que mucha gente esté de acuerdo y diga: "Sí, sé lo que quieres decir". Pero una cosa es clara: El Cristo no es como la grabación que siempre escuchamos cuando llamamos a una empresa: "Un momento, por favor". Puede que haya situaciones en las que es necesario esperar. Pero hay muchos otros casos en los que es posible tener una respuesta rápida y segura. ¿Estamos preparados para aceptar el mensaje?

Tienes que tener valor. Esto no quiere decir ser temerario. Recuerdo que en una ocasión una estudiante de mi asociación de la Ciencia Cristiana quería cambiar de empleo. Tenía dos ofertas. Un día vino a mi oficina y me mostró una larga lista con 40-50 puntos, a favor y en contra de los dos empleos. Sentí mucha compasión por ella. Tanto trabajo, tantas opciones y aún no se había decidido. Como nos conocemos bien, le dije francamente: "Estoy admirado del tiempo que pasaste escribiendo esa lista. Y me pregunto cuánto tiempo más vas a necesitar para tomar una decisión". Al principio se ofendió un poco, y me preguntó: "Bueno, ¿qué habrías hecho tú?" Le respondí: "Yo hubiera tomado la mitad del tiempo y escuchado al Cristo". Tendrías que haber visto su cara. Inmediatamente se transformó de enojo a alegría, de seriedad a felicidad. Y me dijo: "Ahora sé que trabajo voy a aceptar. Gracias por ayudarme".

¿No es maravilloso tener una fuente segura de inteligencia, de guía útil que nos muestra lo que tenemos que hacer? Esta fuente divina nos ayuda en situaciones familiares, en cuestiones financieras, en la vida empresarial, en los asuntos de la iglesia, e incluso en cosas tan simples como manejar un auto o planear un viaje. Y, por supuesto, cuando tenemos que sanar de un problema físico. Podemos tranquilizarnos y sentirnos agradecidos porque existe esta guía infalible espiritual y permanente, que siempre sabe con precisión lo que necesitamos, mejor que nosotros mismos.

A mí me gustan mucho la política y el periodismo, y el libro Pulpit and Press de Mary Baker Eddy, me resulta muy interesante. Allí aparece la reimpresión del artículo de un diario en el que se entrevistó a algunos de los primeros Científicos Cristianos sobre su religión. Una persona dijo: "El poder del Cristo ha estado latente en la humanidad durante siglos", y luego agregó: "...y era la misión de la Sra. Eddy revivirlo. En nuestras labores tomamos al Cristo como ejemplo, haciendo el bien y sanando a los enfermos. El Cristo nos ha dicho que hagamos su trabajo, indicando que uno de los elementos más esenciales es tener fe en él". Pulpit and Press, pág. 7 2.

A veces me sonrío cuando leo la palabra latente en este contexto. Me hace pensar en mi teléfono celular. Está latente durante horas; la luz no está encendida, no se escucha ningún sonido, la pantalla está negra, es como si estuviera apagado. Pero cuando recibo una llamada, el teléfono suena, se enciende la luz, la pantallita se llena de colores y muestra la linda foto que tengo guardada. Y a veces incluso veo el número de la persona que llama. Todo esto ocurre en menos de un segundo. No se requiere de ningún proceso largo, es activo.

Hacer el bien, sanar a los enfermos, brindar consuelo a un vecino, apoyar y alentar a un amigo, todo puede ocurrir en segundos. No necesitamos meses y años para tomar una decisión. Todas estas cualidades que el mundo necesita hoy, están a nuestro alcance instantáneamente. Puede que se encuentren latentes, pero existen, y existen en el corazón de todo el mundo, no sólo en el de los Científicos Cristianos. Este hecho también incluye inteligencia, soluciones rápidas cuando alguien tiene una necesidad o está en peligro.

Te voy a dar un ejemplo. Yo vivía en un edificio de departamentos de seis pisos. Había un ascensor y en cada piso estaban las puertas de tres departamentos. Estas puertas no tenían nombre, y como siempre usaba el ascensor no veía a muchas de las personas que vivían en el edificio. En total había 18 departamentos con puertas similares del mismo color. No había nada que las distinguiera unas de otras. Una mañana alguien golpeó con insistencia en mi puerta, me apresuré a abrir, y vi a una mujer con lágrimas en los ojos, temblando de miedo. Sin decirme nada, me empujó a un lado, entró y cerró la puerta. Me di cuenta enseguida de que algo terrible había sucedido. Le dije que se sentara y le ofrecí algo de beber. Le pedí que me contara lo que había ocurrido. Hizo una descripción bastante cruel de lo que le había pasado en los últimos 30 minutos en su apartamento. De alguna forma había salido y corrido escaleras arriba y golpeado en una de las puertas.

El mensaje del Cristo está siempre activo y al alcance de todos.

Le pregunté por qué había venido a mi puerta. "¿Me conoce?", le pregunté. "¿Sabe usted a qué me dedico?" Ella no sabía. Me dijo que tenía mucho miedo y no podía pensar bien, pero entonces me explicó: "Sentí que ésta era la puerta en donde iba a recibir ayuda". Entonces le dije que yo era practicista de la Ciencia Cristiana, le hablé del poder de la oración y de la protección que tenemos en la vida a través del amor de Dios.

Después me contó que vivía en el primer piso del mismo edificio. Yo nunca la había visto antes, y es el día de hoy que no sé su nombre. Pero días después regresó para agradecerme por la maravillosa charla que habíamos tenido sobre Dios. Lo que ocurría es que ella no sabía nada acerca del Cristo y, aparentemente, no tenía idea de lo que debía hacer. No obstante, sintió el poder del Cristo para ir y tocar en la puerta donde recibiría ayuda. Supongo que todos los demás departamentos estaban vacíos porque la gente estaba en el trabajo.

Esta experiencia me ayudó a ver claramente que la curación, la protección, el mensaje orientador está siempre activo y es lo suficientemente fuerte como para ir más allá de la desesperación y el temor. El Cristo—esta influencia divina en la consciencia humana—no juzga a nadie por su denominación religiosa, disposición personal o educación. Toca el corazón humano y guía a la gente para que haga lo acertado. Pienso que le debemos a Mary Baker Eddy inmensa gratitud por haber revivido esta influencia. Es un regalo para todo el mundo.

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