Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Gratitud al buscar trabajo

Del número de noviembre de 2011 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Siento una continua gratitud por las bendiciones que recibí cuando con mi esposa decidimos mudarnos, hace más de cuatro años. A lo largo del camino, aprendimos más acerca del amor de Dios, mediante una constante oración, llena de confianza, basada en la Biblia, y que, sazonada con mucha gratitud, nos abrió el pensamiento al bien ilimitado, aún en épocas de incertidumbre económica.

En el verano de 2007, mi esposa y yo cumplimos nuestro deseo de muchos años de vivir en las montañas. Nos fuimos de un área metropolitana en el centro del país, donde yo había trabajado para una compañía por más de 30 años, para vivir en una nueva comunidad con unos pocos miles de habitantes. Como mi trabajo anterior era muy intenso y requería mucho tiempo, no pude buscar trabajo antes de mudarnos. Compramos nuestra maravillosa casa en las montañas varios meses antes de mudarnos, y ahorramos dinero para poder hacer la transición. Yo planeaba encontrar un empleo como profesional una vez que nos instaláramos.

Antes de mudarnos, oramos a diario durante tres años para dar este paso. Como resultado de ello, nos sentimos listos para "cantar un cántico nuevo", como dice el libro de Salmos, por este próximo capítulo de nuestras vidas. En mis oraciones yo declaraba que Dios siempre emplea todos nuestros talentos para Su servicio. Puesto que la Vida divina fluye continuamente como un manantial de millones de galones, yo no tenía por qué tener miedo de que hubiera un vacío o limitaciones. Tomé muy en serio lo que nos asegura Cristo Jesús: "En la casa de mi Padre muchas moradas hay... voy, pues, a preparar lugar para vosotros".Juan 14:2. Para mí, el "lugar correcto" incluía una nueva experiencia de empleo.

También declaré que por ser la expresión de Dios, yo me movía y actuaba según El me indicaba, siguiendo Su dirección infalible y evidente. Me alentó mucho esta promesa de Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud: "El Espíritu, Dios, reúne pensamientos informes en sus cauces adecuados y desarrolla esos pensamientos, tal como abre los pétalos de un propósito sagrado, con el fin de que ese propósito aparezca".Ciencia y Salud, pág. 506. Siempre que alguna duda sobre si iba a encontrar trabajo me venía al pensamiento, escuchaba estas palabras en mi consciencia: "Su sabio plan te hará saber; / confía en Dios y triunfarás".Himnario de la Ciencia Cristiana N° 216.

Nos establecimos en esta nueva comunidad, y empecé a buscar empleo. Me di cuenta de que prevalecía la noción de que los trabajos eran escasos, y que un trabajo profesional era virtualmente imposible de conseguir. La economía estaba empezando a declinar, y, para empeorar las cosas, mi esposa y yo teníamos dos hipotecas, ya que nuestra antigua casa no se había vendido. Estábamos viviendo con nuestros ahorros.

Tanto mi esposa como yo nos dedicamos aún más a orar. En ocasiones, le pedí a un practicista de la Ciencia Cristiana que orara por mí. Sus oraciones de una clara espiritualidad elevaron mi pensamiento para que dejara de fijarme en las necesidades y esfuerzos humanos, y comprendiera que el plan divino está activamente en operación. Los artículos publicados en las revistas de la Ciencia Cristiana sobre cómo resolver desafíos económicos mediante la oración, también fueron de gran ayuda.

Oré para alcanzar una perspectiva espiritual de la economía, reemplazando las definiciones comúnmente aceptadas de conceptos económicos, tales como crecimiento, recursos, producción, valor, oferta y demanda, o flujo de efectivo, por ideas espirituales que encontré en la Biblia y en los escritos de la Sra. Eddy. Un día, mientras daba una caminata, el concepto de la naturaleza espiritual de la economía, pasó de ser un ejercicio intelectual a establecerse directamente en mi corazón. Percibí la verdad, y supe que era verdad para todos.

Pocos meses después de mudarnos, conseguí un trabajo muy satisfactorio en un campo diferente al que estaba acostumbrado. Me sentía agradecido por el trabajo y por la alegría que me trajo, pero el pago no era suficiente para responder a nuestras necesidades. Yo sabía que la situación era temporal, de modo que continué buscando otro puesto. Lo que no era temporal era mi confianza en Dios y en Su infalible dirección. Justo antes del Día de Acción de Gracias, se vendió nuestra antigua casa, y mi esposa también encontró empleo.

Me inscribí en las listas de ofertas de trabajos en Internet en dos ciudades que quedaban a unas dos horas de distancia, pensando que podía volver a casa los fines de semana. Incluso me presenté a empleos en otras partes del país, buscando un trabajo profesional. Cuando llegó el invierno, que por la cantidad de nieve rompió todos los récords, mi esposa y yo nos preguntamos si habíamos tomado la decisión correcta. El entusiasmo de la expectativa que teníamos en el corazón y que nos había impulsado hasta ese momento, gradualmente se fue esfumando, al tiempo que la nieve cada vez más profunda se acumulaba en el paisaje exterior. Pero nosotros continuamos orando.

Dos cambios en el pensamiento despertaron mi consciencia. A principios del nuevo año, mi esposa y yo decidimos que podíamos, o bien, pasar los días en nuestra lindísima casa nueva y hermosa comunidad preocupándonos por el futuro, o podíamos comprometernos a sentirnos agradecidos por el bien que recibíamos cada día. Una vez que estuvimos de acuerdo en encontrar gratitud, no hubo vuelta atrás. Fue cada vez más fácil sentirnos agradecidos. De pronto me di cuenta de que yo había aceptado el concepto falso de que el reino de los cielos podía expresarse mejor en un lugar que en otro.

Estaba creyendo que había más oportunidades, más manifestación de la abundancia de Dios, en las grandes ciudades que donde vivíamos ahora. De inmediato, percibí lo disparatado de pensar de esa manera. Dios era Dios en todas partes, no tan solo en lugares selectos. ¿Acaso Dios se expresaba a Sí mismo algo menos en nuestro pequeño y remoto pueblo que en una ciudad? ¡Por supuesto que no! Luego, con claridad espiritual, razoné que yo residía mentalmente en el reino de los cielos allí mismo donde me encontraba. Ciencia y Salud define el reino de los cielos de la siguiente manera: "El reino de la armonía en la Ciencia divina; el dominio de la Mente infalible, eterna y omnipotente; la atmósfera del Espíritu, donde el Alma es suprema".Ciencia y Salud, pág. 590.

Dejé, de inmediato, de buscar empleo en lugares distantes. Aunque según las estadísticas nuestro pueblo había entrado en una recesión durante el otoño, me mantuve al tanto de los puestos profesionales que se presentaban por donde vivíamos. Me presenté a varios de ellos, pero no me contrataron. Para la primavera, tuve la intuición de que pronto dejaría el trabajo que tenía, y sentí una profunda paz. Podía distenderme y observar cómo Dios obraba.

No mucho después de mi despertar al "reino de los cielos", empecé a hacer algunos trabajos de consultoría para un nuevo colegio de bachillerato que había comenzado a funcionar a unas pocas millas de mi casa. Ese trabajo de consultoría se transformó en una oferta para enseñar a medio tiempo, y acepté encantado. Poco después de eso, se abrió un puesto de tiempo completo en mi especialidad en la escuela pública local. Me presenté y fui rápidamente aceptado. Las horas que requerían cada uno de esos puestos se ajustaron perfectamente.

Hace más de tres años que desempeño estos dos trabajos. Cada día puedo contribuir con las habilidades adquiridas en mis anteriores años de empleo, mientras que se presentan continuamente oportunidades para progresar. El trabajo es creativo y sumamente satisfactorio. Nuestras obligaciones económicas también son plenamente satisfechas.

Con gozo recuerdo dos versículos que cantaba el Salmista: "¡Que los hombres alaben la misericordia del Señor, y sus obras maravillosas para con los hijos de los hombres! Porque sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta".Salmo 107:8, 9, según la versión King James.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / noviembre de 2011

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.