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Libre de temores

Del número de noviembre de 2011 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Las numerosas dificultades económicas que enfrentaba, las largas colas para presentarme a un trabajo, sin poder conseguirlo, todo esto me hacía sentir bastante decepcionada. Fue entonces cuando me invitaron a concurrir a un servicio de testimonios de una iglesia de la Ciencia Cristiana. Recuerdo que me impactó un mensaje sobre una pared que decía: "El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana".Ciencia y Salud, pág. 494.

Me sentí reconfortada de saber que el Amor divino respondería a mi necesidad. La semana siguiente, un martes, me enteré de un lugar donde ofrecían trabajo. En esa ocasión, al estar en la larga cola de espera, no dudé, me sentía segura de que Dios quería lo mejor para mí. No me sentía ansiosa como otras veces; y ese sábado me llamaron para ofrecerme un empleo.

Comence a trabajar y tambien me sentia gozosa de ir a la iglesia. Escuchaba el sermón, y aunque no entendía mucho sentía el toque del Cristo en mi consciencia.

En esa época vivía con mi mamá y tenía que pedirle dinero para poder viajar al trabajo y a la iglesia porque tenía muchas deudas y lo que ganaba no me alcanzaba para esos gastos. Un domingo por la mañana salí para la iglesia y de repente un soplo de viento trajo volando un billete de 20 pesos, y se me pegó en el pecho. Sorprendida, busqué para ver de quién era, pero la calle estaba vacía. Esos 20 pesos me sirvieron para cubrir los gastos de transporte durante todo el mes hasta que cobré de nuevo, y no tuve que pedirle a mi mamá ni un peso más para el ómnibus.

En aquel entonces, los médicos me habían dicho que tenía problemas serios en la columna, y prácticamente me desahuciaron. Entre muchas otras cosas, me dijeron que no podía barrer ni coser. Eso me llevó a estudiar la Ciencia Cristiana con más afán por encontrar la Verdad sanadora. También dejé los medicamentos que había estado tomando, y al tiempo me sentí totalmente libre de esa afección.

Desde niña siempre había tenido la certeza de que Dios estaba conmigo, que Él es quien me sostiene y me provee. Con el estudio de la Ciencia Cristiana aprendí a poner mi pensamiento en armonía con Dios para recibir las ideas espirituales que necesitaba. De modo que este estudio corroboró lo que había sentido desde hacía tiempo y trajo una solución a mis dificultades económicas.

Un día, escuché un programa en el que pedían una persona que se pudiera encargar del cuidado de niños. Soy maestra preescolar y siempre me ha encantado trabajar con niños. Les envié una carta comentándole a mi madre que todo estaba en las manos de Dios. Este cambio de pensamiento asombró a mi madre porque siempre fui de dudar muchísimo, pero esas dudas se borraron al adquirir la seguridad que me trajo el estudio de la Ciencia Cristiana.

A los 25 días, me llamaron para tomarme un examen de admisión. Era la organización mundial "Aldeas Infantiles" la que proporciona a niños un hogar bajo la supervisión de una mamá sustituta. El título que me darían era de madre y para mí era un honor. De modo que comencé a trabajar allí.

Años después, por exigencias del trabajo, tuve que sacar el carnet de salud, y al hacerme el examen médico descubrieron un bulto en un seno. Aunque no le di mucha importancia me di cuenta de que estaba atemorizada, especialmente cuando me pidieron que me hiciera otro control más. Comencé entonces a orar para hacer frente a ese temor que sentía, y encontré en Ciencia y Salud esta frase: "Bien podemos estar perplejos ante el temor humano, y aún más consternados ante el odio, que levanta su cabeza de hidra y muestra sus cuernos en las muchas maquinaciones del mal. Pero ¿por qué quedarnos horrorizados ante la nada?"Ibíd., pág. 563.

Percibí que el temor pretendía que aceptara ese bulto como una realidad. Pero estaba aprendiendo que Dios me creó perfecta, a Su imagen y semejanza, y que yo sólo podía reflejar esa perfección. Así que continué orando con la certeza de que ya estaba sana. Al poco tiempo tuve que hacerme nuevamente otro examen médico, y resultó que todo estaba normal. Esto ocurrió hace 15 años.

La oración es esencial para mantener mi paz y estar libre de temor; me hace sentir en armonía con la Mente divina, y me permite reconocer lo que es real y cómo me creó Dios. Me ayuda a comprender que el Amor es Dios, que ocupa todo el espacio y es el único poder que existe. Este Salmo ha sido de mucha ayuda: "Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida".Salmo 103.

Es hermoso poder orar y entender que el Amor divino nos trae sólo bendiciones, y nos da la salud. Siento que Dios verdaderamente rescató del hoyo mi vida. Y desde hace ya varios años, he cumplido el sueño de tener un jardín de infantes. Así que "mi copa está rebosando" de gratitud.Salmo 23:5.

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