Un día a comienzos de semana me levanté y no podía abrir uno de mis ojos. Estaba rojo e inflamado.
Como la oración me ha ayudado en muchas ocasiones, para mí fue natural recurrir a Dios en oración. Comencé a orar reconociendo que soy una idea espiritual y perfecta de la Mente divina, y que sólo reflejo Sus cualidades, entre ellas, salud, bienestar, armonía, perfección, incluso belleza.
Me puse a escuchar himnos del Himnario de la Ciencia Cristiana, cosa que hago a menudo porque me ayuda a centrar mis pensamientos en la creación armoniosa de Dios, y a dejar fuera los pensamientos temerosos de enfermedades, malestares y otros problemas.
Como el ojo sólo me molestaba un poco, me fui a trabajar. Mis compañeras comenzaron a darme su opinión y me dijeron que fuera al médico. Al escuchar esos comentarios, yo me aferraba mentalmente a Dios, afirmando mi indentidad como Su reflejo y negando la evidencia de enfermedad. Yo sabía que la intención de mis compañeras era buena y que se preocupaban por mí.
Pasaron dos días y el ojo no parecía mejorar, así que llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara con su oración. Él me tranquilizó y me atendió con mucho afecto.
Cuando me levantaba por la mañana, el ojo seguía igual y continuamente lo tenía que limpiar. El viernes decidí no ir a trabajar y visité a un médico para que me justificara la falta; él me dijo que tenía conjuntivitis y me recetó unas gotas. Como quería seguir con mi tratamiento espiritual por la oración, no las compré. Mis compañeras se tranquilizaron cuando supieron que yo había ido al médico.
Me quedé en casa y continué orando y leyendo la Biblia y el libro Ciencia y Salud. Me trajo mucha inspiración la "declaración científica del ser" (Ibíd., pág. 468), que dice en parte: "No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia; todo es Mente infinita y su manifestación infinita porque Dios es Todo-en-todo". Percibí que Dios no había creado esta enfermedad ni ninguna otra, y que la enfermedad no puede crearse a sí misma porque no tiene inteligencia.
A veces me asaltaba el temor de lo que dirían los demás si no me sanaba pronto. Mary Baker Eddy escribe: "El temor es la fuente de la enfermedad y domináis el temor y el pecado por medio de la Mente divina... El temor, el cual es un elemento de toda enfermedad, tiene que ser expulsado para reajustar la balanza a favor de Dios" (ibíd., págs. 391-392).
Continué orando con humildad y pidiéndole a Dios que orientara mis pensamientos en la dirección correcta para que no fueran invadidos por el temor.
Un día, me desperté muy temprano y me puse a leer un artículo de El Heraldo que, para mi sorpresa, contaba una curación de un problema similar al que yo tenía. La autora planteaba dos puntos importantes: 1) La curación es la prueba científica de que el bien es supremo, y se produce cuando cambiamos el pensamiento de una base material a una base espiritual. 2) Es importante apartar la vista por completo de la condición física, y pensar exclusivamente en lo que Dios nos está diciendo sobre la salud y nuestra perfección por ser Sus hijos.
Esa noche, como no podía dormir, comencé a orar y logré elevar mi pensamiento por encima del temor y mantenerme firme en la verdad de que mi ser es espiritual. Traté de seguir lo que recomienda Ciencia y Salud: "Cuando la ilusión de enfermedad o de pecado os tiente, aferraos firmemente a Dios y Su idea. No permitáis que nada sino Su semejanza more en vuestro pensamiento. No permitáis que ni el temor ni la duda oscurezcan vuestro claro sentido y serena confianza..." (ibíd., pág. 495).
La curación se produce en el momento en que echamos fuera del pensamiento el temor, que es el único lugar donde está. Es como cuando un cuarto se llena de luz y ya no hay oscuridad. Así pude ver que de pronto el temor desapareció, me sentí tranquila, incluso contenta, y me dormí. Esto ocurrió el sábado y el lunes estaba bien.
Esta experiencia me ayudó a ver lo importante que es mantener nuestra confianza en Dios con la seguridad de que la salud es una cualidad divina ya establecida. Y con nuestro estudio de la Ciencia Cristiana y la oración le damos la oportunidad de que se manifieste en nuestra vida. La oración que nos ayuda a mantener en nuestro pensamiento la verdad de que Dios es Todo-en-todo, y que nunca nos deja solos, llega a ser cada día tan importante como el aire que respiramos.