Hace unos años, mientras iba de compras por la calle, un grupo de personas que pasaba aventó hacia mí una botella llena de alcohol encendido que envolvió todo mi cuerpo en llamas. En el hospital me informaron que tenía quemaduras hasta de tercer grado que cubrían 99% del cuerpo. No sólo el cabello estaba quemado, sino parte de la cara también, y algunas quemaduras llegaban hasta los huesos. Asimismo, la pierna izquierda en gran parte no tenía piel ni músculos. El médico me dijo que no podían hacer mucho por mí, así que simplemente me anestesiaron para limpiarme. Al día siguiente cuando desperté, estaba vendada de la cabeza a los pies.
Recuerdo que lo primero que me vino al pensamiento cuando ocurrió el incidente fue la "declaración científica del ser" de Ciencia y Salud, que comienza diciendo: "No hay vida, verdad, inteligencia, ni sustancia en la materia. Todo es Mente infinita y su manifestación infinita porque Dios es Todo-en-todo".Ciencia y Salud, pág. 468.
Todavía en el hospital, oraba pensando que Dios me envolvía en sus brazos de amor y que jamás podía haber estado envuelta en llamas. Así fue como los ardores se fueron calmando, y dos días después me dieron de alta porque el progreso había sido muy notorio.
Antes de salir del hospital, les pedí a mis hijos que cubrieran todos los espejos de mi casa porque yo no me quería ver ni quería saber cómo estaba.
Pienso que a mis familiares les resultaba difícil verme así, pues dos días después de regresar a mi casa me dijeron que contratara a una enfermera porque no querían tener la responsabilidad de cuidarme. En ese momento me sentí como abandonada y me invadió el temor a quedarme sola. ¿Quién haría las cosas de la casa? Entonces escuché una voz callada y suave que me decía que no tuviera miedo porque Él estaba conmigo. Así que me calmé, empecé a orar y me abstuve de reprochar a nadie, sabiendo que mi Padre-Madre Dios no me dejaría sola.
Me quedé solamente con la señora del aseo que llegaba a las 9 de la mañana y se iba a las 5 de la tarde. Pero no le permitía que me ayudara a cambiar las vendas y limpiar las heridas. Mi cuñado que es médico me había llevado al hospital las primeras veces para que me curaran, pero después de la tercera vez le pedí que me indicara cómo hacerlo.
Oraba con persistencia comprendiendo que yo no era material, sino espiritual, y poco a poco el dolor que me producía limpiarme las heridas fue desapareciendo. Tenía la confianza de que Dios sana por completo, y que el mal es irreal, que no tiene ni fuerza, ni vida, ni poder creativo alguno. Yo sabía que no tenía caso mirar la evidencia física, y las heridas se fueron sanando.
Muy poca gente supo lo ocurrido y no quise recibir visitas, pues no necesitaba escuchar opiniones humanas. Mi intención era no aceptar ninguna evidencia del mal que, como dice la Biblia, es "mentiroso, y padre de mentira".Juan 8:44. Lo que se presentaba como quemaduras era para mí una mentira, y yo pensaba que si la aceptaba, aunque fuera un poquito, iba a ser un impedimento para la curación.
El accidente sucedió en agosto y mi hija, que estudiaba en los Estados Unidos, me invitó a que fuera a verla y recibir con ella el nuevo año. Para ese entonces yo estaba completamente sana. Incluso los músculos de mi pierna izquierda se habían restaurado y lo único que me había quedado era un hoyo junto al tobillo. En Pascua, fui a visitar a uno de mis hijos, y cuando mi consuegra vio el hoyo me preguntó qué me había pasado. Yo le dije simplemente que me había quemado. Se sintió muy mortificada cuando observó que se veía el hueso, y me preguntó si le permitía ponerme una venda de vástago del plátano. Ella tomó el pie y lo vendó con tanto amor, que de repente sentí que allí sanaba de una herida de desamor que guardaba en el corazón, de soledad, de tristeza, como de abandono que había sentido cuando me quedé sola.
Esa tarde, cuando llegué al hotel me quité la venda, agradeciendo el cuidado y el amor misericordioso que mi consuegra me había expresado, un amor que para mí trasciende lo humano. Una semana después, el hoyo había desaparecido. No quedó marca alguna.
Hace muchos años que estudio Ciencia y Salud, el cual afirma que el testimonio de la materia es mentira, y que la única verdad es el Espíritu, Dios, quien con Su amor siempre presente envuelve nuestro ser.