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Dios es Amor, y ¡no hay más!

Del número de septiembre de 2011 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Al tercer mes de mi embarazo, regresaba de trabajar cuando al doblar en la esquina de casa sentí mis piernas mojadas. En el instante, me vinieron ideas que había aprendido desde niña en la Escuela Dominical, incluso de que el Amor divino es el Creador único, nuestra Vida. En ese momento, me sentí rodeada, "empapada", de Amor. Pronto me envolvió una sensación de tranquilidad, alegría y gratitud por lo que había recibido durante toda mi vida. Al llegar a casa fui a cambiarme y encontré que estaba sangrando mucho, algo que no se suponía ser parte de esa etapa del embarazo. Con mucha tranquilidad se lo dije a mi marido y decidimos llamar a un practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí.

La oración me fue llevando a recuperar la conciencia de mi unidad con Dios, y de cuál es nuestra verdadera individualidad. Asimismo pude ver que todo lo bueno viene de Dios y que la expresión de Su ser es completa, que toda Su creación está compuesta de ideas, las que no pueden lastimarse entre sí. Esta cita de Ciencia y Salud me fue de mucha ayuda: "Sólo reconociendo la supremacía del Espíritu, que anula las pretensiones de la materia, pueden los mortales despojarse de la mortalidad y hallar el indisoluble vínculo espiritual que establece al hombre eternamente en la semejanza divina, inseparable de su creador".Ciencia y Salud, pág. 491.

Un rato más tarde, no sólo seguía sangrando, sino que sentí que caían agua y tejidos. Sin embargo, me mantuve firme en lo que había aprendido de mi relación con Dios, y negué la creencia de que la vida pueda proceder de la materia, pues toda existencia procede de Dios y permanece en Él. Me sostuve en el pasaje que mi abuela siempre me dice: Resistid la tentación de creer que la materia es inteligente, que tiene sensación o poder".Ibíd., pág. 218. Con estos pensamientos centrados en Dios, en Su amor y en nuestra unidad con Él, me fui a dormir. Descansé como no lo había hecho en mucho tiempo. El sangrado cesó y todo volvió a la normalidad. Y el embarazo continuó desarrollándose sin problemas.

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