Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Sana de una cortadura

Del número de septiembre de 2011 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“¿Por qué no lo puedo hacer yo?”, pensé. El césped había crecido bastante y mi esposo, que siempre lo cortaba, estaba muy ocupado con su trabajo.

Saqué la máquina del garaje, la prendí y se apagó. Esto sucedió tres veces. Entonces bajé la velocidad, levanté con mi dedo índice de la mano derecha apenitas el filo del borde de la cubierta de la máquina, y sentí que algo me cortó el dedo. Salía mucha sangre y me dolía.

Me lavé y mientras me cubría el dedo con unas servilletas de papel, me puse a orar reconociendo la presencia de Dios. Razoné que puesto que Él no había sido tocado, yo por ser Su imagen y semejanza, tampoco podía sufrir daño alguno. Sentí que el dolor disminuía y la sangre dejó de manar.

Cuando fui a mi cuarto tomé el libro Ciencia y Salud, lo abrí y me puse a leer. De pronto me di cuenta de que el dolor había desaparecido totalmente y no sangraba, pero estaba abierto el corte y veía hasta el hueso. Me puse un protector y llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana, quien con mucho amor me dijo que no me preocupara, que Dios me amaba y eataba conmigo. Que todo eataba bien.

No hacía mucho que venía estudiando la Ciencia Cristiana, pero sí entendía que era Dios el que sanaba, no el hombre. Así que recurrí al Amor divino, reconocí Su presencia, reconocí que yo era Su hija a quien Dios había creado perfecta.

Como el dolor ya se había calmado, volví a sacar la máquina, que anduvo sin problema. Entonces, llena de alegría comencé a dar gracias a Dios, porque entendía que era El, la Mente inmortal, el que lo hace todo. Terminé el trabajo e hice todas mis tareas en la casa.

Cuando vino mi esposo me preguntó qué había pasado con el dedo, y cuando le expliqué quiso llevarme al hospital para que me dieran una vacuna contra el tétano. Yo le comenté que había pedido ayuda a un practicista y le propuse que si llegada la noche él me veía mortificada, íbamos a ir al hospital. Pero todo estuvo bien. Dormí perfectamente, y no tuve más molestias. La curación completa se efectuó en dos o tres días, sin tomar pastillas, ni recurrir a ningún otro medio curativo.

Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana me atrajeron porque son totalmente diferentes a lo que yo había escuchado sobre Dios. Aquí estaba aprendiendo que no era un dios castigador o vengativo como me habían enseñado desde niña. Dios es todo amor y ama a Su creación, que ha hecho buena y se la ha dado al hombre para que la disfrute, no para que sufra. Dios jamás nos castiga, sino que siempre nos protege.

El estudio diario de la Biblia, Ciencia y Salud y demás escritos de Mary Baker Eddy, me han enseñado a aplicar la oración de afirmación y la negación de los problemas, con la comprensión espiritual de que Dios sólo ve lo bueno. Por un lado, afirmamos lo que es Dios, que Él es Todo-en-todo, que ha creado el universo y al hombre a Su imagen y semejanza. Y por otro, negamos el punto de vista material; negamos que la materia tenga poder para existir y causar daño. Puesto que Dios es Todo-en-todo, la materia no puede obrar aparte de Él inflamándose, no puede sentir dolor ni placer porque no tiene realidad. La materia tiene que ser una ilusión, un engaño que la mente humana aceptó como real. De modo que no podemos sufrir por algo que no existe.

Además aprendí que Dios es Espíritu y que nos creó espiritualmente. Esa es la relación entre Dios y el hombre y esa unidad permanece para siempre.

Todos estos conceptos me ayudaron a verme a mí y a los demás desde un punto de vista más elevado. Así, comencé a ver y a escuchar a las personas y a sus conversaciones, de manera diferente porque mi pensamiento estaba enfocado en lo que Dios había hecho en nosotros.

A partir de ahí comencé a apoyarme cada vez más en las ideas de la Biblia y de Ciencia y Salud, que nos llevan a entender que el mal no tiene inteligencia, no tiene poder, puesto que todo el poder es de Dios, la única inteligencia o Mente divina.

Estas enseñanzas cambiaron totalmente mi manera de ser. Fue maravilloso para mí entender que Dios está siempre conmigo, en todo lugar y en todo momento; que está cuidándonos y protegiéndonos a mí y a toda Su creación.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / septiembre de 2011

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.