Ahora tengo 16 años. Cuando tenía 11, tengo que admitir que las cosas eran muy difíciles para mí. Pasaba mi tiempo con amigos que hacían muchas cosas que no estaban correctas. Yo era muy influenciable, y hacía las cosas que ellos hacían para ser “buena honda”, y para impresionar a los demás y demostrarles que no tenía miedo. Fumaba marihuana y a veces robaba dinero para comprar las cosas que quería.
Una noche, fui a dormir a la casa de un amigo. Al día siguiente, fuimos a una biblioteca donde había una exhibición de piedras preciosas, y vi una piedra negra que era realmente hermosa. Para mí, parecía un juguete.
Mi amigo me desafió: “A que no te animas a tomar esa piedra”. Yo me sentí ofendido por ese comentario porque parecía que él pensaba que yo no era capaz de hacerlo. Entonces, escondí la piedra en mi bolsillo y nos fuimos. No nos dimos cuenta de que había cámaras de seguridad en toda la biblioteca.
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