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la curación metafísica

Un mensaje para todas las épocas

Del número de julio de 2012 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Journal


Barbara Pettis, practicista y maestra de la Ciencia Cristiana, se ha preguntado con frecuencia cómo se relaciona la Biblia con su vida, y ha percibido la urgencia con que se necesita. Pocos años después de ser testigo de una notable curación de su hijo menor, empezó a tomar casos como practicista de la Ciencia Cristiana. En 1994, se recibió de maestra de esta Ciencia. También sirvió nueve años en el Cuerpo de Conferenciantes de la Ciencia Cristiana. Hoy desarrolla su práctica y enseñanza desde su casa, en Haverhill, Massachusetts, Estados Unidos.

Aunque le interesa todo en la vida, a Barbara lo que más le ha gustado ha sido descubrir el significado de “quiénes somos”, que enseña la Ciencia Cristiana. Ha aprendido muchas lecciones al comprender el sentido espiritual de la individualidad.

Barbara, sé que quieres hablar sobre la Palabra, la identidad y la individualidad. ¿Cómo te gustaría comenzar?

Últimamente he estado pensando mucho en una declaración de Mary Baker Eddy que dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (San Juan). Esta gran verdad de la impersonalidad e individualidad de Dios y el hombre a Su imagen y semejanza, individual, pero no personal, es el fundamento de la Ciencia Cristiana”.La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 117.

Ese maravilloso versículo de la Biblia que cita la Sra. Eddy es muy importante. La Palabra — el edificante e inspirador mensaje de curación y salvación de la Biblia — es la expresión de Dios, de la Verdad, la Vida y el Amor divinos y, de esta manera, la Palabra es Dios. La Palabra es tan antigua como Dios, de modo que es infinita, eterna. Contiene la verdad completa sobre Dios y el hombre como Su creación. La revelación de la Palabra es la luz de la Verdad divina que celebra a Dios y Su magnífica creación, que nos incluye a cada uno de nosotros.

El primer artículo de fe de la Ciencia Cristiana dice: “Como quienes se adhieren a la Verdad, tomamos la Palabra inspirada de la Biblia como nuestra guía suficiente hacia la Vida eterna”.Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág.497. ¡Piensa en esto! La Biblia — la Palabra de Dios — contiene todo lo que necesitamos para vivir la Vida eterna.

Hoy en día, muchos dicen que la Biblia y la religión son anticuadas. Puede parecer así si interpretamos la Biblia de manera literal o practicamos la religión tradicionalmente, sin inspiración. Mientras que la Ciencia Cristiana es fascinante porque nos impulsa a actuar; hace que la Palabra sea viva y práctica. Nos lleva más allá de la fe, hacia la comprensión y la práctica. Nos capacita para ser verdaderamente hacedores y no simples oidores de la Palabra. Véase Santiago 1:22. Cuando se la percibe correctamente y se la ama con todo el corazón y el alma, la Palabra es el mensaje más importante, esencial y pertinente para las épocas.

El mismo Dios que sacó a los hijos de Israel de Egipto, que salvó a Daniel del foso de los leones y resucitó a Cristo Jesús, está con nosotros aquí en esta época, en todo lugar. Cada uno de nosotros tiene un destino que cumplir como representantes de Dios, el Alma, la Mente divina. La Palabra es nuestra brújula para llevarlo a cabo.

Mary Baker Eddy define la Palabra y desarrolla su mensaje en todos sus libros. Por ejemplo, en La Ciencia Cristiana en contra del panteísmo, nos dice: “Las Escrituras dicen claramente: ‘El Verbo era Dios’: y ‘todas las cosas por Él — por el Verbo — fueron hechas’. Entonces, ¿qué puede la materia crear, o cómo puede ella existir?”La Ciencia Cristiana en contraste con el panteísmo, pág. 5. Publicado en “Cuatro mensajes a La Iglesia Madre”. Nos demuestra que, puesto que las Escrituras revelan que la Palabra es Dios y que Dios es Espíritu, la materia no puede ser real ni tener entidad. ¡Esto es revolucionario!

La Palabra es el mensaje de la Verdad divina que Dios le da al hombre. No es una opinión. No es filosófica. No se puede debatir. Es la revelación del Amor divino y Su creación, en la cual el hombre está en la cima, en gloria reflejada, como la imagen y semejanza de la divinidad. Cristo Jesús encarnó esta Palabra, y sus enseñanzas demostraron claramente lo práctica que es para nosotros.

¿Cómo te ha ayudado tu comprensión de “la Palabra”?

He notado que cada vez que recurro a la Palabra, en la Biblia o en Ciencia y Salud, para obtener una comprensión espiritual de las Escrituras, hallo un significado diferente, renovada inspiración y nuevas ideas. Pero hubo una época en que la Palabra cobró vida para mí como nunca antes.

En el lapso de un mes, uno de mis hijos enfermó gravemente, mi hermano se suicidó, yo tenía serios problemas de salud, y mi matrimonio terminó. Suena muy horrible, pero la verdad es que fue una época de gran descubrimiento y renovación espiritual para mí. Aunque me había criado en la Ciencia Cristiana y amaba la Palabra de Dios, me había apartado de ellas. Pero al enfrentar esas circunstancias tan difíciles, abracé todo lo que podía comprender de la Verdad como enseña la Ciencia Cristiana.

A medida que oraba, en un corto período de tiempo, la vida de mi hijo fue salvada, mi salud fue restaurada, sané del pesar que sentía, y encontré paz en mi vida. Al año siguiente, me volví a casar y comencé nuevas aventuras en la Vida, Dios, mientras mi amor por Su Palabra iba en aumento. Debo decirte que lo que empezó como la época más terrible de mi vida, se transformó en la más importante, porque sentí cómo el poder de la Palabra crecía dentro de mí. Los relatos bíblicos y las enseñanzas de Cristo Jesús adquirieron mucho más significado. Lo que antes había parecido oscuro o incomprensible, se volvió más claro cuando volví a estudiar la Ciencia Cristiana de todo corazón. La Palabra transforma cada parte de nuestro ser.

Realmente necesitamos tomarnos el tiempo cada día para hacer una pausa y considerar esta notable verdad que inspira reverencia. Cada uno de nosotros es invalorable para nuestro Creador. Él nos ama profundamente, nos cuida con total dedicación y nos protege por completo. Nadie queda fuera. Nadie es excluido del reino de los cielos que la Ciencia Cristiana nos muestra.

¿En qué diferencia la individualidad espiritual de la personalidad humana?

La Palabra inspirada revela que cada uno de nosotros es un hijo individual de Dios, es una idea de la Mente única. La Mente nos piensa y nosotros somos el resultado. Somos la creación de la Mente única y perfecta, esa es nuestra identidad. Nuestra individualidad es la forma tan única con que expresamos nuestra identidad espiritual.

La Sra. Eddy sucintamente explica, en La unidad del bien, la distinción que existe entre la individualidad y la personalidad: “El mal que acompaña la personalidad física es ilusorio y mortal, mas el bien que coexiste con la individualidad espiritual es inmortal. Esta individualidad invisible, existente aquí y ahora, es real y eterna”.La unidad del bien, pág. 37. De modo que lo que somos espiritualmente — como Dios nos ha definido — es nuestra verdadera individualidad, que es buena y perfecta. La personalidad es una falsificación de ese hombre ideal que parece tener elementos tanto del bien como del mal.

En el pasaje que mencionamos al principio de este artículo, la Sra. Eddy hace referencia a “la impersonalidad e individualidad de Dios”. Dios no es una personalidad material, tanto buena como mala, sino el Espíritu totalmente puro y bueno, que nunca cambia ni se aparta de la perfección. Él es la única individualidad de la cual nuestra propia identidad e individualidad son expresadas.

Una personalidad está expuesta a defectos, argucias, idiosincrasias, errores, pecado, enfermedad y muerte. El individuo verdadero — el hombre de Dios — es la perfecta representación de la Mente y el Amor divinos, y es inmortal y eterno. Como enseña la Ciencia Cristiana, la personalidad es lo que parecemos ser humanamente; la individualidad es lo que somos espiritualmente. El Cristo de Dios revela nuestro ser espiritual original como nuestra individualidad.

Si Dios nos ha dado a todos nuestra identidad, ¿no se supone que todos tenemos que actuar y pensar de la misma forma?

¿No sería terriblemente aburrido si todos fuéramos iguales? ¿Qué nos diría eso de Dios? Que es limitado, que no tiene originalidad y carece de creatividad. Si todo fuera igual, los numerosos matices del Alma estarían todo confundidos. En lo que emana de la Divinidad no hay nada insulso ni aburrido, no hay nada cortado con un molde ni falto de originalidad. Las ideas infinitamente creativas de la Mente son todas valiosas y únicas en su especia; son verdaderas individualidades.

Debemos estar agradecidos porque nuestro Dios es la Mente infinita autocreadora, sin límites ni restricciones. Esto es verdad porque Dios es Espíritu, Alma, En el universo del Espíritu, no existe materia para limitar lo que es posible para el Espíritu y Sus ideas.

Debemos dejar de pensar dentro de las limitaciones de la materia y los conceptos mortales, y abrir nuestro pensamiento a las maravillosas e inspiradoras posibilidades de Dios y el hombre. Entonces, las cualidades únicas se transforman en una cuestión del Alma, en hermosas presentaciones de lo mejor de Dios, en lugar de ser raras excentricidades o perversiones humanas de lo que debería ser dulce y puro.

Por ser reflejos de Dios, cada uno de nosotros es un individuo majestuoso. Esto no nos hace a todos iguales; nos hace las expresiones únicas y específicas del Creador infinito.

Si todos necesitamos apartarnos del mundo para seguir nuestros propios “pasos del sentido al Alma”,Miscelánea, pág. 117. ¿significa esto que debemos apartarnos de nuestra propia personalidad y logros humanos?

La primera epístola de Juan nos dice: “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”. 1° Juan 2:15, 16.

He visto que muchos piensan que apartarse del mundo significa apartarse de la alegría, la compañía, el amor, y todo lo que consideramos bueno. Sin embargo, apartarse del mundo significa apartarse de todo lo que pretende separarnos de Dios, que es el bien.

Apartarse del mundo no significa sacrificar lo que es real, sino ceder a nuestro verdadero ser, nuestra individualidad espiritual. Esto quiere decir ser lo que Dios nos ha hecho ser, libres de la influencia del mundo, como se describe en Primera de Juan. Esto no significa estar aislado o limitado, es descubrir todo lo que es verdaderamente satisfactorio, permanente y sustancial.

Apartarnos de nuestra personalidad humana es realmente ceder a la influencia del Cristo en nuestra consciencia. El Cristo nos habla constantemente de nuestro verdadero ser. Persiste en decirnos lo que Dios sabe de nosotros hasta que respondemos en acuerdo espiritual con lo divino, y somos lo que Dios nos ha hecho ser.

Nuestra personalidad humana puede ser como una máscara que usamos para ocultar nuestra verdadera identidad. Tal vez tengamos temor de que a la gente no le guste cómo somos realmente, y perder popularidad y amistades. O quizás pensemos que ser auténticamente espiritual no es muy interesante ni divertido. Cualquiera sea la razón para usar esta máscara de personalidad, es probable que todavía no nos hayamos dado cuenta de lo absolutamente perfectos que somos como hijos e hijas de Dios.

Aquí no estamos hablando de usar un aspecto de la personalidad para ocultar otro lado de la personalidad, es decir, usar rasgos mortales de carácter para disfrazar otros rasgos mortales. Estamos hablando de la eliminación de toda creencia material sobre quiénes somos, y descubrirnos a nosotros mismos de la forma que el Espíritu, el Alma, nos ha hecho.

Podríamos preguntarnos: ¿Cuánta personalidad estamos aportando a nuestro estudio de la Ciencia Cristiana? ¿Nos estamos esforzando por ver nuestras vidas a través de la lente del Espíritu, o de nuestras propias necesidades y deseos? ¿Estamos realmente dispuestos a dejar todo por Cristo, o nos estamos aferrando a las creencias y placeres materiales, y dejando nuestro progreso para “cuando tenga oportunidad”?Ciencia y Salud, pág. 40.

Los verdaderos logros — todo lo que es perdurable e importante — no son cosas que hemos logrado por nuestra propia cuenta. La idea de hacerlas y la capacidad para ejecutarlas han venido de la Mente divina. Al estar en armonía con nuestro Creador y reflejar todo lo que Dios es, percibimos que “con Dios todas las cosas son posibles”. Mateo 19:26. De manera que, el despojarnos de un sentido personal de nosotros mismos y de nuestras capacidades, acompaña muy naturalmente el descubrimiento de nuestra verdadera identidad e individualidad. Es así como llegamos a comprender el reino de Dios que Cristo Jesús dijo estaba dentro de nosotros. Véase Lucas 17:21.

¿Por qué es importante apartar la mirada de la personalidad?

Una persona puede tener una gran personalidad externa, pero pueden haber muchas características implícitas de esa persona que son corruptas, deshonestas o malas, incluso peligrosas. Alguien tal vez tenga una personalidad carismática muy seductora que puede llevarnos a situaciones que nos privan de nuestra propia individualidad y nos hacen sentir perdidos, atrapados o desesperados.

Si nos fijamos únicamente en la apariencia externa de alguien, es probable que no veamos indicios claves de su carácter, los cuales nos informan de la necesidad de usar más sabiduría, tener más cuidado, o si es bueno o no tener una relación con esa persona. Todo aquel que nos menosprecia, que nos hace sentir que no valemos nada y que no nos quieren, o nos hace sentir inseguros, es alguien con quien deberíamos estar alerta.

Vivimos en una época en la que no queremos juzgar a los demás, y en muchos sentidos, esto es loable. Pero sí queremos discernir espiritualmente toda sugestión que recibimos, y esto incluye lo que escuchamos y vemos en el pensamiento y acciones de los demás

El sentido personal de alguien, en lo que se refiere a su popularidad, riqueza, poder, posición social y política, puede seducir lo mejor que hay en nosotros. Es necesario estar muy alerta para no sucumbir a su influencia mesmérica.

La personalidad es capaz de traición, difamación y odio; la individualidad espiritual es leal, honrada, pura y buena. La única Persona infinita, Dios, es nuestra fuente confiable de sabiduría, discernimiento, justo juicio y comprensión. Al recurrir a Dios en busca de guía, podemos mirar más allá de la personalidad y ver el corazón del hombre de Dios. También podemos discernir los errores de la mente carnal que nos hipnotizarían para apartarnos e impedirnos ser nuestra verdadera identidad.

La Sra. Eddy escribió: “Jamás hubo una religión o una filosofía que se perdiera en el tiempo, excepto por haber sumergido su Principio divino en la personalidad”.Miscelánea, pág. 117. ¿Podrías aclarar esta declaración?

Una de las cosas que aprecio mucho de la Ciencia Cristiana es que es una ciencia, no es una teoría, no es filosófica, y no es una interpretación personal. Es la Palabra de Dios. Le fue revelada a Mary Baker Eddy, y ella con mucho amor la compartió con el mundo.

Cuando la religión se transforma en algo en una persona, en lugar del Principio, pierde la pureza del Espíritu. Es fácil ver esto en la historia del cristianismo. Lo que comenzó como una práctica espiritual en la Iglesia cristiana primitiva, se corrompió cuando entraron la política, el gobierno y las costumbres y medios humanos. Todo esto es una indicación de la personalidad.

Así fue cuando la humanidad perdió de vista a Dios como Cristo Jesús lo presentó a Él, y advirtió: “La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad”. Juan 4:23. Pero la Ciencia Cristiana pone bien en claro que Dios es Espíritu y Verdad.

Cristo Jesús nos prometió el Consolador. Este Consolador, la Ciencia divina, fue descubierto por Mary Baker Eddy, y nunca podremos estar lo suficientemente agradecidos a ella por haber compartido esta bendición maravillosa con la humanidad.

Si creemos que la personalidad del hombre, Jesús, de la mujer, la Sra. Eddy, o de cualquier otra persona, es la fuente de nuestra religión, entonces vamos a sufrir los efectos de esa creencia. En lugar de depender del Principio, dependeremos de una persona para nuestra adoración, y nos hallaremos decepcionados con nuestra labor de curación. Pero si recurrimos al Cristo que Jesús tan brillantemente ejemplificó, y a la Ciencia del Cristianismo en busca de ayuda, entonces nos estamos apoyando exclusivamente en el Principio divino de todo ser real, por eso nuestra ayuda está a la mano, y los resultados sanadores son seguros y confiables.

Es natural que sintamos amor por Jesús y Mary Baker Eddy; esto no es adorar sus personalidades, sino apreciar su individualidad espiritual.

¿De qué manera el comprender más de la “impersonalidad de Dios” lleva q que haya curaciones más eficaces?

Comprender más de la impersonalidad de Dios es ver que Dios no es temperamental, inconstante, o a la vez benévolo y castigador, que son cosas que asociamos con la personalidad. Quiero aclarar que la “impersonalidad de Dios” no hace que Él esté distante de nosotros; Dios nos conoce, y cuida atentamente de cada uno de nosotros individualmente. Pero perdemos esa profunda comprensión espiritual de Dios si Lo vemos con todos los defectos que tiene la humanidad.

Esta lección la aprendí cuando estaba criando a mi familia en el estado de Colorado. Fue antes de entrar en la práctica pública de la Ciencia Cristiana. Ocurrió que comencé a notar algunos síntomas muy alarmantes, que en el curso de varios meses, empezaron a afectar mis actividades diarias. Me preocupé cada vez más, pensando que me transformaría en una inválida y perdería la habilidad de cuidar de mí misma.

Durante ese tiempo, varias cosas se aclararon en mi pensamiento. Percibí que necesitaba tener una comprensión más profunda de Dios como Espíritu. Debía comprender cuán importante era yo para Dios. Yo no era una hija olvidada entre los muchos hijos de Dios, perdida en la vastedad de Su universo, sino que mi individualidad estaba sostenida con la total atención y amor de Dios. Esto fue importante porque quería decir que yo no podía ser “invalidada”: una inválida sin valor ni propósito.

Si bien yo amaba mi vida, sentía el cálido amor que los demás me expresaban, y desarrollaba con felicidad mis actividades, pude ver que necesitaba comprender mejor que mi bondad tenía su fuente en Dios, por ende, jamás podía sentirme deficiente o insatisfecha. Empecé a ver que por ser la manifestación de Dios, mi valía estaba en todo lo que yo expresaba. Mi expresión de Dios era absolutamente esencial para la creación.

A través de mi oración y estudio de la Palabra, comencé a tener una visión muy diferente de Dios. Sentí un conocimiento íntimo de Él que trascendía cualquier cosa que hubiera yo experimentado antes. Empecé a comprenderlo mejor como Amor infinito; y sentí ese amor.

Un día, mi familia me pidió que fuera con ellos a hacer una caminata por las montañas, que sería muy difícil. Al principio, me negué, creía que no sería inteligente ir. Pero luego pensé en cuánto había orado y en el crecimiento espiritual que había alcanzado, y me di cuenta de que tenía que poner en práctica lo que había estado descubriendo.

La primera milla que recorrimos fue todo un desafío. Luego percibí que no era yo la que tenía que ser o hacer algo, yo estaba reflejando a Dios. No era una personalidad tratando de abrirme paso a través de una situación física; reflejaba al Divino. Para cuando terminé la caminata había sanado completa y permanentemente.

Esa experiencia me enseñó mucho sobre lo que significa consagrarse a Dios. El mundo material es una cultura de celebridades. La televisión, las películas y el Internet promueven la personalidad. Se requiere de alguien comprometido espiritualmente para ver más allá del sensacionalismo y reconocer al hijo de Dios, y mantenerse fiel a uno mismo. Sólo a través de una diaria práctica espiritual consagrada podemos lograrlo, con resultados sanadores constantes.

Encontramos curación cuando percibimos mejor nuestra semejanza divina. Muchos estarán de acuerdo conmigo en que tendemos a pensar de nosotros mucho más en términos humanos de lo que nos demos cuenta. Es muy liberador dejar de mirar en dirección hacia Dios y, en lugar de ello, comenzar a mirar hacia afuera, desde la perspectiva de la divinidad.

Publicado Originalmente En The Christian Science Journal,

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