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bienvenida

El círculo perfecto

Del número de julio de 2012 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Desde las distintas regiones de África, con sus coloridos trajes y sonrisas infinitas, pasando por las Américas, con sus costumbres y característica hospitalidad, hasta la región de Indonesia, con sus templos, bailes típicos y arrozales, la Ciencia divina se va extendiendo alrededor del mundo, como lo ha hecho eternamente, como una hebra de oro. Con “la voz callada y suave” 1° Reyes 19:12, según Versión Moderna. de la Verdad transforma el pensamiento y bendice a todo aquel que anhela conocer a Dios y conocerse a sí mismo espiritualmente.

Mary Baker Eddy escribe: “La Ciencia es absoluta y terminante. Es revolucionaria en su naturaleza misma; pues trastorna todo lo que no es recto. Anula el testimonio falso, y a los cinco sentidos materiales les dice: “Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís; ni podéis comprender’. Entretejer una hebra de Ciencia a través de los telares del tiempo, es un milagro en sí mismo. El riesgo es estupendo”;Escritos Misceláneos, pág. 99. los logros, asombrosos.

Ante esa declaración, tal vez nos preguntemos: ¿Cuáles son entonces nuestros verdaderos sentidos? Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras responde: “Oídos: ... comprensión espiritual. ... Ojos: Discernimiento espiritual, no material, sino mental”.Ciencia y Salud, pág. 585 y 586.

La vida humana puede que a veces nos presente desafíos que hacen agreste y empinado nuestro camino. Tal como Cervantes escribe sobre el Hidalgo Don Quijote, cuando salió en busca de aventuras con su escudero Sancho Panza, en ocasiones vemos en la distancia molinos de viento que parecen enormes y poderosos gigantes: desafíos, sueños inalcanzables, apatía. En otras, aquellos se presentan como montañas que parecen imposibles de escalar: falta de salud, de dinero, de oportunidades, de alegrías, de compañía. Es bueno que, como el famoso escudero, veamos esos gigantes como lo que verdaderamente son: una sugestión mental carente de realidad. Un mayor conocimiento de nuestra individualidad o identidad espiritual, nos ayuda a ajustar nuestra visión y salir adelante.

Para lograrlo, tal vez sea útil tener una conversación con uno mismo. “¿Quién soy yo? Soy el hijo espiritual y perfecto de Dios. Yo y el Principio creador somos uno. ¿Cuál es mi propósito en la vida? Expresar las cualidades espirituales de Dios, y glorificar a la Mente infinita que me creó. ¿Qué modelo debo seguir? Mi modelo es siempre el Cristo, la idea espiritual de Dios; el hombre indestructible hecho a imagen y semejanza de su Creador, a quien le fue otorgado dominio sobre todas las cosas. ¿Cómo puedo ejercer este dominio? Sabiendo que Dios es el único poder que existe, el único hacedor, y yo soy Su idea perfecta y sólo puedo expresar armonía. ¿Qué son la enfermedad, el pecado y la muerte? ¿Debo temerles? ¡No! Son tan solo ilusiones, creencias erróneas del pensamiento mortal, que no tienen poder ni realidad alguna. ¿Cómo debo declarar estas verdades espirituales? Con la absoluta convicción de que para Dios todas las cosas son posibles”.

El Amor divino, incansable, paciente y benévolo, nos exhorta a elevar cada vez más nuestro pensamiento y a rechazar las sugestiones mentales que tratan de desalentarnos y apartarnos del camino que puede traer curación y paz a nuestra experiencia.

Somos los hijos amados de Dios, y nada puede separarnos del Principio que nos gobierna. Esta relación divina ya es nuestra, y nos ayuda siempre que tomamos consciencia de ella y nos mantenemos firmes. De esta forma, la hebra de oro completa el círculo perfecto y eterno del Amor divino en nuestro propio corazón.

Con gran afecto,

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