En el año 2001, comencé a trabajar como maestro bilingüe en una escuela privada donde la mayoría de los estudiantes eran hispanos que deseaban aprender y avanzar en su conocimiento del idioma inglés. Las clases se dictaban en español e inglés y se componían de siete niveles, donde los últimos cuatro eran avanzados.
Viví una experiencia muy feliz como maestro, ya que aparte de agradarme lo que hacía, sabía que estaba ayudando a mi comunidad a progresar y a salir adelante. Esa paz y felicidad diarias nadie me las podía quitar. Sabía que el Amor divino, me apoyaba y me gobernaba a cada momento, dentro y fuera de mis responsabilidades académicas.
En el año 2006, la escuela experimentó problemas financieros, pues las inscripciones de los estudiantes bajaron de manera considerable y, a consecuencia de ello, la administración decidió quitar de su presupuesto a algunos maestros que trabajaban a diario, y yo fui uno de ellos.
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