En el año 2001, comencé a trabajar como maestro bilingüe en una escuela privada donde la mayoría de los estudiantes eran hispanos que deseaban aprender y avanzar en su conocimiento del idioma inglés. Las clases se dictaban en español e inglés y se componían de siete niveles, donde los últimos cuatro eran avanzados.
Viví una experiencia muy feliz como maestro, ya que aparte de agradarme lo que hacía, sabía que estaba ayudando a mi comunidad a progresar y a salir adelante. Esa paz y felicidad diarias nadie me las podía quitar. Sabía que el Amor divino, me apoyaba y me gobernaba a cada momento, dentro y fuera de mis responsabilidades académicas.
En el año 2006, la escuela experimentó problemas financieros, pues las inscripciones de los estudiantes bajaron de manera considerable y, a consecuencia de ello, la administración decidió quitar de su presupuesto a algunos maestros que trabajaban a diario, y yo fui uno de ellos.
La noticia fue muy dolorosa para mí. Sabía que sería afectada mi economía, pero también me dolía abandonar a tantos estudiantes que me apreciaban y estaban creciendo con el aprendizaje.
Las primeras semanas fueron muy difíciles. Me apoyé mucho en la oración. Sabía que Dios es Todo-en-todo, y que nada me faltaría porque Él había hecho completa mi vida, y que Su respuesta me iba a llegar. Uno de los salmos me dio mucho apoyo. Dice así: “Aunque afligido yo y necesitado, el Señor pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes”. Véase Salmo 40:17.
La oración científica que enseña la Ciencia Cristiana es muy poderosa. Consiste en apoyarnos totalmente en Dios — que es la única Verdad — en comprender Su poder, Su amor, en entenderlo y tener la firme convicción de que Él siempre nos escucha.
La oración científica no se concentra en el dolor ni en la queja que los sentidos físicos dictan, ya que estos sentidos presentan una evidencia falsa de la creación de Dios. La verdad es que nuestra naturaleza es espiritual y fuimos creados a imagen y semejanza del Espíritu, Dios; por lo tanto, reflejamos y tenemos todas las cualidades divinas que Él posee.
Una frase del libro Ciencia y Salud que me ayudó a dirigir mi atención en la dirección correcta, dice lo siguiente: “Es necesario reconocer que la Mente es superior a todas las creencias de los cinco sentidos corporales, y capaz de destruir todos los males”.Ciencia y Salud, pág. 493.
Yo sabía que mis intenciones siempre habían sido buenas y que en cada clase me había dado por entero; que al instruir o enseñar estaba también siguiendo las enseñanzas de Cristo Jesús.
Cuando estudiaba las Lecciones Bíblicas de la Ciencia Cristiana encontraba curación y tranquilidad. Estas lecciones que he venido estudiando cada semana, traen mucha luz, inspiración y entendimiento a mi pensamiento, y me ayudan a resolver y a sanar diversas situaciones, ya que están guiadas por el único Pastor en la Ciencia Cristiana: la Santa Biblia y el libro de texto, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy.
Poco a poco comencé a sentir más calma en mi pensamiento y mis problemas económicos se fueron solucionando. Dios nos provee de ángeles, o mensajes espirituales, que nos ayudan a encontrar el camino y la Verdad usando los talentos que Él nos ha dado. Con el tiempo mucha gente se interesó en recibir clases privadas conmigo. No sólo los ayudé con el inglés, sino que también los preparé para dar el examen de ciudadanía estadounidense y de bachillerato.
Ya no me sentía triste por no tener empleo. Fui comprendiendo que todo estaba en un perfecto orden. Así como Dios cuidaba de mí, estaba también cuidando y protegiendo a mis hijos adoptivos, que era como yo llamaba a mis estudiantes, ya que mi entrega hacia ellos era total.
También me había enterado de que la escuela estaba mejorando económicamente. Sabía que Dios gobernaba sus finanzas, y que todo estaba bajo la sombrilla divina del bien, y que nuestro Padre-Madre Dios abría esta sombrilla a diario para todos Sus hijos por igual, ya fueran empleados o empleadores, y que Su amor inmenso nos cubre sin discriminación.
El orar sin egoísmo, sin caer en pedir por mi propio bienestar solamente, es también parte de la oración científica, como la enseña la Ciencia Cristiana. Al orar siempre estaban presentes la escuela, los estudiantes y todas las personas desempleadas que hay en el mundo, y aquellas que enfrentan situaciones financieras críticas y extremas.
Una tarde me llamó la dueña de la escuela y me dijo que habían cometido un grave error al despedirme, que sentía una pena inmensa por lo que yo había tenido que pasar, y que deseaba restituirme al plantel educativo. Así fue como no sólo fui restituido a mi puesto, sino que también fui recompensado por cada semana de esos cuatro largos meses que estuve desempleado.
Comprobé que la escuela había crecido un cuarenta por ciento más y todas las aulas estaban llenas. Mis alumnos me recibieron muy felices y logré que todos se graduaran en sus niveles correspondientes con asistencia sobresaliente.
Trabajé en esa escuela tres años más con mucho éxito, hasta que la dueña la cerró. De vez en cuando visito a los directores, quienes también reciben las Lecciones Bíblicas de la Ciencia Cristiana cada semana con mucha alegría. Hoy sigo dando clases particulares, y dedico parte de mi tiempo a la práctica de curación de la Ciencia Cristiana.
Esta experiencia me demostró que la labor del Amor en mi vida nunca fue interrumpida. Lo que Dios une y bendice jamás podrá ser separado ni destruido por los conceptos humanos erróneos. La constancia de recurrir a la oración científica y mantener siempre una convicción firme en que la Mente infinita es nuestro único gobernador y que el bien siempre reina, demostraron que Dios es omnipotente, sabio, y que manifiesta Su justicia siempre a tiempo.