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Dios tiene un plan para cada uno de nosotros

Del número de diciembre de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en indonesio

Este testimonio fue publicado primero en el Heraldo Indonesio Online.


Esta Navidad comparte el espíritu juvenil del Cristo con dos colecciones en línea de artículos para jóvenes y niños, publicados este año en El Heraldo. Estas colecciones vienen con su propia portada e índice, y son nuestro regalo para ti. Puedes bajarlas e imprimirlas gratuitamente en Herald-Online: 
http://herald.christianscience.
com/ninos-jovenes-2013

“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Véase Jer.29:11). Este es el versículo que más me gusta de la Biblia.

Mi mamá me llevó a la iglesia de la Ciencia Cristiana desde que era un bebé. Cuando tuve la edad para asistir a las clases de la Escuela Dominical, aprendí acerca de Dios, me familiaricé con las historias de la Biblia, y empecé a poner en práctica la verdad que estaba aprendiendo sanando los problemas que enfrentaba.

Cuando tenía cinco años, mis padres me inscribieron en una escuela de música. Comencé a practicar piano seriamente cuando estaba en el nivel 6, un nivel antes del preparatorio. Tenía temor de no poder continuar con mis lecciones de piano si no lograba entrar en el nivel preparatorio. Realmente me sentí muy decepcionado cuando me pusieron en una clase de transición para ver si era lo suficientemente bueno para el siguiente nivel.

Trabajé con tenacidad en la clase de transición, y mis padres se alegraron mucho cuando finalmente entré en el nivel preparatorio. Durante ese tiempo, oré con mi versículo preferido de Jeremías. Sabía que Dios estaba cuidando de cada uno de Sus hijos y tenía un buen plan para ellos, y eso me incluía a mí.

En mi escuela de música enseñaban tres pianistas indonesios de renombre internacional, y mis padres pensaban que su hijo no podría ser lo suficientemente bueno si no le enseñaba uno de estos maestros. Sin embargo, mis padres nunca habían elegido un maestro en particular para mí porque sabían que el maestro establecido por la escuela sería el que Dios asignaría para mí.

Durante mi segundo año en el nivel preparatorio, tuve que encontrar otro maestro. Consulté con varios de ellos (no los tres maestros), pero ninguno de sus horarios coincidían con el mío. Entonces me puse a orar y supe que Dios estaba a cargo. Pocos días después, recibí una llamada de la escuela para decirme que había sido asignado para que me enseñara uno de los tres maestros. Yo no cabía en mí de alegría y gratitud.

Aunque la duda y la ansiedad trataron de infiltrar mi pensamiento, recordé lo que había aprendido en la Escuela Dominical. Existe una sola inteligencia, una sola Mente omnipotente, y cada uno de los hijos de Dios refleja la inteligencia de esta Mente omnipotente única, y eso me incluía a mí. Mis calificaciones aumentaron considerablemente.

Creo con toda certeza que esto no fue una simple coincidencia, sino que Dios, el Amor divino, me guió con mucho cariño por el camino que era mejor para mí. También estoy contento porque he podido servir como organista, tanto en la Escuela Dominical como en las reuniones de testimonios de los miércoles de nuestra iglesia. Es mi manera de corresponder por las maravillosas lecciones que he aprendido.

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