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El perdón termina con la debilidad

Del número de diciembre de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en francés


La Navidad pasada estaba limpiando la casa para poner el árbol y las decoraciones, cuando de pronto sentí que me desmayaba. Pensé en acostarme por un momento, pero una voz interior, una inspiración divina, me dijo: “¡No! tienes que hacer justamente lo contrario! Tienes que ‘despertar’ de este sueño falso, no dormirte en él!”

Soy estudiante de la Ciencia Cristiana desde que era niña, y he podido comprobar a través de muchas curaciones que la enfermedad es un sueño falso que nunca forma parte de la realidad espiritual. Cuando tomamos consciencia de que todos estamos vivos ahora mismo en la realidad espiritual, podemos sanar. Y la oración apoya este despertar. De modo que dejé de limpiar y me fui a la oficina que tengo en mi casa, a orar. Le pedí a Dios que me dijera qué debía hacer. Y esta es la inspiración que recibí:

  1. La única influencia que puedo sentir proviene de Dios, proviene del bien, y yo jamás puedo estar influen ciada por una situación desagradable.
  2. Necesito perdonar a aquellos que han o parecen haber obrado mal conmigo.
  3. En lugar de hablar sobre esta situación o reaccionar, necesito mantenerme callada y continuar orando, sabiendo que el mal no tiene realidad y, por lo tanto, jamás me ha tocado.

El primer punto realmente me despertó, puesto que me sentía muy incómoda con una desagradable situación causada por un banco suizo a mis expensas. (Yo soy de origen suizo-francés.) Había aceptado esta situación como parte de la realidad y me sentía abrumada por su influencia negativa. Sentía que me estaban castigando sin ninguna razón. Pero mi Padre-Madre Dios me estaba diciendo: “Christiane, yo sólo te doy tranquilidad, y eso es lo único que puedes sentir. Permite que el bien se exprese en ti, y sé testigo del bien que está actuando a tu alrededor, incluso en ese banco”.

Sentí que sólo el Amor estaba presente y activo en mi pensamiento.

Durante mi “conversación” con Dios, la palabra perdonar realmente me impactó. Me di cuenta de que la curación de mi pensamiento tenía que empezar con el perdón. Acepté este concepto, es decir, la necesidad de ver la verdad acerca de aquellos que parecían haber obrado mal conmigo. Yo sabía que ellos no querían perjudicarme. No eran deshonestos; en su verdadero ser, ellos eran los hijos de Dios, puros y afectuosos.

Entonces me di cuenta de que tenía que detenerme y reconocer que Dios está a cargo de mi vida y de todas las situaciones. Para probar esto, tenía que mantenerme tranquila, creer en ello y afirmarlo.

Tan pronto el primer punto me vino al pensamiento —que Dios es la única influencia en mi vida— la sensación de desmayo se evaporó. Sentí que Dios estaba a cargo y me estaba mostrando la realidad de Su único y solo gobierno armonioso, Su única y sola acción perfecta, basados en el bien. Reanudé la limpieza con alegría y facilidad. Comprendí que en el reino perfecto de Dios, donde todos vivimos, la enfermedad o la molestia, cualquiera sea, jamás ha existido y, por lo tanto, jamás puede volver. Desde entonces no he sentido ninguna debilidad.

Después que acepté el concepto de que era necesario perdonar, sentí que sólo el Amor divino estaba presente y activo en mi pensamiento. Dos días después, recibí una llamada del banco suizo pidiéndome disculpas y corrigiendo lo mejor que pudieron el mal que habían causado. Durante la conversación sólo se expresó mutua comprensión y amabilidad. Luego disfruté de una maravillosa época navideña.

Estoy sumamente agradecida por esta experiencia, la cual me ayudó a comprender mejor las bendiciones que surgen cuando despertamos de un sueño falso.

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