Me crié en la antigua República Democrática de Alemania (RDA). A principios de los 80, me mudé de Rostock a Berlín Oriental, y enfermé gravemente; sufría de una seria depresión y dolor en el abdomen. Los médicos intentaron restaurar mi salud mediante una operación abdominal, pero no lo lograron. Puesto que toda la medicina convencional que probé no me había traído alivio alguno, mi ex marido me sugirió que probara la Ciencia Cristiana, la cual estaba prohibida en la República Democrática de Alemania. Una tía le había contado acerca de ella. Él con mucho esfuerzo logró conseguirme el libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, y un libro titulado Un siglo de curación en la Ciencia Cristiana. También trató de encontrar algún grupo de Científicos Cristianos en Berlín Oriental, lo cual era difícil debido a la prohibición. Solo después que un miembro de este grupo hizo una “visita cautelosa” a mi apartamento, me indicaron dónde estaban celebrando los servicios religiosos. Estos cultos eran conducidos por dos Científicos Cristianos de Primera Iglesia de Cristo, Científico, de Berlín Occidental. Cada vez que venían, tenían que pagar 25 marcos por día para cruzar la frontera, como cualquier visitante que viniera de Occidente a la RDA. Estábamos contentos de que ese sacrificio no desalentara a nuestros amigos de Berlín Occidental para que vinieran a visitarnos una vez al mes.
Los servicios religiosos se celebraban en los apartamentos de los miembros del grupo de Berlín Oriental. Eran como reuniones de testimonios de los miércoles, con la única pequeña diferencia de que todos los participantes (generalmente 10 a 15 personas), se preparaban sobre el tema que habían acordado anteriormente. Nos turnábamos para leer pasajes sobre un tema específico de la Biblia y de Ciencia y Salud, que cada uno de nosotros había elegido.
También compartíamos testimonios entre nosotros, lo cual, como yo era recién llegada, me impresionaba mucho. Los himnos no se cantaban; simplemente se leían. Cantarlos hubiera hecho demasiado ruido y hubiera delatado nuestra presencia en el barrio. Es por eso que acostumbrábamos “disfrazar” nuestras reuniones como si fueran fiestas. Concluíamos nuestros servicios religiosos con una festiva comida, preparada por el dueño de casa para esa noche, durante la cual hablábamos principalmente sobre la Ciencia Cristiana, así como sobre el culto que acabábamos de tener. Estas eran reuniones sumamente espirituales e inspiradoras para todos nosotros. Cuando teníamos un servicio religioso en mi apartamento, durante mucho tiempo después me sentía muy elevada espiritualmente. Estos cultos tenían una atmósfera particularmente sincera y sanadora.
Conseguir literatura de la Ciencia Cristiana era un gran problema, puesto que no estaba permitido importar literatura de occidente a la RDA. Por esta razón, nuestra literatura era, o muy vieja, de antes de la Segunda Guerra Mundial, o bien, entraba de contrabando ilegalmente a la RDA, y por lo tanto, sucedía muy de vez en cuando. Las Lecciones Bíblicas generalmente estaban escritas a mano o a máquina, copiadas varias veces, y luego se pasaban a otros. Por esta razón uno no podía contar con que estarían disponibles para los servicios religiosos.
Después de años de negociaciones con el Secretario de Estado de Asuntos Religiosos de la RDA, un dedicado Científico Cristiano de un suburbio de Berlín Oriental, Kurt Hopp, y algunos representantes de La Iglesia Madre, lograron, en 1986, negociar la entrega por única vez de literatura de la Ciencia Cristiana. Así fue como el Sr. Hopp recibió un camión entero cargado de Heraldos y libros de Mary Baker Eddy, lo cual fue un regalo enorme para todos nosotros. Los Científicos Cristianos de Berlín Oriental ayudaron a entregar en mano o a enviar por correo esta literatura a Científicos Cristianos por toda la RDA.
Cuando la situación política se volvió cada vez más volátil a fines de los 80, y muchos ciudadanos de la RDA huían a Alemania Occidental a través de la frontera Austro-húngara y a través de las embajadas de Alemania Occidental en Hungría y Checoslovaquia, en medio de crecientes demostraciones pacíficas contra el gobierno por toda la RDA, nosotros hacíamos con regularidad oraciones en silencio por la paz en la RDA y en el mundo.
Como resultado de las continuas negociaciones realizadas por el Sr. Hopp y los representantes de La Iglesia Madre, con el Secretario de Estado de Asuntos Religiosos, la Ciencia Cristiana fue aprobada nuevamente en la RDA el 3 de noviembre de 1989. Estábamos encantados e inmediatamente decidimos establecer una Sociedad de la Ciencia Cristiana en Berlín Oriental. No había pasado ni siquiera una semana, cuando el muro divisorio entre los dos estados alemanes finalmente cayó, el 9 de noviembre de 1989.
La reunión de miembros constituyentes de la “Sociedad de la Ciencia Cristiana Berlin-Mitte” se llevó a cabo el 25 de noviembre de 1989. Celebramos nuestro primer servicio religioso oficial el 7 de enero de 1990, en la Catedral Francesa de la Plaza Gendarmenmarkt en Berlín Oriental. Este acontecimiento atrajo a tantos visitantes de Berlín Occidental y áreas de alrededor, que se nos agotaron las sillas, y muchos tuvieron que permanecer de pie.
Estoy muy feliz de haber sido testigo directo de todos estos sucesos en Berlín. Mi gratitud también se extiende a la curación de los trastornos mentales y físicos que padecía, y que se produjo a lo largo de los años en que formé parte de “mi” grupo de Berlín Oriental. El espíritu sanador que prevalecía allí, y la ayuda por la oración de un practicista de la Ciencia Cristiana de Berlín Occidental, quien me venía a visitar ocasionalmente, contribuyeron a que esta curación tuviera lugar. En nuestras charlas, el practicista decía muy claramente que no debemos ver al hombre como material, sino como espiritual y orar de acuerdo con ello, lo que poco a poco aprendí a hacer. Aprendí a ver que el hombre no está hecho de carne, sangre y huesos, sino que es la radiante idea de Dios, la manifestación de un Dios afectuoso, quien es el Espíritu infinito.
Esta curación no fue espontánea, sino que se extendió durante un período largo de tiempo, por lo cual no puedo indicar exactamente el momento en que se produjo. Yo no solo me recuperé, sino que mi carácter cambió por completo. Mi cuñada, con quien me encontré nuevamente después de varios años, me dijo que estaba de lo más sorprendida de cuánto había cambiado yo para bien. La criatura enferma, débil y desamparada que era cuando buscaba ayuda y encontré la Ciencia Cristiana, había sido fundamentalmente transformada y era ahora una persona totalmente diferente fuerte y feliz. Solo por esta razón estuve espontáneamente de acuerdo en ser, no solo Segunda Lectora, sino también Secretaria, a pesar de tener un trabajo de tiempo completo, cuando se estableció la Sociedad de la Ciencia Cristiana Berlin-Mitte; y desde entonces he ocupado con mucha alegría estos y otros puestos en la iglesia filial.
