Empecé a estudiar la Ciencia Cristiana hace más de 25 años. En esa época, estaba criando sola a mi hijo de 4 años, y enfrentando algunos problemas físicos.
Hacía ya varios años que sufría de migrañas, dolencia que supuestamente había heredado de mi familia, así como también de dolores de garganta que había heredado de mi madre. Además, mi padre había sufrido de diabetes toda su vida y mis familiares me decían con frecuencia que yo también sufriría de la misma enfermedad.
En la Ciencia Cristiana aprendemos que somos hijos de nuestro Padre celestial, y solo podemos ser herederos de todo lo bueno (véase Mary Baker Eddy Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 468). La Sra. Eddy escribe: “La herencia es un tema prolífico para que la creencia mortal prenda sus teorías; pero si aprendemos que nada es real sino lo justo, no tendremos herencias peligrosas, y los males de la carne desaparecerán” (Ibíd., pág. 228).
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