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Curación de un dolor en la espalda

Del número de marzo de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en francés


Una mañana, durante el primer trimestre de 2015, sentí un dolor en la espalda, pero no me molestó el resto del día. Al caer la noche, el dolor se hizo más intenso, y empecé a darme un tratamiento científico como he aprendido con el estudio de la Ciencia Cristiana. Después de tres días de este tratamiento, el dolor no había disminuido y se sentía aún más real.

En la Biblia leemos: “Dios, nuestro Dios ha de salvarnos” (Salmos 68:20), y “cercano está el Señor a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras” (Salmos 145:18). Fortalecido por estas declaraciones, continué mi tratamiento metafísico con convicción y humildad sabiendo, como Mary Baker Eddy explica en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, que “En la Ciencia el hombre es linaje del Espíritu. Lo bello, lo bueno y lo puro constituyen su ascendencia... El Espíritu es su fuente primitiva y última del ser; Dios es su Padre, y la Vida es la ley de su ser” (pág. 63).

Después de orar fervientemente por un mes sin ningún resultado, me volví al Padre de todo corazón y Le pregunté qué debía hacer. La inspiración vino para que orara con el objetivo de estar libre de la creencia en la brujería, a negarme a ser hipnotizado.

De hecho, la noche antes de que apareciera el dolor, yo había tenido un mal sueño extraño acerca de uno de mis tíos, quien fue el principal de los que se habían opuesto a mí durante una importante reunión familiar, y que parecía que quería hacerme daño. Como me desperté en medio de la noche, empecé a orar para ver que este sueño no era real, que era una ilusión sin ningún poder, y luego volví a dormir. Cuando el dolor apareció en la mañana, lo conecté con ese sueño, porque pensé que me habían hecho un hechizo en contra.

Cuando una curación mediante la oración parece tomar tiempo, es alentador saber que el Cristo nunca nos falla y nunca puede ser derrotado. Continué estudiando la Biblia y Ciencia y Salud, y comprendí que “Dios controla al hombre, y Dios es el único Espíritu. Cualquier otro control o atracción de un así llamado espíritu es una creencia mortal que debe conocerse por su fruto: la repetición del mal” (pág. 73). Esta comprensión despojó a la brujería de cualquier poder en mi pensamiento y me dio el dominio sobre la creencia. Puesto que Dios es la única Mente, Sus pensamientos son los únicos pensamientos, y el hombre no puede recibir malos pensamientos de nadie ni puede enviarlos. “En la Ciencia Cristiana, el hombre no puede hacer daño, puesto que los pensamientos científicos son pensamientos verdaderos, que pasan de Dios al hombre” (Ciencia y Salud, págs. 103–104).

Sobre las bases de estas verdades, me sentí lleno de valor y fortaleza espiritual, y declaré con convicción y energía que el mal se destruye a sí mismo por completo, y que la brujería no tiene realidad, ni poder, o presencia. Esta verdad es universal e inmutable, y no puede ser revertida. Esta comprensión me permitió tener el control de la situación, y el dolor desapareció como si nunca hubiera estado allí. Y nunca he tenido ningún problema con mi tío después de esta reunión familiar.

La curación ha sido completa y definitiva.

Augustin Kouakou Yao, Abidjan

Original en francés

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